El tobogán de Argentina lo desliza del Mundial

Luego de la serie ante Uruguay y Venezuela decíamos que Argentina, en la recta final se resbalaba. Y pensábamos que era sólo un resbalón, un tropiezo que no le permitía, en ese momento, afirmarse en las posiciones de los que clasifican a la Copa del mundo de la FIFA-Rusia 2018, pero que a la vez, actuaría (ese resbalón que siginificaba igualar de local con Venezuela) como un llamado severo de atención. Que en denfinitiva, esa alarma se transformaría en un estímulo para reaccionar y salir decididos a revertir la situación, a mostrarle al mundo el poderío de este equipo, a sacar a relucir el orgullo y la capacidad.

Estábamos más ilusionados con la reacción, a partir de una rebeldía espiritual, que con argumentos futbolísticos que la sostuvieran. Y no sucedió. Porque no hubo una reacción desde lo anímico. Sí hubo una expresión futbolística similar a la de Venezuela, quizás con otra estrategia y otra táctica, pero muy emparentada en los dos últimos encuentros de local: un equipo, el nuestro, que domina el partido, maneja el desarrollo, supera en el territorio al adversario, y le genera unas cuantas situaciones de gol.

Pero también choca contra una defensa cerrada, un arquero (los dos, el de Venezuela y el de Perú) muy sólido, y una falta de contundencia que también se mezcla con una pizca de mala suerte.

Pero no hubo rebeldía; faltó aceleración en tres cuartos, algún desborde que desacomode a la zaga adversaria, gambeta profunda en el área, hasta pelotazos…se generaron muchas situaciones, es cierto, por superioridad jerárquica y por buenas asociaciones, pero no se redobló la apuesta. Apretarlos contra su arco, meterlos en el área chica, obligarlos a la defensa heróica.

Perú siempre se mostró sereno a la hora de cerrarse; se escalonó bien para controlar a Messi, con mayor eficacia en la primera parte que en la segunda. Y tuvo dos chances para convertir: la primera a los 33′ de la primera parte, tras un buen centro que Jefferson Farfán no pudo conectar bien y su disparo se fue muy cerca del palo derecho de Romero, y la segunda un magnífico tiro libre del delantero Paolo Guerrero, al ángulo superior derecho de Sergio Romero, quien la desvió al corner y con esa atajada se terminó el partido.

Sampaoli habló del dominio y de merecimientos. Y tiene razón. La Argentina fue protagonista, generó muchas oportunidades y mereció ganar. Pudo hacerlo si convertía Messi su remate a los 37′, o cuando cabeceó Benedetto a los 44′, o la chance que tuvo Di María, o la del “Papu” Gómez en el segundo tiempo, o los remates de Lucas Biglia y de Javier Mascherano en el complemento.

Cualquiera de esas posibilidades le pudo dar la victoria a la Argentina. Como también si Agüero convertía el penal en Córdoba ante Paraguay, Argentina empataba ese partido (y tal vez lo ganaba) o si el error involuntario de Masche ante Perú en Lima no sucedía, la Argentina ganaba 2 a 1 de visitante. Y con esos resultados, 3 o 5 puntos más, tal vez Edgardo bauza seguía al frente del combinado…Todas especulaciones. El fútbol, como la vida, puede apelar a todo tipo de especulaciones, al “si hubiera pasado”…pero lo único que cuenta es lo que pasó.

Y lo que pasó es que la Argentina no pudo ganar los últimos cuatro partidos y ahora deberá hacerlo en la altura de Quito para mantener viva su ilusión de ir al Mundial.

 

Hernán O’Donnell