El espiral de acusaciones se elevó y la selección entró en un laberinto

Lionel Andrés Messi es el activo más importante que tiene el seleccionado nacional, que es como decir el fútbol argentino. Es el más valioso, el más requerido, el más pretendido, el más deseado. Es el mayor valor del fútbol, de la AFA, el capital más importante. Por su peso internacional, su fama, su influencia y su valor deportivo y comercial.

Claudio Tapia y el jugador empezaron a forjar una relación de afecto y confianza desde hace unos años. El dirigente había detectado el peso y poder de la figura del futbolista, y se respaldó en esa relación. El vínculo creció con el tiempo, los partidos de la selección y los viajes compartidos. Se potenció durante la crisis institucional que vivió la AFA tras el fallecimiento de Julio Grondona a mediados de 2014. Entre los mandatos de Luis Segura y Armando Pérez, en ese tiempo donde las peleas internas, las diferencias entre dirigentes, las divisiones de los clubes derivaban en una selección descuidada y sin referentes de conducción, la figura de Tapia emergió con fuerza entre los futbolistas, por su presencia, su constante apego al grupo y su acompañamiento. Fue el hombre más cercano a los jugadores en tiempos en que la mayoría de los dirigentes se peleaban en los escritorios de las oficinas para ganar espacios de poder. El titular de Barracas Central pasaba más tiempo en los campos de entrenamientos, en los estadios durante los partidos, en los vestuarios tras los encuentros. Esto le generó un vínculo muy fuerte con los profesionales, sobre todo con Lionel Messi. Épocas de la Copa América Chile 2015, Copa América Centenario USA 2016.

La imagen del abrazo entre Messi y “Chiqui” Tapia en la antesala del vestuario tras el partido ante Ecuador que depositaba a la Argentina en la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018, recorrió el mundo y generó un gran impacto en las entrañas de nuestro fútbol. Por lo que mostró y lo que reveló. Messi abrazaba con la fuerza del cariño al presidente de la AFA, mientras evitaba a varias personas que estaban a su alrededor, notables algunos de ellos, como Daniel Angelici, presidente de Boca y hombre de mucho poder. El mundo, pero sobre todo el fútbol argentino, tomaba nota de un gesto muy importante: el jugador argentino más influyente, el capital más valioso de la AFA, le brindaba un total apoyo a Tapia, mientras desconocía al resto de los dirigentes, algunos de ellos que mantienen diferencias internas con el “Chiqui”. Messi, en ese abrazo, daba una señal clara de apoyo a Tapia y él podía regodearse y hacerles ver a los demás que cuenta con el sosten del nombre más importante de nuestro fútbol.

Allí radica una alianza a la que ahora le han sumado a Lionel Scaloni, DT del seleccionado argentino. Hombre de confianza de Tapia, que se la supo ganar en el Mundial de Rusia, luego la prolongó en el torneo de La Alcudia, hoy es una tercera pata de esta mesa. La foto que se divulgó en las redes sociales es todo un mensaje: la unión del presidente, el entrenador y el capitán del equipo. Si alguién quiere interponerse en el camino, allí están los tres, unidos en un solo cuerpo.

El último episodio vivido en la CONMEBOL Copa América Brasil 2019 refleja esa unidad, pero también el paso en falso en el que se puede incurrir cuando se actúa de forma monolítica, no se reflexiona, y se traspasan ciertos límites. Las quejas sobre el arbitraje y la ausencia de la utilización del VAR tienen un fundamento y razón, pero excedieron los márgenes razonables, tuvieron un tono alto y, en el caso de Messi, palabras muy duras y ofensivas.

En ese afán de mostrar unidad, cerrar filas y cercar cualquier atisbo de cuestionamiento, ya sea periodístico o de los propios pares dirigenciales, cayeron en un error de enfrentarse con una institución, la CONMEBOL, de la que en definitiva también forman parte. Como Asociación afiliada, como vicepresidente, o como futbolista o entrenador de un equipo que la integra.

En la vorágine del torneo, con las pulsaciones aceleradas, con el calor de los resultados deportivos y los fallos arbitrales muy frescos, entraron en un espiral de acusaciones que se elevó con los días y los llevó a un laberinto del que sólo el tiempo dirá como se saldrá.


Hernán O’Donnell