RB Leipzig pasó de la euforia a la angustia, pero manda en la Bundesliga

Hay muchas frases hechas para este tipo de partido: “Se puso en ventaja antes de comenzar”; “lo ganó desde el minuto 1″o “definió con un gol desde los vestuarios”. Elija la que quiera, la que prefiera. O invente una nueva. Pero RB Leipzig justificó la victoria por lo que hizo en el nacimiento del partido No hay mucha más explicación para el triunfo de Red Bull ante Paderborn. Porque era favorito el visitante ante un conjunto recién ascendido, pero también habíamos visto en Paderborn un equipo que no temía, que no tenía complejos y que intentaba jugar de igual a igual ante sus rivales; pero si no le salían las cosas, no se avergonzaba. Lo habíamos visto sí ante el difícil Borussia Dortmund, donde estuvo cerca de una gran hazaña. En casa, y ante un serio candidato, estuvo cerca de la hazaña pero al revés de lo que había hecho en Dortmund. En aquel encuentro se puso 3 a 0 arriba con una actuación fantástica de Mamba, pero al final igualó en 3 y cerca estuvo de perderlo. Hoy, estaba liquidado en el primer tiempo y al final pudo concretar una proeza.

Apenas habían pasado los 2′ de juego y Leipzig abrió el marcador. Una maniobra combinada por izquierda y Patrick Schick derrotó al arquero local Zingerle, con un suave toque cruzado, para poner el 0-1.

Se empezaba a notar la diferencia de jerarquía entre un equipo que va entre los primeros y el otro, que lucha en el fondo de la tabla. Y por si fuera poco, a los 3′ llegó el violento remate desde afuera de Sabitzer y el partido quedó 0-2. Reanudaban a los 4′ de juego y todo parecía sentenciado, aunque nos quedaba un largo tramo para ver buen fútbol, como es habitual en esta Bundesliga.

Paderborn intentó salir. Contó con el aliento de su gente, el ímpetu de su juego y la velocidad de Mamba. Apretó un poco más, pero en cada balón dividido, en cada jugada mano a mano, en cada maniobra colectiva, se notaba la diferencia entre los dos equipos. Encima, a los 26′ Timo Werner recibió en el área, se metió por derecha y gambeteó al arquero para definir y marcar el 0-3.

El primer tiempo se cerró con un claro dominio del visitante. Parecía que el libreto estaba escrito, pero en el fútbol los duendes de lo imprevisto siempre rondan por los estadios.

Paderborn es un equipo que no tiene complejos. Que intenta y lucha. Y juega. Salió decidido en el complemento; tuvo un gol que el VAR no le convalidó cuando se jugaban 48′. El off side había sido milimétrico pero la tecnología era implacable. Lo que valía era el mensaje: Mamba y compañia estaban dispuestos a dar pelea.

Enseguida llegó otra corrida del centrodelantero local y un remate combado, bien ejecutado por Mamba a los 62′ achicó distancias: 1-3.

El estadio, completo en sus 15.000 localidades explotó. En un corner, apretados, los fieles seguidores de Leipzig entendieron la preocupación; los locales, se subieron al carro de la esperanza.

El partido tomó otro curso. El local iba con mucho entusiasmo y el RB Leipzig se había confundido. Ya no tenía la pelota, aunque cuando podía armar alguna jugada, mostraba los dientes. Sobre todo, cuando pasaba por los pies de Werner.

Gjasula apareció a los 73′ para marcar el 2-3. Ahí un escalofrío recorrió las pantallas del mundo que llevaban las imágenes a todos los rincones del planeta; el gran Leipzig, el candidato al título, el equipo que había alcanzado una ventaja importante desde los vestuarios, el que parecía tenerlo ganado desde el arranque, ahora estaba cerca de perderlo todo. O por lo menos, dos puntos de oro.

El encuentro se hizo más friccionado. Surgieron las piernas fuertes y no aflojó la velocidad. El visitante intentaba salir del atolladero. Encontró una maniobra clara donde Timo Werner estuvo a punto de convertir con el arquero local ya desenfocado, pero apareció la pierna de Kilian para impedir el gol.

RB Leipzig había sacado una ventaja importante, casi definitiva, en el nacimiento del juego. Después, se apagó, se distrajo, se enredó en el vértigo de Paderborn, que ya demostró sus cualidades a pesar de que los números en la Liga no lo ayudan, y estuvo cerca del derrumbe. Pasó de la alegría a la angustia, pero pudo sobrevivir y acomodarse en lo más alto de la tabla.


Hernán O’Donnell

Cuando todo terminaba, Schalke 04 encontró la puerta de la victoria y se trepó a lo más alto

La Bundesliga presenta espectáculos atrayentes y dinámicos. Cada partido es una fiesta. Y se ha metido en la piel de la gente. En este fútbol globalizado, donde las pantallas de TV y de muchas otras plataformas, transmiten todos (o casi todos) los partidos de las Ligas más importantes del mundo, la alemana se ha ganado un lugar entre las más vistas y consumidas del planeta.

Además, se ha roto la hegemonía de Bayern Münich, equipo que se había adueñado de las últimas competencias, que le sacaba ventaja desde las primeras jornadas a sus perseguidores y adelantaba el último capítulo cuando promediaba la película. Por supuesto que aún hoy es dominante y gran candidato, pero han subido muchos conjuntos, se ha equilibrado hacia arriba y varios son los pretendientes a la corona.

En el inicio de la 13º fecha, en el partido adelantado del viernes, el local Schale 04 partía como favorito ante Unión Berlín. No solo por jugar en el Veltins Arena de Gelsenkirchen, sino por el rendimiento, la posición en la tabla, las expectativas. Sin embargo, el visitante salió a jugar sin complejos y a los 8′ tuvo una llegada clara por medio de Andersson quien metió un fuerte remate que el arquero local Nübel pudo desviar.

Pero Schalke sabía lo que buscaba. Y como conseguirlo. Trabajo en equipo, combinaciones, buenas maniobras y el gol que llegó rápido, tras una pared por izquierda, el centro y la aparición de Benito Raman para convertir con un violento remate desde lejos, a los 22′ y poner el 1 a 0.

