La espíritu de la vieja Copa Libertadores revivió en el clásico gaúcho

Se puso “picante” desde el principio y terminó con una batalla entre todos los protagonistas. Comenzó con alguna pierna fuerte, varios reproches, un entrevero, y finalizó con empujones, golpes, corridas, trompadas, participación de los suplentes y 6 expulsados, tres por cada equipo, más un suplenete de cada bando, para totalizar 8 hombres que vieron la tarjeta roja.

El clásico “Gaúcho”, el derby de Porto Alegre, el que más se asemeja a las rivalidades del Río de la Plata, concluyó con un empate en cero, varias acciones vibrantes, tiros en los postes y travesaños, y un montón de rispideces que concluyó con un final de 8 jugadores por lado (en realidad, 7 de campo) que se asemejó más a un partido de Papi-Fútbol que a un partido internacional de Copa Libertadores de América.

El inicio fue favorable al equipo local. Gremio impuso condiciones, bien manejado por Matheus Henrique y la potencia ofensiva de Everton y Diego Souza, el local apretó, y tuvo una clara situación. Un estadio, el “Arena do Gremio”, repleto, empujaba y a los 4′ un corner desde la derecha fue bien aprovechado por Diego Souza quien metió un cabezazo fuerte y bajo, pero las manos de Lomba, el arquero visitante, mandaron la pelota al corner.

Inter llegó a los 12′ con un remate desde afuera del área de Edenilson, que el arquero Vanderlei envió al corner. De a poco, a la presión del local, Internacional le opuso resistencia, empezó a tener la pelota y dejó una buena imagen sobre el final de la primera parte.

Ya habían habido varias escaramuzas, pero el inicio del complemento sugería que los ánimos ya estaban más tranquilos y los equipos se dedicaban más a jugar, a buscar, que a pelearse.

Jean Pyerre, que había ingresado en el segundo tiempo, sacó un tremendo remate a los 63′ que fue bien controlado por Lomba, un arquero que crecía con el correr de los minutos. Y la intensidad seguía. Edenilson remató desde afuera y su disparo pegó en el poste. Iban 68′ y el que se salvaba era el local.

Pero volvió a responder Gremio, en un partido que tenía idas y vueltas.

A los 70′ Pepe, que había ingresado en el local también en el complemento armó la mejor y más linda jugada del partido. Gambeteó en diagonal de derecha a izquierda a 4 futbolistas de Inter y cuando entró al área sacó un tiro bien detenido por Lomba.

El visitante respondió con una gran jugada colectiva. Andrés D’Alessandro, que también se sumó en el complemento, combinó con Paolo Guerrero, el peruanotrazó una “pared” con Boschilia, y este ingresó libre por derecha para ramatar al arco, pero su intento pegó en el palo izquierdo de Vanderlei.

A los 83′ se fue sólo Luciano y cuando Lomba salía y todo parecía concluir con la conversión del local, el delantero “picó” el balón y su remate se fue arriba del travesaño. Era un partidazo, por la intensidad, la dinámica y las llegadas claras a los arcos. Pero todo iba a terminar mal.

Faltaban cinco minutos para el final del juego y en una jugada sin demasiadas perspectivas, un lateral para Gremio, comenzó una discusión entre el defensor visitante Moisés y el delantero Luciano. Palabra va, palabra viene, la cosa tomó temperatura y de la discusión se fueron a las manos, se metieron otros jugadores, se sumaron varios suplentes de cada lado y todo derivó en una gresca general, con corridas, golpes, patadas, empujones y todo tipo de bravuconadas. Una pena. Pepe, Luciano, Caio Henrique y Paulo Miranda fueron expulsados en el local. Edenilson, Moisés, Víctor Cuesta y Bruno Conceição Praxedes fueron sancionados con la tarjeta roja en el visitante.

Después del escándalo, el partido siguió con 7 jugadores de campo y el arquero por bando. En esa desnaturalización Gremio impuso condiciones y por diez minutos fue superiror. Tuvo un remate de Geromel que Lomba sacó al corner y un tiro sobre el final de Lucas que pegó en el travesaño. Era la prueba de que si querían jugar al fútbol, había condicones para derrochar buen juego. Pero eligieron otro camino.

Era la primera vez que se enfrentaban por la Copa Libertadores de América los dos grandes de Porto Alegre y el partido, que bien pudo ser una fiesta porque de hecho cuando se dedicaron a jugar hubo emociones a granel, terminó como las viejas batallas de la Copa, cuando cada encuentro se dirimía entre golpes, bravuconadas y pierna fuerte.


Hernán O’Donnell