Sangre irlandesa

El boxeo moderno tuvo su origen en Inglaterra, hacia el siglo XVIII, a puño limpio y con unas pocas reglas fundamentales que se mantuvieron hasta 1838. De a poco, se sumaron algunos puntos que modificaron el reglamento original: Duración de las peleas, utilización de guantes acolchados, elevación del ring para que los auxiliares no ayudaran a levantarse al caído.

Podremos profundizar la historia, detallar cada uno de los aspectos reglamentarios, ser puntillosos en cada detalle y precisos en las fechas. Pero lo que esta nota les va a contar es que detrás del origen de este deporte en Inglaterra, hubo (y hay) otra historia: la de la Sangre Irlandesa, esa que fluye en la isla que domina Dublín y se enfrenta al Reino Unido, en un combate eterno, que divide a la República de Irlanda de su vecino poderoso.

La sangre irlandesa se vio reflejada en heróicos boxeadores nacidos en esas tierras o de lazos muy familiares. Y la emigración hacia otras lugares, sobre todo Estados Unidos, hizo que la pasión por el boxeo se desarrollase. Irlandeses inmigrantes llevaron el box que conocieron en las islas a Norteamérica. Y una larga lista de ellos marcó la historia del boxeo mundial.

Uno de los pioneros fue Paddy Ryan, quien nació en in Thurles, Tipperary, República de Irlanda, el 14 de marzo de 1851. Llegó a ser Campeón del Mundo en mayo de 1880 cuando le ganó el título a Joe Goss. Y perdió la corona el 7 de febrero de 1882 ante el célebre John L. Sullivan. Nacería, allí, una leyenda, una celebridad que se mantiene hasta nuestros días.

John L. Sullivan, hijo de Michael Sullivan y Catherine Nelly, dos inmigrantes irlandeses, nace en Boston, Estados Unidos el 15 de octubre de 1858. Fue un mito del boxeo. El último campeón a puño descubierto. Un hombre que realizaba combates de exhibición y por el dinero que podían ofrecerle. Que tuvo una victoria memorable ante Jake Kilrain, que duró ¡75 rounds! cuando la esquina del contrincante decidió el retiro, en la última pelea que se realizó sin guantes.

Había llegado el tiempo de la gloria para un hombre que, hasta el momento de su encumbramiento en el boxeo, parecía destinado a ser un jugador de Baseball.

Luego, los excesos, los placeres y el alcohol mermaron su físico, hasta llegar a perder su título cuando cae frente a James Corbett en 1892.

Para los argentinos decir Jack Dempsey es algo así como decir Luis Angel Firpo. O El Combate del Siglo. Lo cierto es que este hombre que salió vencedor aquella noche del 14 de septiembre de 1923, había nacido en el estado de Colorado de Padré irlandés y madre inglesa. Su reinado duró hasta que se topó ante otro americano de orígen irlandés: Gene Tunney lo venció en septiembre de 1926. Era hijo de irlandeses John Lydon Tunney y su esposa Mary habían llegado de Irlanda en busca de construir un futuro mejor.

James Braddock también era hijo de inmigrantes irlandeses. Nacido en Nueva York, su historia fue muy conocida a partir de la película que refleja su vida: “Cinderella man”,

el hombre cenicienta. Su campaña en el boxeo había sido interrumpida por la Gran Depresión de 1929 y debió trabajar como estibador para poder llevar dinero a su hogar. Cuando menos lo esperaba, le llegó la chance para pelear por el título mundial ante Max Baer. Y sorprendió al mundo con una indiscutida victoria. Luego, cedió ante el gran Joe Luis.

Tom Sharkey nació en Dundalk, Irlanda. También dejó su tierra natal para arribar a Nueva York. Muy pronto se unió a la Armada de Estados Unidos. Allí aprendió a boxear y luego desarrolló una interesante carrera profesional.

Y si hablamos de sangre irlandesa, hasta el mismísimo Muhammad Alí tiene ascendencia de esa generosa sangre guerrera. Un estudio demostró que un bisabuelo del Más Grande Boxeador de todos los tiempos había nacido en Ennis, al oeste de Irlanda, para luego emigrar hacia los Estados Unidos donde se casó con una mujer afroamericana.

En 2009, el magnífico Alí realizó un viaje a Irlanda para vistar la tierra de sus antepasados. Cuando llegó a Ennis, el pueblo entero salió a vitorearlo. Era sangre irlandesa que llegaba a conocer su tierra de origen. Lo recibieron con los honores más puros y francos de un pueblo: banderas en las calles, carteles en todos los comercios, y una caravana que lo paseó por las principales calles donde miles de habitantes saludaron su paso. Su esposa, Yolanda, afirmó allí que la sangre irlandesa de Alí podría explicar su legendaria habilidad para apabullar a sus adversarios.

El tiempo siguió su camino y surgieron boxeadores de sangre irlandesa que alumbraron por distintos sitios. Un caso muy famoso fue el de Barry Mc Guigan. Uno de los grandes boxeadores irlandeses, fue campeón europeo, representó a la Irlanda del Norte en los juegos de la mancomunidad británica y titular mundial del peso pluma al vencer al panameño Eusebio Pedroza. Solo perdió tres veces en 35 combates. Ganó 28 de sus 32 triunfos por nocaut. Católico y casado con una mujer protestante. Alguna vez le preguntaron: ¿Por qué te has hecho boxeador? Y respondió: “Porque no puedo ser poeta. No se escribir historias…”

Mc Guigan había nacido en Monahan, era católico y se destacó por sus valores humanos. Siempre buscó entregar un mensaje de paz, en un tiempo en que Irlanda del Norte se debatía en luchas constantes entre católicos y protestantes. Inspiró la película “The Boxer”, con la actuación de Daniel Day Lewis.

