Boca dio el golpe final y se quedó con el título de la Superliga

Festejó el campeonato con una gran explosión de júbilo y alegría; lo celebró aún más que los torneos locales anteriores, un poco mezclados con las frustraciones de las Copas. Lo celebró hasta la emoción, las lágrimas y los gritos como hacía tiempo no sucedía. Boca venció a Gimnasia y le arrebató la punta del campeonato en la última fecha a su acérrimo rival deportivo, River Plate, y por eso sintió que había depurado un poco las heridas de los últimos enfrentamientos con su clásico adversario, donde le tocó perder en la final de la Supercopa Argentina, la final de la CONMEBOL Libertadores y la semifinal de la Copa del año pasado. Esta vez, le tocó ganar. Y arrebatarle el título a River en la última jornada, tras varias fechas de correrlo desde atrás. Entonces, el hincha de Boca sintió que llegaba su tiempo de revancha. Y lo celebró como no lo hacía desde hace tiempo.

La jornada se vivió con una semana de anticipación. Desde el momento en que River igualó de local ante Defensa y Justicia el país futbolero se metió en una definición caliente entre los dos equipos más populares. La distancia ya no era de 3 puntos, sino de uno, entonces a River no le alcanzaba el empate en Tucumán. Debía ganar para asegurarse el título, de lo contrario dependería de lo que iba a suceder en la Bombonera. Y había una remota posibilidad de llegar a un partido de desempate, pero para eso River debía perder en Tucumán frente a Atlético y Boca sólo empatar en su casa. Pero pasó. Durante un rato, River y Boca iban a una final. Cuando Javier Toledo marcó el gol de cabeza y Atletico Tucumán se adelantó 1 a 0, la definición se trasladaba una semana a una Gran Final. Boca igualaba y hasta los 35′, es decir durante 16′, se pensaba en un encuentro único y decisivo. Cuando Suárez igualo para River, todo quedaba equilibrado y hasta el gol de Tévez, el campeonato era de River.

Pero llegó el remate de Carlos Tévez, cuando ya se jugaban 72′ y las estructuras se movieron. Explotó la Bombonera en una expresión de desahogo y alegría. Porque la gente sentía que Boca debía hacer su parte: Ganar. Vencer a un Gimnasia que pelea la permanencia en la categoría en su cancha casi era una obligación. Si luego River ganaba, era otra cosa. Pero debía hacer su parte, no podía resignar el título si River empataba afuera y no lograba derrotar al “Lobo” en la mítica Bombonera. Hubiera sido un golpe casi tan doloroso como las finales perdidas. No, dos empate no se hubieran soportado. Boca debía cumplir su parte, ganar y luego esperar un resultado favorable del equipo de Ricardo Zielinsky.

Los veinte minutos finales fueron a puro nervio, angustia e impaciencia. Las noticias que llegaban de Tucumán mostraban un equipo que rondaba el área local pero no tenía situaciones claras. No disponía River de oportunidades, pero el juego, lógico se volcó hacia el arco de Luchetti. Mientras Boca intentaba salir y buscaba ampliar el resultado, pero Gimnasia no se entregó. Y contó con un par de cabezazos que se fueron muy cerca del arco de Esteban Andrada. Los corazones parecían detenerse en cada maniobra de ataque del equipo de Diego Armando Maradona, pero los duendes de la alegría empezaron a aparecer en la Bombonera.

Y el equipo creyó, creció y se solidificó. lo que había mostrado ya con la conducción de Gustavo Alfaro, una solidez defensiva más marcada, con Miguel Russo creció el optimismo y la confianza lo hizo buscar los partidos. En esos minutos finales y decisivos se vio un equipo convencido. River gastaba sus energías como quien apela al tanque de reserva, pero parecía que no le alcanzaba. Y no le alcanzó.

El final los encontró en el mismo momento; uno festejó, el otro se resignó por la oportunidad perdida.

Boca celebró con un grito de desahogo el campeonato, casi como una revancha ante las caídas recientes frente al Millonario. Esta vez, los duendes del fútbol le sonrieron y le permitieron birlarle el campeonato a su clásico rival con una arremetida final y los dos resbalones de River en las dos últimas jornadas. esta vez, la alegría viajó para la Boca y su gente lo celebró como un desquite que se hizo esperar.


Hernán O’Donnell