Un balde de agua helada de Leganés, enfrió las ilusiones de la Real Sociedad

Un viernes de lluvia y frío, como un anticipo del invierno europeo que se acerca. El partido que adelanta la fecha y el País Vasco que vibra en San Sebastián con la ilusión de un equipo que se ha metido bien arriba en la tabla y que invita a soñar. Enfrente está el Leganés, preocupado por el puntaje y la lucha dura en el fondo de la tabla. Nada impide que la gente se acerque, desafíe el clima y acompañe la ilusión. Y nos metimos a disfrutar un partido que las pantallas llevaron al mundo y que produjo un reparto de puntos y buen fútbol para gozar.

El primer tiempo nos dejó una trama previsible; el local que atacaba, que buscaba, mientras que la visita se refugiaba, achicaba espacios y medía el terreno para elaborar algún contragolpe.

Mikel Oyarzabal, el conductor, se asociaba con William José y Portu; se sumaban Zubeldia y Merino y la Real Sociedad que iba. Mientras, El Leganés se agazapaba para la contra. El partido se hizo entretenido, porque la lluvia también le agregó una cuota de dramatismo. El local acumulaba situaciones, pero Cuellar, el arquero visitante ahogaba una y otra vez cada oportunidad.

En el complemento, aparecieron las emociones. A los 62′ el centro de Januzaj se dirige a la altura exacta para la entrada al primer palo de Merino, quien conecta de cabeza y marca el 1 a 0 para el local. El público que estalla y la punta en la tabla se hace firme en la piel del equipo vasco.

Ahí se lanzó al ataque total el Leganés. Perdido por perdido, entra el argentino Guido Carrillo y va a la caza del empate con tres delanteros definidos. Pero la tarea no es sencilla. El local amenaza cuando puede atacar y el campo se vuelve pesado y barroso.

Portu, William José y Luca Sangalli, que había ingresado por Januzaj, se asociaron por derecha y construyeron varias maniobras interesantes; Leganés insistía hasta que llegó al empate: jugada por derecha, pase atrás a Roque, centro preciso al corazón del área y el cabezazo perfecto de En-Nesyri para sellar el 1 a 1 a los 77′. Un balde de agua helada caía sobre San Sebastián.

El partido creció mucho más en intensidad. Entrábamos en los 15′ finales y aumentaron los roces, los golpes, los contactos fuertes. Uno jugaba por la punta; el otro, para salir de la última posición. Bengoetxea salió muy golpeado e ingresó Elustondo en el local. Isak entró por William José y Real Sociedad se jugó todas las cartas.

Con ímpetu, toques rápidos y juego vertical, el local no se rendía. Lo tuvo Oyarzábal, pero su tiro se fue alto. Y el reloj corría…

Los minutos finales se consumieron entre los nervios, la ansiedad y el apuro de la Real Sociedad ante la férrea defensa del Leganés, su espíritu de lucha y la templanza para enfriar el juego.

Parecía que la noche iba a ser para la alegría del equipo vasco, pero el Leganés le dejó un balde helado, como la lluvia que cayó durante toda la fría noche.


Hernán O’Donnell