La Copa de la Superliga comenzó con una controversia que promete tener muchos capítulos

Es un momento muy particular el que vive el mundo, azotado por la pandemia del coronavirus que mantiene en vilo a la humanidad. Una enfermedad que comenzó en diciembre, en principió se creyó que se la controlaría y cuatro meses después genera angustia, miedo y preocupación. Se ha propagado a Europa, y de allí a todo el planeta porque el viejo mundo es un epicentro turístico insoslayable. Millones de personas de América, Asia y Oceanía viajan en busca de placer y paseos; miles de africanos lo hacen en búsqueda de un futuro más alentador. Y a eso hay que sumarle el intenso movimiento interno del continente. En Europa se vive como en un gran país, donde las fronteras son flexibles, la moneda casi única y las vías de transporte como rutas, ferrocarriles y aviación son amplias, numerosas y eficaces. Entonces, allí hay un movimiento humano constante; desde allí, la propagación del virus fue rápida. Y el mundo se ha detenido; el deporte no fue la excepción, y casi todas las actividades se suspendieron.

Muy pocos son los espectáculos que se mantienen. Algunos partidos del Super Rugby, algunos de la Super Liga Americana de Rugby, y por supuesto, la Copa de la Superliga Argentina de Fútbol. Nuestro amado y bendito fútbol, que parece vivir en eterno estado de sobresaltos, cambios y autonomía con respecto a lo que pasa en el mundo. El fútbol argentino es, casi por antonomasia, un lugar donde todo es diferente, donde existen sus propias leyes, códigos, temperaturas, climas y razones. Rozado por la política (la propia del mundo del fútbol y la nacional), la pelota se mueve al compás de los intereses de cada protagonista. Y como estos no siempre coinciden, entonces el baile es permanente e impredecible. El mundo detuvo del deporte: Tenis, Basquetbol, Atletismo, Automovilismo, y hasta el fútbol en casi todo el planeta ha entrado en un paréntesis. Pero acá, sigue.

Y en ese contexto, asomó la política otra vez. River, bajo una decisión de cuidar la salud de sus jugadores en una comunicación comprensible y razonable, tomó una medida unilateral, sin consultar ni promoverlo en el resto de la dirigencia: decidió no presentarse a jugar el partido ante Atlético Tucumán, por la razón de proteger la salud. Aunque muchos ven también una jugada política, pues está afuera (y enfrentado) con la AFA, no se siente parte de esta conducción, no comulga con ella y no vió con buenos ojos la determinación de poner fin a la Superliga y crear un nuevo ente (Liga Profesional) bajo la tutela de la AFA. River quería continuar el camino comenzado en 2017. El resto de los clubes eligió retrotaerse a las formas anteriores. Y muchos ven en esta determinación del club de Nuñez una respuesta política.

En el medio, y mientras se especula con las sanciones que le podrían caber a los “Millonarios”, la pelota rodó en el resto del país.

San Lorenzo ganó en Paraná. Lo hizo con justicia, ante un Patronato que se adelantó en el marcador con un magnífico tiro libre, pero luego se vio superado por el conjunto azulgrana. Empató Adam Bareiro tras una corrida veloz, lo dio vuelta Oscar Romero a los 83′ tras una buena maniobra individual de Adolfo Gaich por izquierda, desborde y centro atrás y cerró la cuenta otra vez Oscar con un golazo desde atrás de mitad de cancha. Robó un balón en posición defensiva, vio adelantado al arquero del equipo local Matías Ibáñez y sacó un tiro largo, fuerte y muy preciso, que atravesó la noche de Entre Ríos y cerró la cuenta en 1-3 para el conjunto de San Lorenzo de Almagro.

Un rato antes, Gimnasia y Esgrima igualó en La Plata frente a Banfield 0 a 0. En Avellaneda, Independiente le ganó a Vélez por 1 a 0 y comenzó una suerte de reconstrucción.

Boca viajó a Mendoza a defender su corona de íltimo campeón y se encontró con una ventaja rápida por el gol de Buffarini cuando iban 7′ de juego.

Después empató Godoy Cruz con un cabezazo de Badaloni a los 29′ luego de un muy buen centro desde la derecha, pero el equipo de Russo no sintió el golpe, salió con convicción y enseguida volvió a desnivelar con un gol de Salvio, tras una buena jugada colectiva. Iban 31′ y Boca se volvía a poner en ventaja.

El visitante retomó el resultado y se fue tranquilo al descanso porque sentía que el partido se había encarrilado.

En el complemento reflejó la superioridad en el marcador. Supo manejar el tiempo del local, cuando Godoy Cruz empujado por la necesidad fue al ataque y equilibró la imagen. Pero el gol de Izquierdoz a los 67′ amplió la ventaja a 1-3 y desde allí Boca dominó el juego y controló el desarrollo.

A los 88′ un cabezazo del colombiano Campuzano cerró la cuenta en 1-4 para la visita. Se había cerrado una noche movida, de partidos a puertas cerradas, goles gritados por televisión y una disputa enorme en el seno de nuestro fútbol que promete ser un primer capítulo de una larga novela.


Hernán O’Donnell