Era sangre irlandesa guerrera en el ring y pacifista en la vida cotidiana. Ahora entrena a Carl Frampton, nacido en Belfast, Irlanda del Norte, un boxeador de enorme proyección y muy buenas cualidades,  que quiere emular a su mentor. Protestante é, se ha casado con una mujer católica. Y afirma su mensaje de paz en una zona que siempre está latente la división.

Se podrán enumerar muchos ejemplos más. Podremos recorrer otros nombres, de otros tiempos y más cercanos. La pasión por el boxeo de actores como Liam Nelson, quien si bien nació en Irlanda del norte, para los del sur hay una sola. Historias que inspiraron películas, libros, obras de teatro.

Pero esta historia está centrada en la Sangre Irlandesa, la que inspiró a tantos pugilistas y regó con nobleza los cuadriláteros del mundo.

 

Hernán O’Donnell

 

Juan Manuel Márquez y Wladimir Klitschko le dicen adiós al boxeo

En un año de grandes carteleras y de muy buenos combates, hombres que supieron regar de gloria los rings del mundo, ahora en cuentran su momento para decirle adiós a los cuadriláteros.

Los dos tuvieron un origen disímil, bien distinto, hicieron un recorrido similar, lleno de gloria y dignidad, y alcanzaron un final con la misma repercusión positiva.

Este año, cargado de noticias impactantes en el mundo del boxeo, se ve, otra vez, sacudido por dos informaciones que llegan para cerrar el círculo de dos guerreros del ring, muy cotizados, respetados, y que llenaron de adrenalina las noches de sábado con actuaciones resonantes y televidentes desbordantes en todo el mundo.

Pero el origen de ambos fue bien diferente; llegaron de dos mundos alejados, con pocas cosas en común. Uno representa al “macho” latino, la sangre caliente y la pasión sobre el ring. El otro es un cabal representante de los “Hombres del Este”, tantas veces nombrados en Revista Ring-Side. Esos boxeadores que llegaron de los países del este de Europa, desmembramientos de la vieja Unión Soviética, que prodigaron pugilistas que cambiaron el mapa de los rankings. Y no sólo dominaron en la máxima categoría (reservada por historia, para los estadounidenses, y de color), sino que hicieron presencia en todos los pesos.

Uno surgió en las categorías más chicas, el otro dominó en los pesados…

Juan Manuel Márquez y Wladimir Klitschko han anunciado el final de sus carreras. Tras años de noches de lunas llenas, han apagado las luces que los acompañaban en cada presentación.

Tuvieron una trayectoria destacada. El ucranio Klitschko logró la medalla de Oro en los juegos de Atlanta 1996 y luego se consagró campeón mundial de peso pesado de la FIB, la OMB , la OIB y la AMB y durante más de una década permaneció en el dominio del boxeo. Tuvo un récord de 64 triunfos (53 KO) y 5 derrotas.

El mexicano debutó en forma rentada a los 19 años y su presentación no fue nada auspiciosa: una caída ante Javier Durán por descalificación. Pero sería sólo un mal comienzo; luego desarrollaría una enorme carrera tras lograr 29 triunfos consecutivos.  En septiembre de 1999 logra su chance de pelear por el título del mundo categoría pluma ante Norwood, pero cayó por puntos en una controvertida decisión. En 2003 tendría una segunda oportunidad de combatir por un cinturón y no la desaprovecharía:  conseguiría el título pluma por la FIB ante Manuel Medina. Y luego lograría un reinado envidiable: Campeón Mundial de peso Pluma, Superpluma, Ligero y Superligero.

El ucranio haría una carrera prolija y exitosa hasta convertirse en una figura importante en Europa y Estados Unidos. Llevó un invicto de 24 peleas antes de sufrir la primera derrota. Se hizo fuerte en Alemania, donde paseó sus cualidades por los escenarios de Hamburgo, Stuttgart, Frankfurt, Offenburg, Munich, Colonia, Hannover. Fue protagonista de las carteleras del mítico Madison Square Garden (“The most famous arena of the world”) de New York, del Mandalay Bay y el Caesars Palace de Las Vegas,  del Boardwalk Hall de Atlantic City, del Barclays Center de Brooklyn y su última presentación fue nada menos que en Wembley, otra leyenda de los estadios deportivos, en las cercanías de Londres. Siempre tuvo una relación marcada con su hermano Vitaly, de hecho al principio lo llamaban el “hermano de…”, y lo acompañó al mayor en sus incursiones políticas, con la idea de aportarle ayuda y respuestas a las necesidades de su nación, Ucrania. Se hizo su propio nombre, pero mantuvo la promesa hecha a su madre de no enfrentarse (los hermanos) en un cuadrilátero. Construyó un modelo admirable, detrás del célebre Joe Louis, fue el campeón que durante más tiempo retuvo el cinturón de Campeón mundial de todos los pesos.  Fue una década de oro, entre 2006 y 2015, donde logró las fajas de la FIB (Federación Internacional de Boxeo), CMB (Consejo Mundial de Boxeo), AMB (Asociación Mundial de Boxeo) y OIB (Organización Internacional de Boxeo)

Las caídas ante Tyson Fury y Anthony Joshua marcarían la melancolía de un final que no se mancha por esos traspiés: Klitschko es un grande aún en la derrota.

