Bayern abrió la fecha con un paso adelante en un viernes complicado y triunfal

En los papeles había una diferencia clara y un marcado favoritismo. Bayern Münich, el puntero de la Bundesliga, el equipo más poderoso, el del plantel más caro y más rico de la liga recibía al Paderborn, la cenicienta, el recién ascendido. Había una distancia en la previa que en el fútbol nunca es una certeza: siempre una presunción. Y debe confirmarse, o no, en el campo de juego.

Bayern salió con el estilo de siempre. Presión alta, achique de espacios y búsqueda ofensiva con Robert Lewandowski como referente de área. Aún con riesgos en su retaguardia, ofrecía mucho campo para las contras del Paderborn, pero no le inquietaba demasiado. La intención de marcar en el arco adversario superaba cualquier temor de sufrir algún contragolpe.

Entre Thaigo Alcántara y Philippe Coutinho se armaron las jugadas más profundas, con Tolisso como acompañante fundamental; Bayern estiraba el juego por las bandas y en los primeros veinte minutos mostró sus credenciales. Dominio y búsqueda con el aprovechamiento de las bandas, con las subidas permanentes de Odriozola y la presencia de Gnabry en las cercanías del área. El visitante aguardaba agazapado y amenazaba con Mamba, un delantero veloz y peligroso.

A los 25′ llegó la primera cosecha de la siembra local. Una jugada por el medio, la habilitación de Tolisso y la aparición de Serge Gnabry para infiltrarse en el punto del penal, sortear a dos rivales y rematar cruzado a la izquierda de Zingerle para marcar el 1 a 0. Lógico y previsible.

Enseguida llegó una buena jugada por izquierda, el desborde hábil de Coutinho, amague y centro perfecto para la cabeza de Lewandowski que el arquero visitante pudo controlar cuando se jugaban 27′ del partido. Era más el local y lo reflejaba en cada movimiento.

Salió lesionado Holtmann en el visitante y el jóven de 20 años Dennis Jastrzembski  lo reemplazó, aunque se ubicó como hombre de ataque por izquierda y al lateral al fondo fue Christopher Antwi-Adjei.

Le costaba a Paderborn llegar. No podía progresar porque Kimmich y Alaba se mostraban firmes en el corte y en verdad el equipo está más cómodo cuando juega al pelotazo a Mamba que cuando debe progresar en conjunto. Bayern Münich se sentía seguro y dominante; sabía que las subidas de Davies y sobre todo Odriozola le abrían el panorama y después resolvería el talento de Coutinho o la potencia goleadora de Gnabry o Lewandowski.

Una corrida veloz de Mamba a los 36′ inquietó a la defensa local. Estaba a la vista que el visitante era más dañino de contragolpe que si buscaba un ataque coordinado.

Mientras, Bayern comenzó a confundir el camino de la definición. cada futbolista intentó resolver más por lo individual que por el juego asociado. Así, Lewandowski intentó hacer su gol y chocaba con varios defensores en el área, Coutinho se empecinaba en una maniobra de más y Gnabry no era asistido. El dominio no se traducía en profundidad. Y Paderborn encontró su oportunidad y no perdonó.

Mamba aguantó una pelota de contra frente a la marca de tres rivales, la llevó a un costado y fabricó un lateral. de esa salida, se ubicó a un costado, adelantado y generó la distracción de los defensores que pensaron en él y se olvidaron de Srbeny quien picó al vacío sobre la derecha, gambeteó la salida apresurada de Neuer y se fue al arco decidido para rematar ante el cierre desesperado de tres hombres locales. 1 a 1 a los 43′ y Paderborn celebraba un empate impensado sobre el cierre del primer tiempo.

Salió con todo Bayern y tuvo un tiro que de rebote pegó en el travesaño, pero no pudo quebrar el arco rival y se fue al descanso con el empate.

Bayern tuvo su primera oportunidad en el complemento a los 52′, cuando un tremendo cabezazo de Lewandowski fue detenido por Zingerle con alguna zozobra y algún susto. El arquero visitante agrandaba su figura en un duelo donde el polaco apelaba más a la potencia que a la sutileza.

Se fue lesionado Mamba y Padreborn perdía a una de sus mejores figuras, pero fue entonces cuando Srbeny asumió el rol de centro atacante movedizo, incisivo y peligroso.

A la hora de juego, el local movió el banco: Coman por Odriozola y Thomas Müller por Coutinho. Iban 62′ y a esa altura ya no alcanzaba la jerarquía individual. Había que apostar por la presión, el juego y la intensidad ofensiva. Paderborn amenazaba en cada contra y el reloj corría en forma preocupante. Bayern debía despertar.

El equipo se enredaba y chocaba con una defensa apretada. Acumulaba gente en posición ofensiva y martillaba para desnivelar, más por prepotencia que por inteligencia. Coman tuvo un buen remate que el arquero visitante sacó al corner a los 66′, en otra oportunidad que no pudo aprovechar.

El desequilibrio llegó a los 69′. Un desborde largo de Serge Gnabry, la inteligencia del delantero de la selección alemana para llegar al fondo, y largar el centro atrás para la entrada limpia de Robert Lewandowski quien, con serenidad, sacó un remate cruzado que se convirtió en el 2 a 1 para el local. Bayern parecía encontrar la tranquilidad necesaria para afirmarse en el campo y dominar el juego.

Pero las sorpresas no se detendrían en la noche del viernes. Un desborde por izquierda, la entrada libre de Michel y Paderborn volvía a empatar. 2 a 2 a los 74′. Bayern no había logrado la serenidad necesaria para manejar el encuentro en ninguna de las dos posibilidades en las que estuvo en ventaja en el marcador.

Bayern contó con una linda oportunidad que fabricó Lewandowski a los 79′. Dentro del área y sin compañeros libres, optó por una picada de emboquillada que se fue cerca del travesaño de Zingerle. Linda por lo clara y por la belleza de la ejecución. Pero no pudo ser concretada y quedaban diez minutos para lograr los tres puntos.

La fórmula se mantuvo: mucha gente en ataque, desborde por afuera y la entrada masiva al área. Y encontró el desnivel de esa manera. (7′ de juego, la arremetida por izquierda y el centro a la entrada de más hombres de ataque que defensores visitantes. Entre los delanteros, Lewandowski. Certero e inteligente para ubicarse y conectar el balón para marcar el 3 a 2, cuando el juego ya entraba en el epílogo.

Un grito de alegría recorrió el Allianz Arena. En la agonía del juego, el local salvó la victoria con una actuación basada en la fuerza, en la prepotencia de su juego, en el peso de los nombres y en la insistencia de buscar el arco adversario con tozudez.

El viernes era complicado, Paderborn le jugó un partido digno y a la altura de las circunstancias. Pero el peso de la camiseta pudo confirmar los supuestos que en el fútbol se intuyen y luego en el campo se tratan de comprobar.


Hernán O’Donnell