RB Leipzig pasó de la euforia a la angustia, pero manda en la Bundesliga

Hay muchas frases hechas para este tipo de partido: “Se puso en ventaja antes de comenzar”; “lo ganó desde el minuto 1″o “definió con un gol desde los vestuarios”. Elija la que quiera, la que prefiera. O invente una nueva. Pero RB Leipzig justificó la victoria por lo que hizo en el nacimiento del partido No hay mucha más explicación para el triunfo de Red Bull ante Paderborn. Porque era favorito el visitante ante un conjunto recién ascendido, pero también habíamos visto en Paderborn un equipo que no temía, que no tenía complejos y que intentaba jugar de igual a igual ante sus rivales; pero si no le salían las cosas, no se avergonzaba. Lo habíamos visto sí ante el difícil Borussia Dortmund, donde estuvo cerca de una gran hazaña. En casa, y ante un serio candidato, estuvo cerca de la hazaña pero al revés de lo que había hecho en Dortmund. En aquel encuentro se puso 3 a 0 arriba con una actuación fantástica de Mamba, pero al final igualó en 3 y cerca estuvo de perderlo. Hoy, estaba liquidado en el primer tiempo y al final pudo concretar una proeza.

Apenas habían pasado los 2′ de juego y Leipzig abrió el marcador. Una maniobra combinada por izquierda y Patrick Schick derrotó al arquero local Zingerle, con un suave toque cruzado, para poner el 0-1.

Se empezaba a notar la diferencia de jerarquía entre un equipo que va entre los primeros y el otro, que lucha en el fondo de la tabla. Y por si fuera poco, a los 3′ llegó el violento remate desde afuera de Sabitzer y el partido quedó 0-2. Reanudaban a los 4′ de juego y todo parecía sentenciado, aunque nos quedaba un largo tramo para ver buen fútbol, como es habitual en esta Bundesliga.

Paderborn intentó salir. Contó con el aliento de su gente, el ímpetu de su juego y la velocidad de Mamba. Apretó un poco más, pero en cada balón dividido, en cada jugada mano a mano, en cada maniobra colectiva, se notaba la diferencia entre los dos equipos. Encima, a los 26′ Timo Werner recibió en el área, se metió por derecha y gambeteó al arquero para definir y marcar el 0-3.

El primer tiempo se cerró con un claro dominio del visitante. Parecía que el libreto estaba escrito, pero en el fútbol los duendes de lo imprevisto siempre rondan por los estadios.

Paderborn es un equipo que no tiene complejos. Que intenta y lucha. Y juega. Salió decidido en el complemento; tuvo un gol que el VAR no le convalidó cuando se jugaban 48′. El off side había sido milimétrico pero la tecnología era implacable. Lo que valía era el mensaje: Mamba y compañia estaban dispuestos a dar pelea.

Enseguida llegó otra corrida del centrodelantero local y un remate combado, bien ejecutado por Mamba a los 62′ achicó distancias: 1-3.

El estadio, completo en sus 15.000 localidades explotó. En un corner, apretados, los fieles seguidores de Leipzig entendieron la preocupación; los locales, se subieron al carro de la esperanza.

El partido tomó otro curso. El local iba con mucho entusiasmo y el RB Leipzig se había confundido. Ya no tenía la pelota, aunque cuando podía armar alguna jugada, mostraba los dientes. Sobre todo, cuando pasaba por los pies de Werner.

Gjasula apareció a los 73′ para marcar el 2-3. Ahí un escalofrío recorrió las pantallas del mundo que llevaban las imágenes a todos los rincones del planeta; el gran Leipzig, el candidato al título, el equipo que había alcanzado una ventaja importante desde los vestuarios, el que parecía tenerlo ganado desde el arranque, ahora estaba cerca de perderlo todo. O por lo menos, dos puntos de oro.

El encuentro se hizo más friccionado. Surgieron las piernas fuertes y no aflojó la velocidad. El visitante intentaba salir del atolladero. Encontró una maniobra clara donde Timo Werner estuvo a punto de convertir con el arquero local ya desenfocado, pero apareció la pierna de Kilian para impedir el gol.

RB Leipzig había sacado una ventaja importante, casi definitiva, en el nacimiento del juego. Después, se apagó, se distrajo, se enredó en el vértigo de Paderborn, que ya demostró sus cualidades a pesar de que los números en la Liga no lo ayudan, y estuvo cerca del derrumbe. Pasó de la alegría a la angustia, pero pudo sobrevivir y acomodarse en lo más alto de la tabla.


Hernán O’Donnell