Argentina dejó una buena imagen y una saludable vocación ofensiva

Un clásico de estos tiempos, con un poco de pierna fuerte, roces, chispazos y el esfuerzo y la vocación de la Argentina por ser un equipo directo, ofensivo. Tuvo el ritmo lógico de un partido amistoso, de menor intensidad y velocidad que cuando se juega por los puntos, pero el interés se mantuvo a lo largo del encuentro, aunque el 0 a 0 dejó gusto a poco en cuanto a la emoción del gol, pero situaciones para convertir, hubo suficientes.

El conjunto de Scaloni presentó un esquema clásico de 4-3-3. Marchesín en el arco, para recuperar la confianza y tener una nueva oportunidad. Línea de cuatro con Montiel, Martínez Quarta, Otamendi y Tagliafico. De Paul, Paredes y Lo Celso para tener un medio campo ágil, dinámico de buen pie, con traslado de balón y pase efectivo. Arriba todo el talento de Dybala, la voracidad ofensiva de Lautaro Martínez y la actualidad de Joaquín Correa, de gran presente en la Lazio.

Argentina se las arregló para tener varias chances. La más clara fue a los 43′, cuando Montiel desbordó por derecha y el centro pasado lo tomó Giovanni Lo Celso para meter una tremenda volea que rozó el palo derecho de Claudio Bravo.

Antes había tenido un remate cruzado de Dybala, una maniobra individual de Correa que finalizó en rebote, y una excelente jugada colectiva entre Lo Celso, el toque a Martínez, el pase a la entrada de Dybala y el remate fortísimo que desvió Bravo.

Chile oponía un esquema similar: línea de 4 en el fondo, la solidez de Paulo Díaz, la ubicación de Parot, la seguridad del arquero Bravo…En el medio se desdobló con Aránguiz y en ataque insistió con vargas por el medio y Alexis Sánchez por los costados.

El primer tiempo se fue con el 0 a 0 y nos dejó una mejor impresión de la Argentina.

En el complemento, comenzaron los cambios y los ensayos individuales para la observación de los DT. Exequiel Palacios por Lo Celso fue la primera variante. Creció Chile. Se propuso jugar un poco más arriba. Y el partido encontró más espacios. Había sido muy apretado el juego en la primera parte; ahora la cancha se agrandó. Y la “Roja” encontró su momento, ganó con los cambios y Alexis ganó protagonismo.

Como suele suceder, los cambios permitieron ver más futbolistas, pero el juego de los equipos debió adaptarse a cada una de las variantes. Entró Alario, luego Nico Domínguez.. Mac Allister por Dybala y ya iban cuatro variantes.

Chile se mostraba un poco mejor. Pinares aumentó su dinámica, Parot subía con criterio por izquierda y Alexis se movía ya por todo el frente de ataque. Argentina encontraba buenas asociaciones con Montiel y Mac Allister por derecha, con Paredes que se juntaba y por ese lado llegaron las mejores producciones. En el medio, Nico Domínguez buscaba con Alario por afuera y Lautaro por el medio. No estaba mal la selección, pero el rival había mejorado con respecto al primer tiempo.

Acuña por Tagliafico, y un poco más tarde Guido Rodríguez por Paredes fueron los últimos cambios y ya era un equipo diferente al que había comenzado. Era otra formación. Un cabezazo en el travesaño de Lautaro Martínez fue la mejor oportunidad de la Argentina.

El balance fue positivo; la selección tuvo un buen primer tiempo, fue ambiciosa y ofensiva, generó tres o cuatro chances claras para convertir y mantuvo un dominio y control del juego a lo largo de esos minutos iniciales. Después emparejó Chile, llegó con algún peligro y equilibró las acciones.

“Hicimos cosas interesantes”, señaló Scaloni a la transmisión de TV tras el final del juego. “Tuvimos un sólo día de trabajo, pero no nos quejamos, creo que estuvimos bien; los chicos que entraron mostraron mucha frescura y jugaron bien ante un rival difícil que siempre juega con el cuchillo entre los dientes cuando lo hace con Argentina”, agregó el DT. Le quedarán muchas conclusiones a Lionel Scaloni, pero la Selección en Los Angeles, en esta nueva etapa que tiene los objetivos de la Copa América y las próximas eliminatorias, ya empezó a caminar.


Hernán O’Donnell