Fue un tropezón, que no sea caída

La derrota de Los Pumas ante los All Blacks por 17-35 en Vélez Sársfield, fue un golpe a la ilusión, quizás demasiado elevada, de creer que esa tarde noche el golpe tan esperado se iba a dar. Que el triunfo tan soñado podía tomar forma. Pero no, no hubo chances. Nueva Zelanda jugó un partido brillante, con una vocación ofensiva determinante, con sus conocidos atributos, y una vehemencia en lo físico que por momentos rozó la incorrección, pero cuyo principal sosten fueron las habilidades y  destrezas de sus jugadores, puestas al servicio de la estrategia del equipo.

El partido arrancó con la postura del visitante en formación ofensiva. Atacó siempre, obtuvo pelotas de formaciones fijas adversarias (scrum y line fueron dos argumentos demoledores) y combinó con velocidad y apoyo en cada ataque. Así llegaron los primeros tries, que marcaron el rumbo del partido. Si bien Los Pumas abrieron el maracdor con un penal de Nicolás Sánchez a los 5 minutos, enseguida llegaron las visitas de All Blacks al in goal local. Entonces, el wing Rieko Ioane apoyó dos veces, y la tercera conquista fue de Naholo. Todos convertidos por Barret, lo que le dió una ventaja de 3-21 a Nueva Zelanda.

Los Pumas crecieron en el segundo tiempo. Con mucha decisión fueron en busca del campo visitante; llegó un try de Tuipulotu covertido por Barret, que estiró la cifra a 3-28, pero Tomás Cubelli ingresó con mucha detreminación y logró un try convertido por Sánchez que achicó a 10-28. El Try de Bofelli que convirtió el tucumano Sánchez puso un marcador más aceptable: 17-28. Decoroso y aceptable, más allá de que el equipo no funcionaba en algunos aspectos, y All Blacks era una amenaza constante.

Cuando entró Mo’unga se encendió una corriente en el estadio propia del medio apertura de Crusaders, figura del último campeón del Super Rugby. Le dio al equipo aceleración en los 20 minutos finales, movilidad y una sensación de que podía hacer daño. A los 72′ el try de Lienert-Brown, y el gol de Mo’unga estiró el marcador al 17-35 final.

Con el punto bonus, Nueva Zelanda se aseguró el primer puesto y celebró una nueva conquista de The Rugby Championship. Es el mejor equipo de la región, es el mejor equipo del mundo.

Pasó por Buenos Aires y mostró todas sus credenciales. Un rugby potente, dinámico y arrollador. Cuando tiene que apelar a algún recurso en el límite o fuera de él, lo hace. porque para ellos la competitividad está primero. Y sueltan un montón de factores que los hacen, por ahora, inalcanzables.

Los Pumas buscaron su partido. No encontraron los caminos, pero el clásico orgullo de nuestro seleccionado lo llevó a apretar el marcador en un momento del segundo tiempo. Después, se volvió a ampliar. Quedan las ganas, la voluntad y la inteligencia de convertir esta derrota en una nueva enseñanza y que este tropezón no se convierta en una caída al crecimiento del equipo.

 

Hernán O’Donnell