Pero el fútbol no se detuvo. Porque en este juego, los equipos no se deprimen. Pueden recibir un gol, pero buscan salir adelante. Y Unión Berlín fue, con ímpetu y ganas y encontró el empate en una jugada que no nos pareció penal, pero el árbitro si tuvo esa percepción e Ingvartsen logró el empate 1 a 1 cuando se jugaban 35′.

El partido ganó en emociones e intensidad. Unión Berlín insistió, quería demostrar que no era el “partenaire” y tuvo una chance más, que el arquero Núbel volvió a cortar. Y sobre el cierre de la primera etapa, Schalke acumuló sus chances con un brillante tiro libre de Caligiuri (su principal figura en ese lapso) que Gikiewicz sacó al corner y a partir de allí tres tiros de esquina consecutivos en los que robdó el gol para los locales para terminar el primer tiempo con tres minutos adicionados disputados.

El segundo tiempo comenzó con un poco menos de intensidad. A Schalke se le hizo difícil profundizar el ataque, no encontraba agujeros y la movilidad de Caligiuri no alcanzaba para provocar daño a una defensa que se sostenía con el cierre de los tres zagueros y el repliegue por las bandas de Trimmel y Lenz. Asimismo, Unión Berlín se animaba. No se conformaba con sacar el empate. Ingvartsen y Andersson sumaban potencia en ataque y el ingreso de Becker les dio más compañía.

Para Schalke el partido era complejo; podía tener el balón y siempre buscó atacar con pases rápidos y a un toque, pero cuando lograba llegar a la zona de fuego aparecía alguna pierna de la visita para cortar el avance.

El fútbol tiene sorpresas escondidas que aparecen cuando nadie las espera; por supuesto que en el análisis, en el estudio profundizado de cada partido, cada situación se encuentran las razones lógicas del desarrollo o desenlace de una jugada. Pero para la mirada pura del espectador y la fantasía de los que aún sueñan con el fútbol como un juego, están los duendes agazapados y surgen en momentos en los que nadie predice su aparición. Fue a los 85′, cuando el partido entraba en la fase final, que el defensor visitante Subotic no pudo controlar con eficiencia un balón largo, la pelota la tomó Caligiuri, pasó al medio para Harit y este abrió a la izquierda para Serdar quien convirtió el 2 a 1 para el local con un buen remate.

Schalke quería la victoria para treparse a la punta, pero los caminos estaban cerrados. Y se abrieron cuando los dioses del fútbol aparecieron en una pelota que parecía controlada por la defensa visitante. Por eso la alegría, la sonrisa y la satisfacción de meterse en la pelea en lo más alto de la tabla.


Hernán O’Donnell

Gracias Valencia, gracias Chelsea, por el fútbol que nos regalaron

España se llenó de fútbol; otra noche de Champions League y un encuentro de dos equipos generosos, que no integran la primera línea de candidatos pero que pretenden llegar a la clasificación y después ver. Valencia, con su orden habitual, la prolijidad en el traslado y la conducción sabia de Dani Parejo, frente a un Chelsea ambicioso, atrevido, veloz. Un equipo que no se escondía en el refugio del visitante. Así se armó el partido, con uno, el local, que buscaba a través del orden y el progreso. El otro, que buscaba de igual a igual, con mucho ritmo y presión, como si se tratar de un encuentro en campo neutral.

La primera llegada clara fue para Valencia: pelotazo bien dirigido de Parejo para Rodrigo, la llegada al fondo y el centro para la entrada de libre de Maxi Gómez, que no pudo conectar a los 18′. La segunda también fue para el local. Cortó Ferrán Torres, abrió para Soler, el pase a Parejo y la habilitación a Maxi Gómez que otra vez no pudo llegar a dirigir bien el remate y se perdió otra ocasión a los 29′. Valencia lucía menos, pero llegaba mejor.

Chelsea tenía el sello de los equipos de la Premier: francos, honestos, ofensivos. Con una gloria en el banco como Farnkie Lampard, intentaba continuar el sello de un sabio como Sarri. Y amenzaba con Willian, Kanté, Kovacic, Pulisic y esa enorme promesa que es Abraham. Y tuvo a los 37′ una gran oportunidad con Abraham, que la desvió Cillessen en un esfuerzo supremo.

La respuesta fue letal. Centro de Rodrigo Moreno, aparición de Soler en el medio del área chica y concreta con un remate fuerte. 1 a 0 a los 39′ para el Valencia.

Pero los gritos no se acallarían. Salió con todo Chelsea y tras un corner y un despegue débil, la pelota le quedó a Kovacic que empató con un violento tiro desde afuera para sellar el 1 a 1 a los 40′ de un primer tiempo vibrante. Y antes de terminar el primer tiempo, Pulisic armó una jugada maravillosa en la que dejó solo a Kovacic, quien, volcado a la izquierda, sacó un remate tremendo que Cillessen desvió al corner.

Con un ritmo enloquecedor, un estadio efervescente y una noche llena de fútbol, terminó el primer tiempo, con promesa de continuar con la fiesta.

Michi Batshuashi por Abraham, quien se fue lesionado tras un choque con Ezequiel Garay, fue la variante al iniciarse el complemento. Pero no se amilanó el conjunto de Lampard. Salió decidido y logró la ventaja a los 50′, tras una pelota que le bajaron a Pulisic y este convirtió. Tras una revisión exhaustiva del VAR, Chelsea revirtió el resultado y se puso de visitante arriba por 1-2.

Con su habitual estilo, el local intentó dominar. Parejo para organizar, Coquelin para sumarse a la mitad de la cancha y Kevin Gameiro para reforzar el ataque, fueron sus apuestas. Una ocasión magnífica llegó a los 63′ cuando Jorginho le cometió una falta a Gayá y Valencia pudo saborear la igualdad, pero el arquero Kepa detuvo el lanzamiento de Dani Parejo y el partido continuó favorable al visitante.

