La última función de David Ferrer en Buenos Aires

Corrió, luchó y se entregó como siempre. Dejó jirones de tenis, de fuerza y de esfuerzo, además de talento y brillo. Fue el mismo David ferrer de siempre, el que conoció y reconoció el público argentino, al que adoptó como uno de sus favoritos.

A fuerza de esforzarse, de lucir siempre un espíritu de lucha tan proclive al paladar argentino para cualquier deporte, a fuerza de mostrarse siempre humilde, dispuesto y amable en el trato, se ganó ese lugar de privilegio, donde en cada partido era el preferido de la gente y lo alentaban con fervor y devoción en apoyo a su búsqueda del triunfo.

David Ferrer con su transparencia conquistó el cariño del público argentino. Y se ganó los aplausos, desde el primero de sus partidos hasta el último, que sucedió hace un momento. Fue otra demostración de entereza, entrega y amor propio, tan requeridos y valorados en la competencia deportiva. Enfrente, Albert Ramos Viñolas, un español que creció al influjo de su ídolo.

Y David que dejó otra actuación llena de grandeza. Se impuso en el primer set por 6-4. Y empezó a encaminar el partido.

En la segunda manga se adelantó 4-2 y con el servicio a su favor. Pero no pudo aprovechar esa ventaja, y Ramos Viñolas lo emparejó en 4, hasta llegar al 6 iguales y la definición en el tie break, donde Ferrer dispuso de dos match points. Faltó precisión, y Ramos Viñolas se lo llevó para forzar el tercer set.

Ahí la ventaja se estiró muy rápido para Albert. Enseguida se puso 5-0. Entonces llegó lo mejor del partido. El empuje, la fuerza, la verguenza deportiva mezclada con ráfagas de talento lo llevaron a ganar 3 juegos consecutivos y colocarse en un expectante 3-5, que era más un premio a su jerarquía que las posibilidades reales de torcer la historia. Y no alcanzó, Ramos Viñolas ganó 6-3 el tercero y marcó la última función de Ferrer en nuestras pistas.

“Os echaré de menos”. dijo apenas terminó el partido, mientras recibía premios y homenajes de la organización.

“Ganar tres torneos seguidos es hermoso, pero mucho más es el cariño del público argentino. Estoy seguro que alguien ganará tres torneos, o más, aquí, pues hay grandes tenistas. Pero si tengo que elegir un día, elijo este, pues los trofeos son muy lindos, pero son eso: trofeos. En cambio, el cariño de la gente es incomparable”, señaló.

Se fue envuelto en aplausos, en un atardecer casi otoñal para esta parte del año, con una brisa fresca, el sol que se perdía entre sus últimos rayos y la calidez de un público que lo despidió con el afecto de quien se ha ganado su corazón, a base de esfuerzo, brillo y humildad.



Hernán O’Donnell