“Dinamita” Márquez tuvo noches estelares ante muy destacados rivales, pero nada se compara con sus memorables duelos ante Manny Pacquiao, cuando el filipino era una de las máximas atracciones del pugilismo.

En mayo de 2004 fue el primer episodio. Manny parecía resolver todo en el primer round, cuando atropelló a Márquez y lo derribó tres veces, tal como atacaba a cada uno de sus adversarios. Pero el mexicano se levantó, se recuperó y le planteó un combate durísimo que terminó en un empate en las tarjetas.

En  2008 se realizó la segunda pelea, y allí Márquez perdió el campeonato de peso superpluma ante el filipino, en decisión dividida y también controvertida. Se encontraron por tercera vez en Las Vegas, el 12 de noviembre de 2011; volvió a ganar Manny y otra vez a partir de un fallo polémico y discutido. La cuarta versión del duelo fue la más explosiva, vibrante y espectacular. Fue el 8 de diciembre de 2012 en Las Vegas, Nevada. El duelo fue tremendo, dramático, con caídas de ambos, pero en el sexto round un terrible derechazo de Juan Manuel Márquez entró de lleno en el rostro de Manny cuando este atacaba y daba el paso al frente: la consecuencia fue una caída espectacular del filipino, quien el paso siguiente lo dio rumbo a la lona, de frente, totalmente inconsciente. Un K.O. demoledor, contundente, histórico, que ingresó en la galería de los más impactantes y que aún hoy es recordado, en una contienda que ya entró en la historia como una de las más grandes batallas del pugilismo.

En esa extraordinaria saga se encuentra un relieve de la brillante carrera de “Dinamita”; porque protagonizó 4 choques con uno de los pugilistas más fuertes y temibles de su época, Manny Pacquiao, y en todos salió bien parado, más en el último con ese triunfo categórico y colosal.

Pero en su camino desfilaron rivales de todos los estilos, gustos y prestigios. Julio Gamboa, Orlando Salido, Floyd Mayweather, Marco Antonio Barrera, Joel Casamayor, Timothy Bradley, Mike Alvarado…Nunca rechazó un duelo, ofreció su corazón en cada combate, y cuando cayó, siempre tomó impulso para volver a ponerse de pie. Se ganó el afecto de su pueblo, el de México que lo tiene como uno de los grandes ídolos, ahí muy cerquita de Julio César Chávez (Padre).

“Luego de mi última pelea contra Anthony Joshua me tomé un  tiempo necesario para pensar mi futuro. Logré todo como amateur y profesional y ahora puedo comenzar otra carrera, después de haber terminado mi carrera deportiva anunció Klitschko hace unos días.

“No pensaba que sería posible tener un camino deportivo tan extenso y exitoso. Les agradezco de corazón a quienes siempre me han apoyado. Sobre todo a mi familia, mi equipo y el público”.

“Dinamita” lo dijo en el programa “Golpe a golpe” de la señal internacional ESPN su despedida de la actividad. Se paró frente a la cámara y anunció: “Bien, señores, quiero anunciarles mi retiro, ya que las lesiones no me han permitido continuar, han frenado mis entrenamientos y me da mucha tristeza dejar, pero también una nueva ilusión por comenzar un nuevo camino: vienen otros retos. Agradezco a mi equipo de trabajo, a mis fans que son la clave de los deportistas y sobre todo a mi familia que me apoyó durante 22 años”.

El ucranio amplió su decisión en un video dirigido a sus fanáticos. “Logré todo lo que había soñado y ahora es el momento de empezar mi segunda carrera fuera del deporte. Hace 27 años tomé una decisión y fue la mejor opción que pude elegir, porque esta actividad me permitió viajar por el mundo, aprender idiomas, crear empresas y pude ayudar a gente que lo necesitaba. Llegué a ser científico, emprendedor, motivador, entrenador y muchas otras cosas. Y todo lo que hice fue por la repercusión mundial que tiene el boxeo, por mi propio talento y por ti, mi aficionado leal. En este punto de mi carrera necesito hacer un alto, y estar preparado para un nuevo capítulo. ”

“Todo el mundo quiere desafíos nuevos y yo no soy la excepción; quiero nuevos caminos, para los que he trabajado y planeado en los últimos años, y tener aún más éxito que en el boxeo. Más que decir gracias o adiós, quiero que estés conmigo en este nuevo viaje”, dijo Klitschko en un video dirigido a los fanáticos.

 El mexicano también le dejó una carta a sus seguidores, con estos párrafos más destacados:Al iniciar mi carrera hace más de 20 años, soñé con representar a mi país, con pelear en grandes festivales, entonar el Himno Nacional en una arena, dar satisfacciones y alegrías. Era una de mis grandes motivaciones, un sueño hace más de 20 años; hoy puedo decir que cumplí mi sueño, me siento satisfecho y feliz de mi carrera, pues siempre di todo como deportista en cada pelea…

“Mi intención era regresar al ring en estos últimos años, cada día me levantaba a las 4 de la mañana para correr y a la tarde asistir al Romanza con el mismo entusiasmo que comencé. Las lesiones se presentaron cada vez con mayor frecuencia pero nunca se perdió mi deseo de brindarles una última pelea en mi México. Entiendo que es el momento para bajarme del ring, pienso en mis facultades y con la satisfacción de haber logrado mis metas en este hermoso deporte que me dio todo.