Chelsea prefirió armar línea de cinco con el ingreso de Emerson por Jorginho cuando llegábamos a los 70′ y plantear un partido de contra en los minutos finales.

Valencia tenía un grito escondido. Daniel Wass, arrancó por derecha, recibió un pase y cuando llegaba a la posición de lanzar el centro, sacó un trio que se fue directo al arco, pegó en el segundo palo y se metió para marcar el 2 a 2 cuando estábamos en los 81′ de juego. De la galera llegó la igualdad y sólo el danés sabrá si tiro un centro o remató al arco.

Los minutos finales tuvieron la misma intensidad que los iniciales. Con determinación y coraje, los dos equipos fueron en busca de la victoria. Se lo perdía Chelsea, y de contra lo desperdició Rodrigo sólo frente al arco cuando ya estábamos en los 90+5′. Hasta el final mantuvieron vivas las emociones y la incertidumbre por el resultado. Buscaron y obtuvieron un punto cada uno que los deja a la expectativa para luchar en la última fecha por la clasificación. Si les toca o no, lo veremos en diciembre, pero la fiesta de fútbol que nos regalaron, fue un hermoso regalo del año que empieza a cerrarse.


Hernán O’Donnell

París salió adelante en Madrid y sueña con la conquista de Europa

Para muchos era una especie de final anticipada; o, por lo menos, un encuentro de candidatos, que bien podría ser un choque de semifinal, o de cuartos de final. Dos equipos plagados de estrellas, un gigante del mundo que sueña con una nueva conquista de la vieja Copa de Campeones, la que tantas veces conquistó a lo largo de las décadas. El otro, una constelación de grandes jugadores, que año tras año invierte millones y millones para alcanzar el sueño que desvela a todo París…

Un arranque a todo ritmo, con dos conjuntos atrevidos, hasta que Real Madrid hizo valer todo el peso de su historia y su casa, el mítico “Santiago Bernabéu”.

Iban 16′ cuando el encuentro alcanzó el primer grito; una jugada rápida, bien elaborada por Federico Valverde, el centro, el remate en el palo y Benzema que abre el pie para burlar la estirada de Kaylor Navas, cambiar el ángulo y meter el 1 a 0 para el local.

A partir de allí, tremendos 15 miuntos del equipo blanco. Con circulación, ritmo, la conducción de Isco y la movilidad de todos. Valverde por derecha, Kroos por izquierda, Hazard para asociarse y Benzemá para pesar fuerte en el centro del ataque. Cuando se sumaban los laterales, sobre todo Marcelo, era muy difícil para el equipo parisino poder sostenerse. Fallaban Gueye y Meunier por derecha, le costaba a los medios cerrarse y sufrieron embates que Navas pudo controlar.

Después, pasados los 33′ de juego, PSG se animó un poquito más. Con Mbappé rápido y movedizo, más algunos encuentros con Icardi, la inteligencia de Di María para ubicarse, el equipo de Tuchel mejoró y llegó al arco de Courtouis.

Igual, el peso de Madrid en el partido era más fuerte. Amenzaba más, lastimaba más. Se lo veía más sólido y más agresivo. Carvajal a los 38′ sacó un tiro terrible que Navas sacó al corner; a los 39′ Casemiro sacudió el techo del arco. Madrid sumaba oportunidades.

Era un gran primer tiempo, con un notable protagonista y un actor que no era “de reparto”; mantenía un papel de co-protagonista con aspiraciones de asumir el papel mayor. Y se le abrió una puerta en el minuto 42. Marcelo que pierde una pelota en ataque, rápido contragolpe, pelotazo para Icardi, salida larga de Courtouis y choque que mereció revisión del VAR. No fue penal, se retrotrajo la tarjeta roja al arquero para dejarlo limpio y foul previo a Marcelo. La jugada, al cabo, no cobró trascendencia, pero para PSG fue una señal de que podía animarse. Así se cerró el primer tiempo. Con un actor estelar y otro agazapado, que parecía secundario, pero que tenía aptitudes y cualidades como para aparecer en cualquier momento.

Neymar por Gueye en el segundo tiempo fue la variante que propuso París para torcer la historia. Un cambio posicional, Di María a la mitad de la cancha, y la intención de pelear el partido.

Madrid salió con la misma premisa y a los 30″ tuvo una chance con la aparición solitaria de Marcelo por izquierda, el centro y la llegada de Benzema. Después, el partido se empezó a apagar. A perder intensidad. Y el reloj empezó a correr a favor del local. Cuando promediaba el complemento, dos cambios más para PSG: Drexler por Di María, Pablo Sarabia por Mauro Icardi. Todo jugado, a buscar el empate. Mientras el local también se refrescaba: Bale por Hazard, después Modric por Valverde.

Todo parecía diluirse sin demasiadas novedades. Madrid controlaba y París no encontraba los caminos. Encima, una jugada de Modric, el toque de Isco, la aparición (otra vez!) de Marcelo por izquierda, el centro y el gol de Benzema a los 78′ que parecía sellar el resultado: 2 a 0. Rodrygo por Isco y el partido que parecía definirse, pero el fútbol siempre tiene una sorpresa escondida…

Tras la reanudación del segundo gol local, un error en la defensa, el centro que se desvía en Casemiro, Varane que quiere cerrar y le burla la pelota a la salida de su arquero Courtouis y se la deja servida a Mbappé para que achique a 2-1 cuando iban 80′.

Entusiasmado, PSG fue por más. Buena maniobra de Neymar por izquierda, el centro para Mbappé, el rebote le queda a Pablo Sarabia y el español mete un remate extraordinario al ángulo superior izquierdo del arco local. 2 a 2 y la sorpresa invadía la noche de Madrid.

Lo pudo ganar París con una corrida de Mbappé y lo tuvo en el último minuto agregado Bale con un tiro libre que pegó en el palo izquierdo de Kaylor Navas. Fue 2 a 2.

París Saint Germain sonrió en Madrid. Se llevó un punto impensado en una noche difícil, que le permite terminar primero en su grupo y mirar con optimismo el futuro en la Champions League, porque si bien no fue el protagonista principal, dio una muestra de carácter para no quedarse en un papel de reparto y poder soñar con la Copa que tanto desea.


