Francia, Campeón Mundial de la eficiencia

Merecido, justo, lógico. El triunfo de Francia ante Croacia y su consagración en la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 no deja lugar para el lamento ni la crítica. Sin brillos ni derroches, pero con altas dosis de juego bien entendido puesto al servicio de la eficacia, Francia ganó (y pudo armar una goleada que hubiera sido histórica) el encuentro final y gritó, por segunda vez en su historia: Campeón del Mundo!

La locura, la alegría del final, todos los abrazos, los saludos, el festejo desenfrenado y el respeto de Croacia en la premiación, saludable y recíproco entre los dos equipos finalistas, fue el corolario de una jornada llena de emociones, pero que tuvo en Francia al equipo más cerebral, más frío y práctico. El que siempre supo, durante toda la Copa del Mundo, a que jugar, como hacerlo y de que manera llegar al objetivo. Un equipo serio que jugó para ganar la Copa. Y lo consiguió.

Por eso no extrañó que le cediera la pelota en el inicio a Croacia. Que se replegara en su terreno, que se agrupara atrás y apostara a dos cosas: primero al desgaste físico y emocional de un oponente que ya venía con tres prórrogas disputadas (90 minutos en total, amén de los descuentos y el desgaste emocional de dos tandas de penales para definir octavos y cuartos de final); segundo, para aprovechar espacios a sus espaldas y amenazar con los filosos contragolpes de Griezmann y Mbappé.

El plan salió perfecto. En una primera aproximación, a los 18′, un tiro libre muy preciso de Antoine Griezmann pretendió ser rechazado por Mandzukic, pero su desvío fue hacia atrás y se metió en su propia valla. Francia ganaba 1 a 0 en su primera llegada. Llegó el empate de Croacia. Enseguida. Tiro libre abierto a la derecha, el centro de nuevo al medio, Perisic (de gran Mundial) domina, abre a su pierna izquierda y con un remate cruzado, que se desvía en Varane, derrota a Lloris. 1 a 1. Más justo si nos detenemos en la impresión óptica del desarrollo del juego. Pero en el fútbol no se gana sólo con el dominio o la famosa “posesión” del balón. Se gana con eficacia.

Sobre el cierre del primer tiempo, una mano de Perisic que se corroboró con el VAR, le dio el penal a Francia que Griezmann anotaría y empezaría a marcar el rumbo de la final: a los 38′ lograba el 2-1 y así concluía el primer tiempo.

El segundo tiempo tuvo un comienzo similar: Croacia al ataque, con Perisic como principal figura, Rakitic como bandera y la movilidad de Modric para intentar abrir espacios.

Pero chocó con Varane, el más firme de la zaga. Pavard, que había arrancado con errores y dudas, empezó a afirmarse y a mostrar el buen nivel que había lucido a lo largo de la Copa y Umtiti se mostraba más atento. Hernández creció con el partido, tuvo su actuación más destacada del torneo.

Y como Francia había jugado durante el torneo, en una ráfaga definió la final. A los 59′ un contragolpe por derecha, Mbappé que se va, el centro atrás, Griezmann que no puede controlar y el balón que le queda a Pogba. El remate al borde del área grande rebota en Modric, le queda otra vez a Pogba y con un tiro combado vence a Subasic. Francia estiraba el marcador al 3-1 y parecía sellarse el juego.

Por si fuera poco, otro contragolpe letal llegaba enseguida, a los 65′ y esta vez era Mbappé quien con un tiro de larga distancia marcaba el 4 a 1.

La cara y el festejo de unos; la desazón de los otros, presagiaban un final muy anticipado. Sin embargo, en pocos minutos un error grave del arquero Lloris le dio suspenso al partido. Tras recibir de Umtiti, paró la pelota, tuvo tiempo de sacar el despeje fuerte, pero prefirió enganchar ante la presencia cercana de Mandzukic. Tal vez el score abultado, el exceso de confianza, la suficiencia y el error conceptual de no entender que ganaban por 4 a 1 NO por el fruto del juego excelso sino por la eficiencia y la SERIEDAD de como encarar este partido (y todos los que se jugaron). Esa confusión de no recordar como habían llegado a la final y al 4-1, lo llevó al arquero a intentar la gambeta en el área chica ante la presencia del delantero croata: conclusión, se la tocó Mandzukic y la pelot se fue derechito al gol.

Croacia estaba liquidado y el error de Lloris lo puso en partido. Pudo haber sido caro. Pero la defensa se sostuvo, Pogba se hizo dueño del balón y Francia contó con varios contragolpes para aumentar. Mientras Croacia ya no tenía más piernas ni cabeza para intentar el partido. Esa “ayuda” le dio un poco más de decoro al resultado, pero el cuerpo ya estaba entregado. Lo habían dado todo en los tres partidos anteriores de playoff y en los 45′ iniciales de la final. Ya no había fuerzas ni pensamientos para buscar la hazaña.

Francia gritó Campeón del Mundo por segunda vez en su historia. Y ya tiene 3 finales en los últimos 20 años. Empezó a sembrar su camino. A entender el juego. A enterrar para siempre la pavada que algunos le endilgaban en cuanto a su temperamento. Si algunos dudaban, si otros aún sostenían esa idiotez de “pecho frío” tendrán que empezar a revisar sus fundamentos. En todo caso, tendrán que aplaudir esta Francia fría y calculadora. Si a aquella del fútbol champagne la acusaban de flaquear en momentos claves, acepten entonces a esta Francia dura y eficaz.

Ganó Francia y está muy bien. Derrochó actitud, compenetración, velocidad, buen fútbol por momentos y fue un equipo muy serio. Muy serio. Cuando salió del camino estuvo a punto de volcarse en la banquina: Ante Argentina creyó que el partido estaba cerrado cuando aún restaban 15′ y sacó a Griezmann y Mbappé. Era para golear y estuvo cerca de pagarlo caro. En la final, el error de concepto de Lloris. Con un equipo descansado, entero, también pudo salir caro.

Pero fueron dos equivocaciones (quienes no las tenemos?) que se pudieron disimular y corregir. Por lo demás, Francia fue un grandísimo campeón, con figuras como Varane (destacadísimo), Pavard, Hernández, Kanté, Pogbá, Griezmann, Mbappé y el enorme sacrificio de Giroud por la causa. Con una conducción decidida de su DT, Didier Deschamps y la planificación a medida de cada encuentro.

Otro día de gloria ha llegado. ¡Salúd Francia! ¡Salúd, Campeón!!

 

Hernán O’Donnell