Argentina, un nuevo modelo que invita a la ilusión

En el primer tiempo se pareció al equipo de Bielsa que superó a Brasil en 2001; en la segunda parte, por momentos nos pareció revivir el històrico enfrentamiento de los octavos de final del Mundial de Italia 1990, en Turín.

Hubo un equipo que presionó e intentó asfixiar al adversario y otro que sufrió y por momentos se abrazó a la fortuna. Dos versiones de un seleccionado que condensó en 90 minutos dos recuerdos de partidos importantes.

La Argentina propuso un modelo que invita a la ilusión: una disposición en el campo de juego de neto corte ofensivo, con salida limpia desde el fondo, traslado seguro y presión alta en el campo rival. En ese contexto fue muy buena la aparición de José Luis Gómez, quien se ofreció como salida clara, con buen manejo y proyección, tanto en el lateral abierto como en diagonales con toques asociados. También se destacó la tarea de los volantes centrales, Biglia y Banega, de correcta labor en la elaboración del juego.

Pero el más importante en ese lapso fue Angel Di María. Tuvo velocidad, habilidad e inteligencia para abrir a la defensa brasileña y mostrarse como la herramienta principal para la ofensiva argentina; por su sector llegaron las mejores jugadas. De arranque, un desborde y un remate suyo en el palo derecho avisó que por la banda izquierda, la Argentina sería una pesadilla.

Luego tiró el centro que cabeceó Otamendi, rebotó en el poste izquierdo y Mercado supo aprovechar el desvío para convertir con el arco desguarnecido.

Argentina había redondeado un buen primer tiempo, con muchas intenciones declaradas, una postura que se le exige a la historia de la albiceleste y se llevaba el premio del marcador.

En la segunda parte, cambió el argumento de la película. Brasil tomó las riendas, se animó y fue en busca de la igualdad. Se movieron con más profundidad Gabriel jesús y Renato Augusto, mientras que Philippe Coutinho se hizo dueño de la pelota y el armado de la ofensiva “verdeamarelha”.

A los 62′ tuvo una clara y propicia situación: Gabriel jesús superó con gambeta larga la salida del arquero Sergio Romero, pero no pudo convertir: su remate se etrelló en el poste derecho, y del rebote Wiilian quisó asegurar el disparo con un tiro fuerte, pero Romero logró desviarlo. Era la situación más clara de un brasil que emuló a sus antecesores del ’90, pero otra vez la fortuna estuvo con la albiceleste.

Los cambios le restaron poderío al equipo de Sampaoli. Más allá del esfuerzo de todos, las salidas de Gómez, Mercado, Higuaín y más tarde Banega, se sintieron. Los ingresantes mostraron entusiasmo, algunos para seguir con atención (Guido Rodríguez), otros con los nervios lógicos de los inicios (Mamanna, Tagliafico) otros con altibajos (Joaquín Correa). Todos con el crédito abierto para el futuro.

Se ganó y sirve porque las victorias siempre estimulan. Pero lo más importante de este debut de la selección de Jorge Sampaoli es que mostró intenciones, propuestas y virtudes, que invitan a la ilusión de volver a ver una selección argentina siempre protagonista, voraz y respetada.

 

Hernán O’Donnell