Hernán O’Donnell

Cuando el telón bajaba, Flamengo metió dos golpes y se llevó la Copa

El fútbol es el más maravilloso de todos los deportes. De todos. No hay ninguno que se lo pueda comparar. Hay espectáculos atractivos, fascinantes, intensos y hasta vibrantes. Pero que puedan tener semejantes cambios, que puedan producir variantes inesperadas, que lleguen finales impensados, que en dos minutos se borren ochenta y ocho que fueron de otra manera…River tuvo la Copa en sus manos durante casi todo el partido. La tuvo y de a poco se hizo dueño de ella, la empezó a arropar, a cuidar, a esconder, y cuando la empezaba a envolver para llevarselá a Buenos Aires, apareció Flamengo y de dos cachetazos se la arrebató y le cambió el boleto del destino final.

Es lo que tiene este bendito deporte. Esa impensada modificación de un resultado, que cuando más parece asegurado y resuelto, llega una ráfaga que cambia la historia, revierte lo hecho y todo aquello que parecía sentenciado va a parar al canasto de descartes y se teje un desenlace inesperado. Parecía que la Copa era de River. La tenía, estaba ganada. Todo lo que sucedía en los minutos finales nos llevaba a pensar que era una historia terminada. Porque el partido ya había entrado en el tiempo de cierre y la lectura del juego indicaba que estaba mejor el equipo argentino, que tenía el juego controlado y Flamengo no había hecho más que algunos ataques aislados pero no lucía impetuoso, dominante, desbordante…Y sin embargo, cuando nadie lo imaginaba, todo cambió.

Flamengo salió a jugar con su estilo habitual, de toque cuidadoso y control del balón. River le opuso intensidad, atropello, marca en todos los sectores de la cancha y mucho rigor físico. Y cuando las cartas empezaban a mostrarse, llegó el gol del equipo argentino. Perez presionó para recuperar una pelota, falló Filipe Luis en la salida, no pudo controlar el centro, tampoco lo hicieron los defensores, y Santos Borré, desde el punto del penal abrió el marcador. 0-1 para River, cuando iban 14′ de juego. Un grito desaforado recorrió las tribunas millonarias de todo el país y a partir de ahí se empezó a jugar el partido que Gallardo quería.

River se acomodó al partido. Presionó la salida de Flamengo, propuso siempre una marca asfixiante sobre el que tenía la pelota y realizó un despliegue físico notable. Santos Borré y Suárez corrían por todo el frente de ataque para perturbar la salida prolija de los brasileños, y Enzo Pérez cubría todo el anco de la cancha. Atrás, Pinola mostraba despliegue y agresividad para cerrar cada intento carioca.

Flamengo no encontraba ni el ritmo ni las ideas. No entendió el partido. Muy quieto, sin velocidad ni dinámica, sus toques eran cortados y no aparecían ni Burno Henrique ni De Arrascaeta para elaborar juego. Gabriel era una sombra indetectable en el campo.

El fin del primer tiempo dejó una imagen más clara de River y una sensación de que el partido podía ser controlado si manetnía ese libreto recorrió el cielo de Lima.

El complemento fue parecido. River controló y Flamengo inentó un poco más, pero sin constancia ni derroche de juego. Mejoró con el ingreso de Diego, porque le dio otra velocidad, otra dinámica y generó un poco más de juego.

Sin embargo, lucía firme el conjunto millonario. Y los minutos pasaban mientras no había señales de cambios en el desarrollo del juego.

Los cambios, de a poco, empezaron a torcer el juego. por lo menos en cuanto a influencia. El ingreso de Diego le dio otra dinámica a Flamengo, fue dicho. Pero las variantes en River le quitaron potencia a su juego. Julián Alvarez por Fernández resultó un cambio raro, más por las posiciones que por los nombres propios, ya que Alvarez jugó bien y Fernández no tuvo una buena tarde. Pero resultó raro desde lo posicional, un delantero por un volante pareció arriesgado, por todos los movimientos generales que implicaban. Y más se notó cuando Pratto entró por Borré, ya que salió su mejor delantero y el “Oso” no terminó de afirmarse como centrodelantero de área sino que jugó por afuera y de hecho, de un intento suyo en posición de volante vino el error que derivó en el empate. Y Paulo Díaz, que entró por Casco, no pudo cerrar en el final de la jugada, aunque nada hay para recriminarle.

Porque esos detalles le costaron el partido a River. Que lo había jugado muy bien y lo tenía controlado. Salvo una clara situación a los 75′, Flamengo no tenía más situaciones. Y los últimos diez minutos de juego transcurrían en campo brasileño, con un control de balón de River que, mientras los minutos corrían, parecían presagiar el final sin modificaciones. A los 86′, tras una buena maniobra por izquierda, Palacios la llevó a un costado, le hicieron falta y llegó al minuto 87; reanudó con un suave toque, mantuvieron la posesión y pasados los 88′ se la pasaron a Pratto, que intentó, solo más allá de la mitad de la cancha en campo de Flamengo, casi parado como volante, llevarla. Despuépretendió un pase vertical, rebotó en un rival y le quedó otra vez el balón. Intentó llevar la pelota cuando lo más aconsejable era un pase rápido a un lateral. Y ese querer llevarla lo llevó a perderla; se generó un contragolpe inesperado, De Arrascaeta la llevó, habilitó a Bruno Henrique, este se la devolvió con un gran pase para su entrada solitaria por izquierda y el uruguayo habilitó a Gabriel que entró solo por derecha y marcó el 1 a 1 a los 88′.