“Agradezco a todos ustedes el apoyo que siempre me dieron, en las buenas y en las malas, ustedes fueron uno de mis motores para levantarme en cada caída. También quiero agradecer a mi familia, mi esposa, mis hijos que siempre me apoyaron en cada momento de mi vida dentro y fuera del ring, a mi manager, Ignacio ‘Nacho’ Beristáin, mi equipo de trabajo Raúl de Anda, Doctor Gatica y a todos los que formaron parte de mi carrera, no me queda más que decir gracias por todo su apoyo”, publicó Márquez en su página de Facebook el 4 de agosto último, cuyo epílogo se lo dedicó a una frase del escritor Paulo Coelho: “La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante”. De esa publicación han surgido miles de comentarios y respuestas, donde la casi totalidad de la gente vuelca en palabras su afecto, admiración y agradecimiento por la nobleza de un boxeador que regó de valentía y dignidad cada cuadrilátero que pisó. Las palabras emocionan y el sentimiento de su público quedó intacto, aunque todavía muchos de ellos esperaban verlo una vez más en un festival de boxeo.

¿Qué será de la vida de estos dos guerreros?

A Klitschko se lo ve decidido. Tiene muchos emprendimientos por delante, quiere llevar una vida nueva y ni siquiera se motivó tras las últimas derrotas, sobre todo con Joshua, para tomarse un desquite. Al hombre de acción le ha ganado el ejecutivo de traje y corbata, el hombre de negocios y de acciones beneficencia. Paralelo a su carrera ha construido una actividad vinculada a los emprendimientos comerciales y a la filantropía, y parece sentirse muy cómodo en ese nuevo traje.

Márquez tampoco ha dado muchas señales. La política podría ser un camino. Siempre le ha gustado, En el tercer enfrentamiento con Manny Pacquiao lució el logo del PRI en su pantalón. Y manifestó su apoyo a Peña Nieto.

El propio entrenador, Ignacio “Nacho” Beristáin alguna vez señaló que la política es su vida: “A Juan Manuel la política le gusta y le da tiempo. A mí, la política, cero. No me interesa para nada”.

Cuales quiera que sean sus nuevos caminos, hay algo que ya han hecho, y muy bien. Construyeron, desde un inicio muy diferente, un camino similar de gloria y leyenda.

 

Hernán O’Donnell

André Ward se despide de los cuadriláteros

Y un día, el “hijo de Dios” decidió poner fin a su carrera…

Nació en San Francisco, una de las ciudades más bellas del mundo, allí donde California abre una de sus ventanas más hermosas al Océano Pacífico. La bahía de San Francisco, alimentada por los ríos Sacramento y san Joaquín, con aguas que bajan desde las montañas de Sierra Nevada, es protagonista y testigo de miles y miles de historias, que se vieron reflejadas en el arte, en el cine, en el deporte…

Allí nació Andre Ward. Fue un 23 de febrero de 1984, cuando el invierno empieza a doblar el codo para darle lugar a temperaturas más benignas. El país era gobernado por Ronald Reagan y la guerra fría estaba en uno de sus puntos máximos. El joven André hizo una vida parecida a la de millones de chicos de Estados Unidos: escuela y fútbol americano. El boxeo llegaría después.

Tuvo una infancia dura, complicada. Hijo de madre de color sudafricana y un padre blanco, su primera lección que tuvo que aprender fue la mezcla de su identidad, y lo complejo que eso era.

“Los blancos me consideraban negro –dijo en un documental de HBO- mientras que para la gente negra yo no era como ellos de modo total, no era negro de manera suficiente”.

Fue su padre, Frank, un pugilista amateur quien lo inició en la actividad cuando era pequeño.

En la preadolescencia ingresó en un gimnasio en Oakland y ya no se iría nunca más de ahí. Empezó a moldear su carrera. A los 9 años ingresó a un gimnasio y su mundo cambió para siempre: “Fue un amor a primera vista; vi el ring y me dije a mí mismo: esto es lo que quiero hacer!”.

La vida no era sencilla. Recordaba a su padre regresar del trabajo muy cansado, encerrarse en su cuarto y al cabo de un rato salir. Pero ya era otra persona. Diferente. Como si un efecto causara cambios en su conducta…

Conoció a Virgil Hunter, su coach a partir de ese momento y hasta ahora. Allí comenzó sus entrenamientos, a los 17 comenzaba a definir su perfil, y a los 20 años ganó la medalla dorada de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

El fallecimiento de su padre, Frank, lo llevó a aferrarse más al gimnasio y a Hunter, que ya no sólo fue entrenador, sino que a partir de ese entonces, se convirtió en tutor y consejero.

Su debut profesional llegó el 18 de diciembre de ese año 2004 y venció por KOT 2 a Chris Molina, en el mítico Stapless Center de Los Angeles. Y sería el primer paso de una fructífera carrera, que se vio interrumpida casi por tres años, ya que un conflicto con su ex promotor, Dan Goosen lo llevó a una larga inactividad: entre septiembre de 2012 y junio de  2015 realizó apenas un combate.

Antes, hilvanó triunfos en cadena hasta llegar a la noche del 20 de junio de 2008 ante Jerson Ravelo para ganar el título semi pesado de la OMB.

En septiembre de 2014 falleció su ex promotor  y un tiempo después llegó a un acuerdo con los familiares, que manejaban la empresa Goosen Promotions. Era el momento de empezar a recuperar su carrera y su libertad.

“Maduré mucho en ese tiempo. No fue divertido. Aprendí a valorar lo que hago porque se siente un tremendo vacío cuando no puedes hacer lo que sabes para ganarte la vida y lo que te gusta hacer”.

