Un explosivo Rafael Nadal se adueñó de Roma

Cuando juega así, parece imposible. Sobre todo, en tierra batida. Luce vigoroso, intenso, rápido y certero. Así se mostró en el primer set, cuando cada game duraba pocos minutos y se llevó por delante a Novak Djokovic por 6-0, contundente, sin atenuantes.

Rafael lo superó en muchos aspectos. En lo físico, el más notorio, porque le imponía un ritmo, una velocidad e intensidad que Nole no podía equilibrar. Se quedaba más en el fondo, respondía con menos fuerza y no encontraba los ángulos adecuados. Era muy superior lo de Nadal en esa primera manga.

En el segundo set se recuperó Djokovic y levantó el pie del acelerador Nadal. Cuando estaban igualados 3-3 tuvo tres oportunidades de quiebre Rafel que le hubieran encaminado a la victoria. Pero el serbio supo reponerse y tras colocarse 5-4 pudo quebrar y llevarse el segundo parcial por 6-4.

Y todo quedó abierto para el tercer set. Pero estaba claro que Djokovic venía de un desgaste muy grande. Que los partidos de la semana ya le pasaban factura. Y se notaba. El viernes jugó un partido muy duro ante Juan Martín Del Potro, que estuvo cerca de perder. Levantó dos match points en contra y resurgió. El sábado debió pelear una semifinal muy difícil ante el “Peque” Schwartzman.

Nadal quebró de entrada, defendió su saque y se puso 2-0 en el tercer set. Estuvo cerca en el tercer juego, pero Nole pudo sostenerlo y cerró con 2-1 para el español, que ya no se detuvo.

Se puso 3-1, lo quebró en el quinto juego y se abrió otra vez el partido para Nadal, que lucía intratable como en el primer set.

Fue cuestión de unos minutos más. Rafael estaba como en sus mejores jornadas, amo y señor de la tierra batida, impecable, sólido. La consecuencia fue un 6-1 en el set definitorio. Y la gloria otra vez que lo bañaba, que lo envolvía en aplausos, en otra tarde de triunfo y de levantar un trofeo.

Pasan los años y Rafael Nadal continúa en la cima, gana y escribe una historia increíble, maravillosa, digna de comentar y espléndida para vivir.


Hernán O’Donnell