Un balde de agua helada para el equipo que parecía tener el partido en sus puños. Una explosión de alegría para los miles y miles de fanáticos brasileños que recuperaban el alma cuando el partido tocaba su fin. Y en ese aturdimiento, cuando el encuentro se reanudó, Flamengo había revivido y River estaba groggy, como el boxeador que recibe un piñazo en el último round y empieza a tambalear. Tenía la pelea ganada, pero en la última vuelta un golpe lo tiró al piso. Cuando quiso levantarse, aturdido, recibió el golpe de knock out. River estaba mal parado y desordenado cuando salió un largo pleotazo del fondo, Pinola (de excelente partido hasta el momento) no la pudo controlar, Gabriel le ganó la pelota y la posición, superó el cierre tardío de Martínez Quarta y con un potenet remate venció a Armani a los 90+1′. Era el golpe que lo envió a la lona. En los últimos segundos del último round, dos manos le sacaron la corona. La primera lo dejó groggy; la segunda, lo noqueó.

River vio como en tres minutos se le escurría lo que tenía casi asegurado. Cuando todo parecía concluir y los festejos empezaban a sonar, la felicidad cruzó de un arco a otro. Apenas quedaron unos minutos para la expulsión de Palacios por su foul y agresión posterior fruto de la impotencia del momento, y la salida también por roja de Gabriel, por conducta antideportiva.

Flamengo vio como los dioses del fútbol le guiñaron un ojo. Como le sonrieron y lo premiaron como un obsequio por la gran Copa realizada en todos los partidos previos, al margen de una tarde donde pareció haber olvidado todo su repertorio. Pero encontró el trofeo por esos dos golpes que metió cuando caía el telón de la final única, para darle la razón a los duendes que siempre rondan en este bendito deporte y por eso lo hacen único, impredecible, maravilloso.


Hernán O’Donnell

Borussia perdía 0-3 y al final salvó un punto ante un Paderborn audaz

A los 4′ el bullicio, la expectativa, la increíble atmósfera que siempre rodea al Signal Iduna Park cuando juega Borussia Dortmund, se vio sacudida por un baldazo de agua helada. Se escapó Proger por derecha, pasó en velocidad a su marcador, Sculz, y lanzó un centro para la entrada solitaria de Mamba que con un remate corto y certero derrotó a Bürki y abrió el marcador: 0-1 para Paderborn, recién ascendido y último en las posiciones. Sorpresa tremenda en el inicio de la jornada número 12 de la Bundesliga.

Dortmund intentaba con más fervor que fútbol; Sancho, Reus y Guerreiro en la posición habitual de medias puntas, con rotación, habilidad y búsqueda de conexión con Paco Alcácer. A partir del golpe, intentó acomodarse y apoyarse en esos cuatro hombres que elaboraban juego para intentar torcer la historia.

Era una mezcla rara de empuje, fervor y desorden. Paderborn se mostraba concentrado y amenazante con cada contragolpe. Entre las dos propuestas, el partido era intenso, abierto y jugado con buenas intenciones, francas y ambiciosas. A los 24′ tuvo una clara oportunidad el local, con un centro de Piszczeck y la aparición de Guerreiro, pero el remate del portugués se fue pegado al palo izquierdo del arco visitante.

A los 36′ llegó una nueva puñalada. Con el local volcado hacia el ataque, el Paderborn metió una contra letal: pelotazo largo para Mamba, quien dio el paso atrás para partir desde su campo y evitar el off-side, y se lanzó en una larga carrera, donde controló la pelota, la llevó, supero en velocidad a Weigl y Hummels, y cuando llegó al área sacó un violento rio que señaló el 0-2. Un golpe tremendo para un equipo que iba a ciegas, decidido, pero sin tomar recaudos ni serenidad.

Pero las sorpresas no se terminaban en ese tremendo primer tiempo. Otro contragolpe y otra puñalada; pelotazo de Collins a Holtmann por la banda izquierda, arranque del wing por su sector, supera en velocidad a Piszczeck y cuando salía el arquero Bürki, Holtmann resuelve con un toque suave y marca el 0-3 a los 42′ de juego.

Para colmo Paco Alcácer no podía continuar y Borussia perdía a su centrodelantero, reemplazado por Julian Brandt. El primer tiempo se cerraba con ese resultado catastrófico y un inmenso coro de silbidos para el local, que tenía que planificar un segundo tiempo que le permitiera revertir la historia.

Dos cambios más para arrancar el segundo tiempo metió Lucien Favre: Hakimi y Hazard por Schulz y Dahoud. Toda la carne al asador, las tres variantes y a matar o morir.

A los 46′, el descuento por intermedio de Sancho. El partido quedaba 1-3 y parecía que Paderborn sentía el esfuerzo de la primera parte y había empezado sin tanta concentración. Como fuera, el partido tomaba otro color y crecía en emociones. Dortmund lucía más sereno que en el primer tiempo; más pensante, con más tiempo para elaborar las jugadas. Era un equipo menos apurado, con menos vértigo y eso le permitía generar mejor volumen de juego, además de controlar más las acciones en cuanto a prever contras u otras maniobras del visitante. Estaba mejor Dortmund con respecto a sí mismo, a lo que había hecho en el primer tiempo. A los 55′ Hummels tuvo un cabezazo que se fue cerca. Lucía mejor el equipo local. Más aplomado.

Paderborn no podía salir; le costaba cruzar la mitad de la cancha y a los 63′ se fue Holtmann, lesionado, reemplazado por Anti-Adjej. Y cuando lo pudo hacer, cuando pudo volver a inquietar al Dormund, recién a los 64′, Mamba se perdió un gol casi hecho, porque quedó solo ante el arquero local y su tiro se fue apenas desviado, muy cerca del poste derecho.

Y esa jugada le dio confianza al visitante. Vio que podía, que no se había agotado su poder de fuego. Pareció entender que la mejor defensa sería volver a atacar, como en la primera parte. De ese modo, el partido se equilibró un poco más. Dortmund insistía con búsqueda por los costados y Paderborn amenazaba en cada contra que encabezaba Mamba, veloz y escurridizo. En los diez minutos finales empezó a sentir el rigor del partido y el paso del tiempo y decidió arriesgar más. Fue a buscar con lo que quedaba. Zingerle, el arquero visitante, crecía en cada intervención; le sacó un remate cruzado a Brandt y atrapó un disparo de Sancho. Pero no pudo con un centro más y a los 83′ Witsel marcó de cabeza. Dortmund quedaba 2-3 y con tiempo para ir en la búsqueda de la salvación del honor.