Fueron 19 meses de inactividad, y en ese lapso se deterioró su carrera deportiva. Estuvo mucho más ocupado en los trámites legales que en su entrenamiento físico y sus días pasaron más cerca de oficinas y tribunales que en los gimnasios.

En ese tren de la recuperación, siguió con su costumbre: Sólo conoció victorias. En una trayectoria impactante, extraordinaria, incomparable, con el triunfo ante Sergei Kovalev, añadió un eslabón más de una cadena invicta que ya lleva 23 años: comenzó cuando tenía 14 y pesaba apenas 60 kilos.

Y aunque su carrera se desarrolló en los supermedianos, el salto a los semipesados lo condujo al combate del año: ese enfrentamiento con Sergei Kovalev fue largo, duro y esperado. Se habló mucho en la previa, y Ward afirmó antes del combate que “Tendré que cuidarme, mantener la distancia y trabajar durante cada asalto. Mi trabajo será mantener la guardia arriba y estar muy concentrado.” Tras los años de conflicto, el californiano afirmó que llegaba al desafío en el mejor momento de su carrera.

El 19 de noviembre de 2016 empezó a dar sus pasos definitivos hacia la galería de los más grandes, de los mejores (aunque él se considera el mejor), libra por libra. Fue la primera de sus dos victoria ante Sergei Kovalev, quien no había quedado conforme con el primer fallo: “El público vio lo que sucedió en el ring. El (Ward) era local y los jueces son localistas…” También la crítica especializada fue dura en su análisis: se destacaron los amarres, los cabezazos, bloqueos con los codos y otras acciones poco claras. El combate tuvo mucho de pelea callejera y Kovalev, que había logrado derribarlo y tuvo el control del match en su inicio, luego también se vio enredado en esa situación. Y la segunda parte Ward la trabajó con todos sus recursos. Está claro que fue una pelea estrecha, tal vez difícil de puntuar, amén que quedó la sensación que los rounds que ganó el ruso parecieron más claros, más amplios, mientras que los que ganó Ward, desde el sexto en adelante, lucieron por un estrecho margen.

Se caía de maduro que habría un segundo encuentro. Y las apuestas parecían favorecer al ruso. Parecía que esta vez, sí. Ganaría. Y no dejaría dudas.

Nada de eso sucedió. Otra vez el californiano sorprendió al mundo. En el Mandalay Bay, Las Vegas, Nevada, el último 17 de junio, Ward volvió a derrotar a Kovalev. A pesar de la queja por los golpes bajos, materia discutible, pues estuvieron sobre el cinturón, el equipo de Kovalev no debería desconocer que el octavo round comenzó con una tremenda derecha de Ward que impactó en el rostro del ruso, lo llevó a retroceder y comenzó el calvario del round definitivo. Cuando Kovalev se recostó sobre las cuerdas, su imagen era confusa. Podría interpretarse que sintió un golpe bajo, pero el árbitro Tony Weeks entendió que no estaba en condiciones de seguir y detuvo el combate.

Otra vez, la esquina del derrotado alzó la voz para quejarse y encendió la polémica.

Pero nada de todo esto parece perturbar a Ward. Sabe que es criticado, que le subrayan su estilo defensivo, que lo comparan con Mayweather para decir que sin atacar pueden dominar una pelea (y ganar), que siempre está a la espera del error del oponente para meter un contragolpe, que ofrece poco…Nada le afectó. Hizo pocos combates, sólo 6 peleas desde 2011, pero pudo rearmarse. Y se mantuvo invicto. Aún en las dos peleas más exigentes de su carrera, que algunos todavía discuten,  salió adelante.

André Ward ganó la primera pelea ante Kovalev porque tuvo la inteligencia para obtenerla, esquivar golpes y lanzar su mano izquierda para dominar. Supo pensar el combate. Y llevárselo.

“Si tres jueces me vieron ganar, quiere decir que gané el combate. 100 por ciento lo gané”, aseguró tras el primer encuentro.

Y tras la segunda cita, afirmó: “Si hablamos de golpes bajos, vamos a hablar de golpes de conejo. No podemos hablar de uno sin el otro. Y creo que fue intencional de su parte, porque él  no sabe cómo pelear adentro. Yo no quise pegarle abajo. Las cosas pasan. No estaba yo en problemas ni necesitaba cometer algo ilegal; él intentó venderle eso a Tony Weeks. Cuando gané por puntos dijeron que fue aburrido y ahora ganó por K.O.T. y dicen que hay controversia…”

Ahora es tiempo de mirar al futuro y disfrutar el presente. Cerró su campaña en su mejor memonto y con una carta dirigida a todos los relacionados con el mundo del boxeo.

“Al deporte del boxeo: te amo”, escribió Ward. “Has estado a mi lado desde los 10 años, me has enseñado muchísimo, me hiciste humilde y me promoviste. He sacrificado mucho por ti pero me diste mucho más de lo que pensé posible”.

“Desde el fondo de mi corazón, gracias a todos los que se relacionaron con mi carrera. Ellos saben quiénes son. No pude haber hecho esto sin ustedes”, agregó el boxeador. “Y quiero aclarar algo, me voy porque mi cuerpo no está dispuesto a soportar los rigores de este deporte y mi deseo de pelear ya no está ahí. Y si no puedo darle a mi familia, mi equipo y mis fans todo lo que tengo, entonces no puedo permanecer más peleando”, apuntó.

