Croacia encontró el tesoro que creía perdido

Cuando Trippier metió ese golazo a los 5′, de tiro libre, con un remate bien ejecutado, parecía que a Croacia le iba a costar mucho. Es verdad que el partido recién se iniciaba, pero la imagen que se empezó a construir a partir de ese momento era la de un equipo que controlaba el juego (Inglaterra) y otro que no encontraba su posición en la cancha.

Fue un primer tiempo donde Croacia no se pudo acomodar. No podía elaborar juego, no se asociaban loas dos figuras (Modric Y Rakitic) y no tenía claridad para atacar. Inglaterra parecía que controlaba incluso con suficiencia. Y un momento clave fue la situación que no supo aprovechar Harry Kane. Primero lo tapó bien Subasic, pero el rebote no lo usufructuó: demoró el remate, se acomodó en una mezcla de suficiencia y timidez y se demoró un instante fatal para que el arquero croata y el poste le impidieran el segundo gol.

En esa jugada se desnudó una limitación que a veces surge en los equipos, en partidos decisivos: el miedo a ganar. Así como Alemania destrozó a Brasil en la semifinal de la Copa del Mundo de la FIFA-Brasil 2014 y liquidó al local por 7 a 1, donde convirtió en las primeras tres llegadas sin perdonar ni ruborizarse, en este partido pareció que a Inglaterra le faltó determinación. No tuvo instinto asesino. Vio sangre y no se animó a liquidarlo.

De a poco se metió atrás. Y Croacia, que había estado muy desordenado, de a poco se empezó a acomodar en el partido.

En el segundo tiempo, Croacia vio que si se animaba, lo igualaba. Entonces fue. Con fútbol y vergüenza deportiva. Soltó a Perisic, a Vrsaljko por derecha, se adelantó Modric, se multiplicó Rakitic y Lovren se agigantó en el fondo.

A los 67′ un centro desde la derecha fue aprovechado por Perisic, quien se anticipó con la pierna levantada a la cabeza de Walker (en el límite de la jugada peligrosa) y empató el partido.

A partir de allí, se agigantó Croacia. El gol le dio un empuje, una fuerza y un optimismo que lo llevó a dominar el partido. lo tuvo Perisic, y el poste le dijo que no. De contra lo tuvo Lingard, pero su remate fue desviado. Y el partido se volcó hacia un sólo lado. Croacia apretó e Inglaterra se petrificó. Lo pudo ganar en los 90′, pero el partido ya tenía un dominador.

Croacia no se detuvo y a los 109′ Manzukic sentenció la serie, tras una habilitación de Perisic y un quedo tremendo en la defensa inglesa. Y, tal como aprendieron la mayoría de los equipos del mundo, ya no se jugó más. Porque cada interrupción era motivo de un freno a la continuidad del juego. Si era a favor de Inglaterra, croacia no dejaba reanudar. Si era a favor de Croacia, se demoraba hasta el límite en retomar el juego. Todo se hizo cortado, interrumpido, enfriado. Sucedió en Francia-Bélgica. Pasa en todos los partidos del mundo.

Croacia parecía que se perdía en el mar de la semifinal. Pero entre el pecado de Inglaterra y su fe renovada cuando vio que el partido podía ser, soltó amarras, derrochó optimismo y se la jugó hasta que encontró el tesoro que parecía haber perdido al comienzo del partido.

 

Hernán O’Donnell