Sancho sacó un tiro que se fue cerca a los 86′. Dortmund iba y abría espacios a su espalda. Pero no le quedaba opción. Tenía que jugarse por salvar algo en un viernes oscuro. Y en la agonía encontró el tercero. Sancho encontró un rechazo defectuoso, recibió por izquierda, sacó el centro al medio del área chica y Reus de cabeza marcó el empate, cuando iban 90+1′. 3 a 3 y aún dos minutitos por jugarse.

La última la tuvo Paderborn, pero Mamba no quedó cómodo para sacar el remate final. Y la igualdad no se modificó. El partido fue entretenido y atractivo para los neutrales. Dortmund, a pesar de la remontada, sintió que había sumado sólo una unidad. Paderborn, que llegaba último y firmaba el empate antes de empezar, sintió el sinsabor de haber resignado la victoria tras haber estado 3 goles arriba e incluso, llegaba 1-3 cuando restaban siete minutos. Y al final, dejó dos puntos que pensaba que ya estaban en su cuenta.

Pero los neutrales, ganamos. Por el partido, los goles, el ritmo y la generosidad de otro encuentro vibrante de la fabulosa Bundesliga.


Hernán O’Donnell

La selección camina y aprende a hablar

Como un bebé que empieza a dar sus primeros pasos; con prudencia, con recaudos, y con paciencia, la selección de Lionel Scaloni ya está en marcha. Un ciclo que empezó en silencio, casi sin que nos diéramos cuenta, con el torneo de L’Alcudia en España apenas unos días después de la finalización de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018, la selección nacional abrió paso a una nueva historia, que reflejamos en una nota publicada el 8 de agosto del año último pasado, cuando advertíamos que en ese torneo juvenil, reservado para la categoría sub 23, había nacido un nuevo ciclo del seleccionado argentino.

A partir de allí se encadenaron varios amistosos, la Copa América Brasil 2019 y una nueva tanda de partidos que deja satisfechos al cuerpo técnico, a los dirigentes, a los propios futbolistas y por supuesto, a los hinchas.

La Argentina le ganó a Brasil un partido complicado, que lo resolvió con un penal, que en verdad fue atajado por Alisson Becker a Messi y del rebote Lio convirtió, y lo justificó en el segundo tiempo, donde mejoró su rendimiento y demostró por qué merecía llevarse la victoria.

En el inicio del partido Brasil controló la pelota y dominó las acciones. Se aproximó al arco de Andrada y contó con un penal a favor que desperdició Gabriel Jesús con un tiro desviado. Después vino la jugada de Messi, el toque suave del defensor brasileño, la caída en el área y el penal que terminó con el gol argentino.

En el segundo tiempo, el equipo de Scaloni se paró mejor, supo copar la mitad de la cancha, ganar la posición y la posesión en el centro del campo y generó varias situaciones como para aumentar el marcador, que fueron, en su mayoría, abortadas por Alisson, el gran arquero brasileño.

Y cuando Brasil intentaba salir desde el fondo con pelota asegurada, la Argentina lo presionaba bien arriba, para recuperar y estar cerca del arco rival. Pero si pasaba esa línea y avanzaba hacia la mitad de cancha, la Argentina se escalonaba bien en defensa, para cortar más atrás y encontrar espacios grandes y abiertos para meter el contraataque. Buenos síntomas de una idea que empieza a gestarse.

Ante Uruguay empató, sobre el final, un partido que casi pierde y mereció ganar. La Argentina fue más por el control del juego, por que tuvo casi todo el tiempo la pelota y porque se posicionó bien cerca del arco de Martín Campagna. Y la “Celeste”, en dos jugadas, casi sus únicos dos ataques del encuentro, le complicó la vida.

En el primer tiempo, tras un buen lapso de manejo argentino, llegó el gol de Uruguay tras una buena habilitación de Torreira a Suárez, el achique de la Argentina que no sirvió y el pase del delantero de Barcelona a Cavani que convirtió dentro del área chica. Después, la Argentina fue y buscó, hasta encontrar el empate tras un tiro libre de Messi que le puso la pelota en el lugar exacto a Sergio Agüero, y el “Kun” convirtió de cabeza.

Pero el empate duró poco porque Suárez convirtió de tiro libre en una falta que supo “generarla” y su fuerte remate venció a Andrada.

Quizás le faltó velocidad y cambio de ritmo a la Argentina; quizás los cambios no potenciaron su juego; quizás las salidas de Marcos Acuña y Leandro Paredes disminuyeron su poder de fuego, pero el equipo no dejó de ir. De buscar.

Y en el minuto 90 encontró su premio en el penal de Martín Cáceres y el remate exitoso de Lionel Messi, que puso el justo 2 a 2.

Un balance positivo para la Argentina. Tuvo dos buenas actuaciones ante dos potencias mundiales, que además serán los principales adversarios en las competencias oficiales que se jugarán el año que viene: la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Qatar 2022 y la Copa América Argentina-Colombia 2020.

El plantel está casi definido, el equipo también toma su perfil, el estilo de juego empieza a asimilarse, los recursos y variantes se observan en cada encuentro, la idea se consolida…nace una nueva Selección Argentina que ya dio sus primeros pasos y comienza a pronunciar sus primeras palabras.


Hernán O’Donnell

Argentina y Uruguay empataron en la intensidad del Clásico

Argentina jugó bien el primer tiempo. A pesar de que se fue al descanso con una derrota parcial por 0-1; porque Uruguay sólo fue el gol. Antes y después del tanto, la “Celeste”, vestido todo de blanco para la ocasión, se dedicó a replegarse en su campo, achicar espacios y contener a la “Albiceleste”, todo de azul en el partido en Tel Aviv.

La Argentina se acomodó con un esquema que se repite: línea de cuatro, tres volantes (De Paul, Paredes y Acuña) y tres delanteros, Messi, Dybala y Aguero, que rotaban, con la excepción del “Kun” que se mantuvo casi todo el tiempo como extremo por izquierda.