Se refugia en su familia y en su actividad social. Casado con Tiffinney, padre de tres varones y una niña, André Ward es muy religioso y visita a menudo las iglesias. Intenta llevar un mensaje de paz y de recuperación a la gente; también se contacta con cárceles, reformatorios e institutos juveniles, consciente de los peligros y los males que traen las drogas, que lo han hecho sufrir en su hogar y en su comunidad de pequeño. De ahí el apodo S.O.G., Son Of God (Hijo de Dios) que lo acompaña como su propio nombre.

 

Hernán O’Donnell

 

 

 

 

La noche mágica de Leo Messi lleva a la Argentina al Mundial

Cuando Ibarra marcó el tanto de Ecuador y el reloj no había marcado aún un minuto de juego, un escalofrío recorrió las espaldas de cientos de argentinos en Quito, y millones en el país y muchos desparramados por todo el mundo.

Apenas la gente se acomodaba para ver el partido crucial, y ya se empezaba a sufrir. Había un aliciente; el reloj. Porque si bien la cosa empezaba complicada, quedaban 89 minutos y el descuento para revertir el marcador.

Y apareció Messi. En toda su dimensión. Para ponerse el equipo al hombro, para decir (gritar) ¡Presente! en la noche que más se lo necesitaba.

A los 11´ armó una jugada bárbara, se fue por izquierda, combinó con Di María y, tras recibir la pared del rosarino, definió seco, con un cachetazo rasante y contundente.

A los 19´ desniveló el juego para la selección: fue a apretar al zaguero, se quedó con el rebote y cuando entraba al área sacó un zurdazo al ángulo derecho del arquero ecuatoriano.

Con el 1-2 a favor del visitante, el partido tomó otro ritmo. Y hasta pareció, ya, en ese momento, que no se modificaría el resultado. Quiero decir, que podía haber más goles, pero que no variaría el ganador. Nos invadió una sensación de seguridad, de confianza y de tranquilidad que la Argentina tenía el partido controlado. La imagen era la de un seleccionado que mandaba con absoluta autoridad.

Sostenido por la jerarquía de Messi y el despliegue de Enzo Pérez, la Argentina se mostraba como dueña del juego. No retrocedía. Estaban firmes los defensores, corrían Salvio y Di María, se multiplicaba Lucas Biglia en el esfuerzo. No era menor la tarea de los argentinos.

En la segunda parte, el equipo se tiró un poquito más atrás. Pero siempre sostuvo el control. No perdió las riendas ni pasó sobresaltos.

Y hubo tiempo y lugar para una nueva joya de Messi. La paró con el pecho de espaldas al arco, rival, giró, aceleró y cuando comenzaban a rodearlo defensores, picó el remate para sellar el 1-3.

Todo lo que quedaba era para gozar; para emocionarse, para disfrutar, para dejar caer las lágrimas de un equipo que siempre ofrece una nueva oportunidad. Un grupo de muchachos que contagió emoción con el festejo final, con los abrazos y el desahogo manifestado en cada canto, en la entrega de las camisetas a los fieles que los acompañaron, en la sensatez de dejar atrás la veda con la prensa y retomar el diálogo en paz, sin rencores y con la mirada sincera.

Un equipo que dejó el alma en el partido crucial, pero que fundamentalmente se reencontró con su fútbol, con su capacidad, con el desequilibrio que siempre genera Messi y con el arco.

Un seleccionado que hizo honor a su historia, rica y envidiable, esa que habla de presencias constantes en la Copa del Mundo, que levantó dos veces el máximo trofeo, jugó cinco finales, y puso en marcha, de cara a Rusia 2018, una nueva ilusión.

 

Hernán O’Donnell

 

Millones de sensaciones ante un encuentro crucial

Sólo se habla de EL partido. De Ecuador y la Argentina; del encuentro  que sostendrán dentro de unas horas, del partido que puede dejar a la Argentina clasificada (o en carrera) para participar de la Competición Preliminar de la Copa del mundo de la FIFA-Rusia 2018, o afuera de la cita máxima del fútbol mundial, en un escenario que nadie quiere imaginar.

Pero esto es lo que nos toca. Sumar y restar; hacer cuentas y responder una y otra vez “que si ganamos, como mínimo vamos al repechaje; ¿seguro? ¿no depndemos de si Paraguay gana o…? No; si Argentina gana, tiene el repechaje asegurado y puede clasificar directo; lo mismo si empata. Y puede ir al repechaje, aún con una derrota.”

Bueno, esto lo repetimos hasta el cansancio en cada diálogo en los bares, la Universidad, los colegios, las oficinas. En todos lados se habla del partido. Y más que del partido, se habla de los resultados, las combinaciones y las posibilidades. No se conversa sobre el equipo, cómo está, quienes van a jugar, como será el planteo en un escenario complicado por la altura sobre el nivel del mar…todo eso está casi en el olvido.

Al márgen de todas las especulaciones, la Argentina tiene que jugar un partido de fútbol, en la altura de Quito que alcanza los 2850 metros sobre el nivel del mar. Un adversario que cuenta con Jorge Célico, entrenador argentino que estuvo en las inferiores de Huracán, dirigió a la primera y obtuvo un resonante triunfo en el Monumental por 2 a 1 sobre River y cayó 4 a 0 en el estadio Pedro Bidegain en un clásico ante San Lorenzo.

Ese Ecuador, que arrancó muy bien este ciclo de clasificación al mundial, luego tuvo un corte en su desarrollo, y los problemas internos derivaron en una caída que lo llevó a perder puntos, sobre todo de local, que lo alejó de la posibilidad de llegar al mundial de Rusia 2018.

