¡Movete, Argentina, movete!

Iban alrededor de 60′ de juego, la Argentina mantenía su forma y su manera de enfrentar a Islandia, el ritmo lento con toque laterales y progresiones cautelosas en cada movimiento progresivo, hizo estallar el coro típico de las canchas nuestras, cuando el equipo necesita ganar y se intuye que el rival, por más entusiasta y voluntarioso que sea, es inferior y se le debe doblegar, entonces, como en cualquier partido de entrecasa, el grito, mezcla de pedido y exigencia tomó forma en Moscú: “¡Movete, Argentina, movete!”…

La albiceleste no encontraba los caminos. Se había ido un primer tiempo donde el gol llegó rápido, apenas transcurrían 19′ cuando Marcos Rojo pateó al arco, en el camino Aguero detuvo la trayectoria del balón, enganchó hacia atrás y sacó un tremendo zurdazo que decretó el 1 a 0.

Creíamos que el gol le daría serenidad a la selección. No pasó nada de eso; al contrario, los desacoples defensivos que se habían insinuado en el inicio del encuentro quedaron evidenciados cuando a los 23′, enseguida digamos, una serie de rebotes en el área albiceleste encontró a Finnbogason sólo en el punto del penal y sacudió el tiro para sellar el 1 a 1. Ni tiempo tuvo la Argentina; la ventaja en el marcador se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.

Entonces se empezó a tejer el relato del partido con un libreto que no se alteró en todo el desarrollo: Argentina con la pelota, a ritmo lento, seguro, prolijo, pero sin profundidad. Islandia que lo esperaba bien agrupada atrás, con poco espacio entre sus líneas y con una atención especial dedicada a Leo Messi cada vez que encontraba el balón: fuera la zona que fuera, había siempre tres hombres dispuestos a rodearlo, encimarlo y hasta hacerle falta para detener su participación.

Todo siguió igual, con una Argentina que empujaba cada vez más al arco de Halldorsson, y una Islandia que se replegaba con mucho sacrificio.

Hubo un penal por mano de Salvio que el árbitro no advirtió y una entrada fuerte sobre Meza que se transformó en el penal que Halldorsson le atajó a Messi.

Allí pareció quedar golpeada la Argentina. Iban 64′, se había cambiado el grito-exigencia por el aliento esperanzador y el equipo iba a contar con algunas situaciones más.

El ingreso de Banega le dió más profundida que la que tenía con Biglia (aunque creemos que Dybala era el hombre a hacer ingresar); Pavón entró por Di María y soltó amarras por la izquierda, en un para de desbordes productivos. Higuaín ingresó mucho más tarde de lo que debería haberlo hecho: apenas quedaban 7 minutos por jugarse, más los 5 que se agregaron al finalizar el tiempo reglamentario.

Pero Argentina estaba en shock y no pudo salir. Islandia se refugió en su campo, se abrazó al empate y hasta sueña con algo más en el torneo. No asustó ni de contraataque, tenía muy claro su plan y y su idea para llevar a cabo en este partido.

La selección quedó golpeada y no pudo salir del pantano que le propuso el rival. Quedó golpeada pero debe salir rápido. El torneo sigue y es el momento, tal como dijo el entrenador Jorge Sampaoli en la conferencia posterior, de unirse, serenarse y creer muy fuerte en el equipo y sus posibilidades. Es el momento de hacerse fuerte y reaccionar. Por eso vale escuchar el grito-ruego de la gente: “Movete, Argentina, movete!”.

 

Hernán O’Donnell