Con la salida permanente de Renzo Saravia, el equipo de Scaloni armó sus maniobras por el sector derecho. Allí iba el lateral, se asociaba con De Paul, Messi y Dybala. Y por ahí buscaban doblegar a un Uruguay agazapado, que debió reemplazar a Coates muy temprano, y con el ingreso de González midificó la defensa, pues el ingrsado se ubicó como lateral derecho, pasó Martín Cácers de primer central y Godín se corrió como central por izquierda.

En la mitad de la cancha, el equipo de Tabárez ponía a Matías Vecino para cortar y muy cerquita a Federico Valverde para enlazar con los de arriba. Suárez, aislado por derecha y Cavani cerca siempre de Paredes, no pesaban en el ataque. Se iba el primer tiempo con una mejor imagen de Argentina hasta que a los 34′ Torreira tomó un rebote sobre la medialuna de la defensa argentina, abrió muy bien a las espaldas de Tagliafico para la entrada de Suárez por derecha, los centrales Otamendi y Pezzella también habían salido apresurados, miraron más a Torreira, la pelota y el pase abierto que los hombres que se ubicaron a sus espaldas, Cavani y Vecino. Suárez, que había recibido a espaldas del lateral del Ajax, envió el centro para el ingreso de los dos hombres descuidados. Y Cavani, cerca del área chica, derrotó a Andrada. 0-1, y lo que quedaba del primer tiempo se fue entre pierna fuerte y un buen tiro libre de Messi que atajó Campagna.

El segundo tiempo tuvo un libreto parecido. Una Argentina que controló el balón, que salió incluso unos metros más adelante y que intentó tocar y tocar hasta que aparecieran los espacios para abrir a la sólida defensa uruguaya. Sin embargo, encontró la igualdad en una pelota parada. tras una falta a Marcos Acuña, Leo Messi se encargó del tiro libre desde la banda izquierda y lanzó un centro corto, medido, exacto, a la cabeza de Sergio Aguero, que con un golpe del parietal derecho le cruzó el balón a Campagna y marcó el 1 a 1 a los 62′ de juego.

Poco duró la alegría. Uruguay salió y tras un foul de Pezzella a Suárez, el delantero de Barcelona se hizo cargo del mismo y metió un remate muy fuerte, alto, pero al medio del arco, que Andrada no pudo despejar y su mano se dobló ante el impacto. 1 a 2 para Uruguay a los 68′.

Argentina, que jugaba un poco mejor, que tenía intenciones ofensivas y proponía buscar el partido, otra vez se encontraba abajo en el marcador. Tenía que salir, ahora ya faltaban veinte minutos y el equipo de Tabárez armó adelante de su línea de cuatro defensores, una muralla de cinco volantes con el ingreso de Bentancur para mover los hilos y buscar a Suárez para el contragolpe.

Los cambios no le habían dado resultado a la Argentina. Con la salida de Acuña perdió fuego en la banda izquierda, con el retiro de Paredes perdió manejo y lanzamientos en la mitad de la cancha…si fue positivo Nicolás González y más tarde Lautaro Martínez para potenciar el ataque, pero se iban los minutos y el partido se perdía.

Pero tanto insistió, que sobre el cierre la “Albiceleste” tuvo su premio. Centro para Aguero en el cierre del match, la pelota que pega en el brazo abierto de Cáceres y el penal que convierte Leo Messi cuando se jugaban 90′ del partido. El 2 a 2 quedaba sellado, los minutos adicionales se fueron entre alguna escaramuza y el cansancio de quienes ya habían dado todo.

Hubiera sido injusto que la Argentina perdiera. Había hecho más por el partido, y en dos llegadas (las únicas) Uruguay se lo había complicado. pero tanto insistió, tanto buscó, que al final la suerte le sonrió.


Hernán O’Donnell

El viejo Clásico del Río de la Plata vuelve a vivir otra edición

Es uno de los clásicos más viejos del mundo del fútbol. Sólo superado, quizás por Inglaterra vs Escocia. Después, no hay partido en el planeta que encierre tanta historia, tanta tradición, tantas leyendas, tantas rivalidades. Con sólo decir que tiene más de 100 años de enfrentamientos y que protagonizaron la primera final de la historia de la Copa del Mundo de la FIFA, es suficiente. Argentina y Uruguay se vuelven a enfrentar y aunque lo hagan en tierras lejanas, es un partido con tanta tradición que se lo vive, como siempre, de una manera muy especial.

La tarde previa, como es habitual en el protocolo que marca los partidos de la FIFA, se realiza la conferencia de prensa de los entrenadores; Lionel Scaloni, DT de la Argentina, señaló: “Aún no tengo confirmado el equipo, vamos a esperar un poquito más. Nos tomaremos medio día más. Quiero sacar un equipo fresco, que esté al cien por ciento para el partido; está claro que Lionel Messi y Sergio Agüero van a jugar. Pero no me atrevo a confirmar mucho más, recién pasaron 48 horas del partido que jugamos con Brasil”.

Así como no confirmó el equipo, tuvo palabras de elogio hacia Uruguay: “En principio la valoración que tengo por ellos es la máxima; es una de las mejores selecciones del mundo. Tiene una buena mezcla de juventud y jugadores con experiencia de primer nivel. No perdió este año. Sabemos que son peligrosos. Soy un admirador fiel de la idiosincracia del futbolista uruguayo, tengo muchos amigos uruguayos y se como se identifican, igual que lo hacemos nosotros. Tienen un entrenador al que admiro, y creo que el camino que tenemos que recorrer es un poco lo que ellos iniciaron hacen algunos años. Imaginamos un partido muy duro, muy difícil, igual que contra Brasil. Hasta diría que, de algún modo aún es más difícil que contra Brasil. Pueden jugar con dos delanteros o un delantero y dos bandas o tres volantes atrás. Como sea, va a ser un partido muy difícil”, definió.

“Es el último amistoso previa las eliminatorias, podemos tomar el atrevimiento de ver a algún futbolista más”, agregó el coach argentino.