La salida de Quinteros, el recambio generacional, y la incógnita sobre como va a actuar un equipo nuevo, que es posible quiera lucirse ante su público son los puntos que se observan en este conjunto.

Ecuador ha sentido esta eliminación con mucha frustración; estuvo en tres de los últimos cuatro Mundiales y le duele no estar ahora. Querrá dejar una buena impresión ante su gente.

La altura es un factor adicional que no hay que descuidar ni dejar de lado; no es lo mismo para el futbolista que siempre juega en el llano, adaptarse a  casi 3000 metros de elevación.

Pero Sampaoli sabe del tema; conoce el país, el medio, el jugar en la adversidad de los efectos que produce la altura. Sabe que habrá que tener tenencia de balón, cuidado en los traslados y regular muy bien las energías.

Después, es fútbol, con todo lo que esa frase implica. Tan repetida y tan meneada, es una forma simple de resumir todos los imponderables, las vicisitudes y las sorpresas que en cada partido aparecen.

 

Hernán O’Donnell

 

Ganar en Quito…¿Hazaña o utopía?

La Argentina sólo una vez pudo ganar en la altura de Quito. Fue bajo la conducción del entrenador Marcelo Bielsa, por la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Corea-Japón 2002. Fue por 2 a 1, con goles de Hernán Jorge Crespo y Juan Sebastián Verón. Antes y Después, no se consiguieron victorias.

En total jugó 6 partidos y sólo consiguió la victoria mencionada; empató por la Copa América 1983, 2 a 2 con goles de Jorge Luis Burruchaga, y para la clasificación a la Copa del Mundo de la FIFA-Brasil 2014, 1-1 con tanto de Sergio Aguero.

Perdió 2 a 0 por las eliminatorias Francia 1998, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010. En la primera de esas derrotas nació la célebre frase “En la altura, la pelota no dobla”, del entonces entrenador albiceleste, Daniel Alberto Passarella.

Por eso, a toda la presión, la psicosis, y la necesidad imperiosa de conseguir los tres puntos, se suma un dato de la realidad que es insoslayable. La altura es un factor de peso que condiciona a los equipos argentinos.

Los limita, les impone un ritmo de juego distinto, más lento, más pausado. Argentina deberá jugar con la cabeza puesta en regular energías, atacar sin desgastarse y buscar el aire permanente para no llegar al ahogo.

Y encomendarse a todos los ángeles posibles, a la inspiración de Leo Messi, el temperamento de Mascherano, el acompañamiento de todo el equipo y los duendes que iluminaron a la albiceleste aquella jornada feliz del 15 de agosto de 2001, cuando se logró la esperada victoria en la altura de Quito.

 

Hernán O’Donnell

El tobogán de Argentina lo desliza del Mundial

Luego de la serie ante Uruguay y Venezuela decíamos que Argentina, en la recta final se resbalaba. Y pensábamos que era sólo un resbalón, un tropiezo que no le permitía, en ese momento, afirmarse en las posiciones de los que clasifican a la Copa del mundo de la FIFA-Rusia 2018, pero que a la vez, actuaría (ese resbalón que siginificaba igualar de local con Venezuela) como un llamado severo de atención. Que en denfinitiva, esa alarma se transformaría en un estímulo para reaccionar y salir decididos a revertir la situación, a mostrarle al mundo el poderío de este equipo, a sacar a relucir el orgullo y la capacidad.

Estábamos más ilusionados con la reacción, a partir de una rebeldía espiritual, que con argumentos futbolísticos que la sostuvieran. Y no sucedió. Porque no hubo una reacción desde lo anímico. Sí hubo una expresión futbolística similar a la de Venezuela, quizás con otra estrategia y otra táctica, pero muy emparentada en los dos últimos encuentros de local: un equipo, el nuestro, que domina el partido, maneja el desarrollo, supera en el territorio al adversario, y le genera unas cuantas situaciones de gol.

Pero también choca contra una defensa cerrada, un arquero (los dos, el de Venezuela y el de Perú) muy sólido, y una falta de contundencia que también se mezcla con una pizca de mala suerte.

Pero no hubo rebeldía; faltó aceleración en tres cuartos, algún desborde que desacomode a la zaga adversaria, gambeta profunda en el área, hasta pelotazos…se generaron muchas situaciones, es cierto, por superioridad jerárquica y por buenas asociaciones, pero no se redobló la apuesta. Apretarlos contra su arco, meterlos en el área chica, obligarlos a la defensa heróica.

Perú siempre se mostró sereno a la hora de cerrarse; se escalonó bien para controlar a Messi, con mayor eficacia en la primera parte que en la segunda. Y tuvo dos chances para convertir: la primera a los 33′ de la primera parte, tras un buen centro que Jefferson Farfán no pudo conectar bien y su disparo se fue muy cerca del palo derecho de Romero, y la segunda un magnífico tiro libre del delantero Paolo Guerrero, al ángulo superior derecho de Sergio Romero, quien la desvió al corner y con esa atajada se terminó el partido.

Sampaoli habló del dominio y de merecimientos. Y tiene razón. La Argentina fue protagonista, generó muchas oportunidades y mereció ganar. Pudo hacerlo si convertía Messi su remate a los 37′, o cuando cabeceó Benedetto a los 44′, o la chance que tuvo Di María, o la del “Papu” Gómez en el segundo tiempo, o los remates de Lucas Biglia y de Javier Mascherano en el complemento.

