En la búsqueda de la Copa, Barcelona dio un paso al frente

Fue un primer tiempo picante, pensado y caliente. Con un equipo que partía como favorito, Barcelona, y que se paró en el campo como lo hace cada vez que juega de local. Con aplomo, seguridad, suficiencia. Enfrente un Liverpool que no se dejó amedrentar y fue en busca del arco contrario desde el inicio.

Así se armó un partido con mucha intensidad. Liverpool apretaba y Barcelona intentaba marcar el ritmo. La pelota llegaba con facilidad a las áreas porque las transiciones eran rápidas. Rakitic y Arturo Vidal descargaban en sus delanteros, siempre con el apoyo criterioso de Sergio Busquets. Y Messi y Suárez buscaban los espacios.

A los 20′ se fue lesionado Keita, que había tenido buena participación, tras una dura entrada de Rakitic. Algo con lo que cuenta Barcelona a su favor: un permiso extra para entrar fuerte, para excederse, del que cuentan Langelet, Piqué, Busquets, Rakitic, Suárez…debió salir el volante del Liverpool e ingresar Henderson.

Cuando parecía que el equipo inglés controlaba el balón y podía manejar los tiempos del partido, aparecieron las estrellas del local para abrir el marcador. Pelotazo amplio de Vidal de derecha a izquierda; Jordi Alba que recibe y espera un instante el pique de Suárez a espaldas de Matip, la aparición justa del delantero uruguayo y el toque justo para derrotar a Allison Becker cuando iban 26′ de juego.

1 a 0, aunque no era del todo justificado. Pero, goles son amores, y Barcelona fue contundente.

El partido no cambió el tono; al contrario, aumentó en roces e intensidad y en ese contexto mané dispuso de una chance clara tras una habilitación de Salah, pero su remate se fue elevado. Y el complemento no iba a escatimar emociones.

Liverpool se organizó para atacar. Salió decidido, atrevido. Con la presencia de Fabinho varios metros más adelante, las subidas permanentes de Gomez y Robertson, abrió el juego y llenó de preguntas el área de Barcelona. El local se agrupaba y se sostenía en la firmeza de Piqué, Langelet y Jordi Alba. Pero sufría en la banda derecha, donde las trepadas de Robertson, figura del primer tiempo, eran una preocupación constante. Por eso Valverde optó por poner a Semedo (lateral derecho) en lugar de Philippe Coutinho (Volante ofensivo por izquierda). Semedo se paró en el lateral derecho, Sergi Roberto adelante de él, como volante derecho y Arturo Vidal pasó a la izquierda, a la posición de Coutinho.

Así se organizó mejor el Barcelona y supo controlar a la visita. y en cuanto tuvo un poco de aire, disparó.

A los 75′ encontró el momento justo para tomar distancias. Subió Jordi Alba por la izquierda, la habilitación a Messi (los centrales visitantes lo perdieron cuando se iniciaba la jugada), Leo que habilita a Suárez cuando entraba solo al área, el remate en el travesaño y Messi toma el rebote para convertir el 2 a 0.

Se acababa el sufrimiento y empezaba el carnaval. Como suele suceder en cada partido de Barcelona, cuando Messi se enciende se desata un terremoto en el adversario. Sea el partido que sea, el minuto o momento en eque se juegue y como se haya desarrollado el partido hasta ese entonces. Messi se ilumina y solo cabe rezar para que no termine en una derrota catastrófica.

Liverpool estaba mareado, sorprendido. Había hecho todo para empatar, y sin embargo estaba expuesto a una derrota categórica. A los 82′ un tiro libre espléndido de Messi se metió en el ángulo derecho de Allison y el 3 a 0 anunciaba tormentas para el equipo inglés, que aún así tuvo una oportunidad más para descontar: tras varios rebotes en el área, el remate de Salah que tenía destino de red, se estrelló en el palo izquierdo de Ter Stegen.

De contragolpe, Barcelona se perdió dos goles increíbles que hubieran terminado la serie aún con 90′ por jugarse. Dembelé no estuvo preciso en la puntada final y no pudo sentenciar el juego.

Pero Barcelona no parece preocupado. Tuvo una noche más de tantas, esas en que se pone en ventaja por decantación y cuando las nubes empiezan a merodear su arco, el brillo de sus estrellas le ofrecen una victoria amplia, contundente y letal.



Hernán O’Donnell