De todo el camino recorrido, el análisis de Scaloni es satisfactorio: ” “El balance es positivo. Intentamos sumar nuevos futbolistas en la Selección. Creo que formamos una buena base con jugadores que ya habían vestido la camiseta argentina”.

“Lo importante es jugar contra grandes selecciones. Cuánto más difíciles sean los rivales, mejor. Estamos satisfechos con los equipos que nos tocaron enfrentar en estos partidos amistosos”, opinó sobre la categoría de los adversarios ocasionales.

Así lo observa el DT argentino. En Tel Aviv se jugará otra versión del añejo clásico del Río de la Plata. Un partido con demasiada historia como para perderseló.


Hernán O’Donnell

Argentina hizo valer su juego colectivo y se llevó un triunfo merecido ante Brasil

Una constelación de estrellas, encabezada por Lionel Messi, iluminó la noche de Ryad y se desparramó por todo el planeta fútbol. Los amantes del deporte más popular, esa enorme tribu de seguidores, de fanáticos, de amantes y entendidos, se congregaron una vez más en un estadio y ante las pantallas de televisión y cualquier otra plataforma que le sirva de transmisión, para vivir, vibrar y gozar del Clásico más fuerte que existe entre selccionados del mundo.

Los minutos iniciales fueron de Brasil. Arthur se adueñó de la pelota, y se sumó a los delanteros, como Gabriel Jesús, Firmino y Willian, que volcaron el juego hacia el arco de Andrada. Una mala salida de la defensa argentina generó una situación de peligro; enseguida llegó un penal indiscutido para Brasil por infracción a Firmino, que Gabriel Jesús desperdició al enviar su remate fuera del arco de Andrada. Iban 9′ y el partido seguía 0 a 0.

Pero no había respiro; un arranque de Messi por derecha, entrada profunda, y el toque de Alex Sandro dentro del área. Ahora la Argentina tenía un penal a favor. Ejecutó Messi, atajó Alisson Becker y del rebote Leo marcó el 1 a 0 a los 13′ de juego.

El partido había arrancado a toda orquesta, con un ritmo fuerte, intensidad en el juego y llegadas a los arcos. A partir de la ventaja, Argentina se paró un poco más atrás. Solo para fabricar espacios y sobre poblar su campo cuando Brasil atacaba, así le achicaba terreno y le dificultaba sus intentos de toques y elaboración de juego. Pero cuando Brasil salía desde su arco y buscaba iniciar el juego con toques cortos hacia Militao, Thiago Silva o Casemiro, Argentina apretaba bien arriba.

Así, el partido continuaba con una trama interesante. Cayó un poco el ritmo vertiginoso del inicio, pero era muy rico el esquema que proponía la Argentina.

Brasil tuvo una par de aproximaciones; un desborde de Danilo con remate cruzado incluido, una mala salida que derivó en una intercepción de Willian pero que no pudo aprovechar, y la Argentina respondió al final con un contraataque de Messi, con el sello de “Lio”, ese arranque rápido y dominante que es su sello distintivo, pero cuando sacó el remate, fue controlado por ese excelente arquero que es Alisson Becker.

Y de esa manera se cerró un primer tiempo muy bien jugado, acorde a las dos potencias futbolísticas que se enfrentaban.

Argentina arrancó el segundo tiempo con mucha decisión. Salió a llevarse por delante a Brasil, Messi se ubicó por el medio y condujo ataques donde desbordaba Ocampos por derecha, crecía Tagliafico por izquierda y Lautaro Martínez se asociaba al juego de Lo Celso y de Paul.

Pero Brasil respondía con la velocidad de Willian y el ingresado Philippe Coutinho que provocaba con gambetas y buenos pases. A los 54′ ingresó Fabinho por Arthur y el volante de liverpool enseguida se hizo dueño del balón.

A los 59′ ingresó Acuña por Lo Celso, para oxigenar la banda izquierda. Y pronto apareció Ocampos por derecha para sacar un violento remate que se fue arriba del travesaño.

En el minuto 63 ingresó Renan Lodi por Alex Sandro; Brasil también precisaba de darle oxígeno a su banda izquierda. Argentina se abroqueló entonces un poco más, y liberó a Messi para gestar las jugadas, parado atrás de Lautaro y con Ocampos y Acuña por los costados. A los 65′ Messi remató un tiro libre al arco, desde lejos, pero fuerte y pegado al travesaño, que Alisson sacó al corner para demostrar una vez más que es el mejor aquero del mundo en este momento.

Richarlison por Gabriel Jesús y Rodrygo, la joven promesa del real Madrid por Willian fueron los cambios que propuso Tité a los 70′ del partido. Y Argentina respondió con el ingreso de Nicolás González por Ocampos. A esa altura, el partido era más luchado que jugado.

El equipo de Scaloni ensayó varios remates de afuera: el tiro libre contado de Messi, otro parecido que intentó ponerlo junto al palo izquierdo. un tiro lejano de Leandro Paredes. En todos respondió de modo brillante, Alisson.

Lautaro tuvo una muy clara a los 79′ pero su tiro se fue arriba cuando quedó solo tras un corner que había superado a todos. Scaloni mandó a Guido Rodríguez por Paredes para marcar en el medio sin el compromiso que tenía Leandro, ya amonestado, que podía quedar afuera en cualquier momento. Argentina buscaba asegurar un triunfo por el que había hecho méritos en el segundo tiempo.

Wesley por Casemiro a los 85′. El final quedaba abierto y nadie podía prever como habría de terminar todo. La albiceleste había hecho bastante para cerrar la victoria, y entró Alario por Martínez, para esos últimos minutos, y después Nicolás Domínguez por De Paul, para enfriar un poco más y que corrieran esos minutos finales. Quedaban los 5′ que agregó el juez.

Argentina jugó con el corazón. Cerró filas en defensa, pasó rápido en el contragolpe y preocupó con cada contraataque. Puso el alma de un equipo que crece y se llevó el Superclásico de las Américas para alimentar su sueño de un futuro venturoso.


Hernán O’Donnell