Cualquiera de esas posibilidades le pudo dar la victoria a la Argentina. Como también si Agüero convertía el penal en Córdoba ante Paraguay, Argentina empataba ese partido (y tal vez lo ganaba) o si el error involuntario de Masche ante Perú en Lima no sucedía, la Argentina ganaba 2 a 1 de visitante. Y con esos resultados, 3 o 5 puntos más, tal vez Edgardo bauza seguía al frente del combinado…Todas especulaciones. El fútbol, como la vida, puede apelar a todo tipo de especulaciones, al “si hubiera pasado”…pero lo único que cuenta es lo que pasó.

Y lo que pasó es que la Argentina no pudo ganar los últimos cuatro partidos y ahora deberá hacerlo en la altura de Quito para mantener viva su ilusión de ir al Mundial.

 

Hernán O’Donnell

La fe de Gareca, el hermetismo de Sampaoli

Las horas pasan y el partido del año se acerca. Ya queda poco por hacer, más allá de que los entrenadores van a estirar los minutos hasta lo máximo para poder aprovechar cada instante y optimizar el tiempo de preparación.

Perú, está dicho, acumulará 10 días consecutivos de entrenamientos y trabajos. Han contagiado de optimismo a toda la nación, que se une en el apoyo al seleccionado a través de mensajes en las redes sociales y avisos televisivos que se repiten a toda hora en las cadenas del país.

“Estamos en el mejor momento de la eliminatoria, preparados para jugar este partido trascendental”, dijo Gareca en Lima, en conferencia de prensa.

“Estamos preparados para hacer el mejor partido y hacerle frente a todo; el escenario es como cualquier otra cancha de fútbol”, dijo el DT que le restó así importancia al peso que pueda tener “La Bombonera”.

Mientras la Argentina se dividió en trabajos físicos y futbolísticos, y el DT Sampaoli ensayó con diferentes alineaciones, con variantes que se manifiestan de mitad de cancha hacia arriba. Pareciera que el arquero Sergio Romero y la línea de fondo compuesta por Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi, Javier Mascherano y Marcos Acuña está confirmada.

Pero el resto no está asegurado. Tal vez Fernando Gago pueda tener asegurada su presencia; quizás Di María y asoma Benedetto como centreforward titular. El resto, puede variar.

Salvo Leo Messi, claro.

Que va a pasar en el estadio de Boca dentro de muy pocas horas es difícil de pronosticar. Todos imaginamos un partido con el seleccionado local volcado al ataque, metido a fondo en los primeros minutos para abrir el marcado y un conjunto visitante que intentará defenderse, aguantar el embate inicial y luego acomodarse en el partido. Pero es sólo una presunción. Puede pasar cualquier cosa. Y eso lo hace atrapante, apasionante e imprevisible.

 

Hernán O’Donnell

Empezó la cuenta regresiva para el partido del año

Hoy empieza a trabajar el seleccionado argentino; Perú lo hace desde el lunes 25 de septiembre. Hoya a la tarde tendrá una práctica con algunos futbolistas la Argentina, y recién el martes podrá tener el plantel completo; Perú ya cuenta con las figuras que pidieron incorporarse antes. La Argentina llegará con dos días y medio de trabajo; Perú acumulará 10 entrenamientos previso al examen.

Así las cosas, habrá que aferrarse a la diferencia de categoría, a la jerarquía de nuestros futbolistas, al poder de convicción del entrenador, a la capacidad de captar muy rápido la idea de juego de nuestros profesionales y a la inspiración de sus mejores jugadores, encabezados por Messi.

La realidad es que pareciera que el rival se prepara mejor, por lo menos está más enchufado en el partido, más enfocado. A la Argentina le suceden hasta los problemas imprevistos, como el accidente que sufrió Sergio Agüero en Amsterdam, tras haber concurrido al recital de Maluma. Y esto es lo que preocupa; que aún sin haber empezado el trabajo de campo, los problemas surgen solos.

Perú está enfocado. Ha realizado algunos ensayos y se advierte que jugaría con un sistema de 4-4-2, aunque todavía se duda si tendrá Messi una marca personal o no. Quienes conocen a Ricardo Gareca, aseguran que no es del gusto del DT destinar a un futbolista a hacer persecusión sobre otro por toda la cancha.

“Estoy muy bien, con bueno ánimo. Sabemos que quedan dos partidos para conseguir la gloria. Después de 35 años (de no ir a una Copa del Mundo), entendemos todo lo que significa para nosotros. Todos sabemos que es el partido de nuestras vidas”, dijo el defensor Miguel Trauco

Sobre la presión de jugar en la Bombonera, respondió: “Todas las canchas son difíciles, la hinchada puede jugar a favor o en contra de ellos. Creo que la presión la pueden sentir ellos cuando no anoten un gol en los primeros minutos”.

El delantero Raúl Ruidiaz señaló algo parecido: “Tuve la chance de jugar en la Bomboenra con la Universidad de Chile, y es impresionante el clima que se vive, pero creo que la presión la van a atener ellos. Todos estamos metidos en este partido, y queremos sacar un buen resultado para jugar más tranquilos ante Colombia”.

Hoy a la tarde hablará Ricardo Gareca. Se espera su palabra con ansiedad; el DT de la Argentina, Jorge Sampaoli tiene previsto comunicarse recién el miércoles a las 19 hs, pero esto puede tener modificaciones. Veremos como está el semblante del entrenador y los jugadores.

La parada es difícil, y detrás está la ilusión de todo el país de llegar al Mundial.

 

Hernán O’Donnell