Barcelona y Atlético de Madrid dividieron honores en un gran partido

El Barca había perdido cuatro puntos fundamentales en los últimos tres partidos. Dos empates que le hicieron daño, porque no solo se le esfumaron puntos valiosos, sino que resignó la primera posición a manos del Real Madrid. Y el campeonato se complicó. Primero igualó con Sevilla, 0 a 0. Después le ganó 1 a 0 a Athletic de Bilbao, apretado. Y en la última fecha igualó con Celta 2 a 2, con el duro golpe de sufrir el empate del equipo de Vigo a pocos minutos del final. Entonces, el partido ante el siempre complicado conjunto de Diego Pablo Simeone se presentaba como un examen duro y casi definitivo.
Para Atlético, el sabor que siempre despierta enfrentar a un rival grandísimo pero al que tiene bien estudiado y con el que siempre hace partidos épicos, recordables, inteligentes. Juega siempre ante Barcelona como una final de campeonato. Con sudor, astucia, ganas y hambre. Y salió un gran partido.

El comienzo fue a todo ritmo. El Aleti movió del medio y enseguida lanzó a sus futbolistas de ataque a posiciones ofensivas. Barcelona, como era de esperarse, tambi{en fue al ataque apenas se hizo del balón. Así nació un encuentro vibrante, con un tiro libre muy peligroso de Ferreira Carrasco a los 5′ que pasó muy cerca del palo izquierdo de Ter Stegen.

Respondió Barcelona con una llegada por medio de Rakitic, un tiro de lejos del croata que Oblak desvió con jerarquía cuando iban 7′ del partido. Enseguida llegó la apertura del marcador. Messi ejecutó un tiro libre corto que Diego Costa sacó al corner, cuando el balón iba al primer palo, abajo. Leo Messi ejecutó el tiro de esquina cerrado, otra vez al primer palo y la pierna del visitante Diego Costa desvió el balón en contra de su valla para que el partido quede 1-0 para el local a los 11′ de juego.

Y el partido entró en una dinámica y ritmo atrapantes.

Llegó una gran jugada de Ferreira Carrasco quien se fue por la banda izquierda tras un giro, desairar a Piqué y correr con el balón al fondo. Cuando giró adentro, lo engancharon y penal. El primer remate lo hizo Diego Costa, pero Ter Stegen atajó su disparo. El VAR advirtió que el arquero se había adelantado y ordenó repetir la ejecución. En la segunda chance se hizo cargo Saúl, quien remató con suavidad a la mano izquierda del arquero local, que eligió el otro palo para tirarse. El partido quedaba 1 a 1 a los 18′ del primer tiempo.

Entonces todo quedó como al principio. Aleti se ordenó un poco más al fondo y desplegó sus jugadores para contener al local y, agazapado, apostó a los contragolpes. Barcelona se adelantó en el campo y empujó hacia el arco visitante.

A los 29′ metió una buena jugada con el desborde de Jordi Alba, el centro y el tiro de Messi que se fue cerca. A los 41′ hubo otra oportunidad clara para el local, tras un tiro libre de Messi que se desvió en la barrera y Oblak sacó al corner con un manotazo esforzado.

Y sin mayores novedades, se acabó el primer período.

En el segundo tiempo las emociones vinieron rápido. Apenas se inició, Semedo se metió en el área visitante y Felipe lo derribó. Penal que Lionel Andrés Messi transformó en el 2 a 1 a los 49′ de juego. Barcelona otra vez se adelantaba en el marcador, pero con el espíritu que Siemone le transmite a este equipo, sobre todo en esta clase de partidos, eso no quería decir que la historia estaba terminada.

Reaccionó el visitante y sumó una llegada clara cuando a los 55′ Arias sacó un centro peligroso y el cabezazo de Diego Costa se fue apenas desviado.

Era un aviso. Después llegó el ataque a fondo de Ferreira Carrasco, el toque de Semedo y otro penal para el Atlético de Madrid. De nuevo se hizo cargo Saúl, quien convirtió a los 61′ con un tiro similar pero que esta vez Ter Stegen eligió el mismo palo del remate. Tocó con sus dos manos el balón, pero no pudo impedir el gol por la fuerza del envío. 2 a 2 y todo quedaba otra vez igualado.

Enseguida, los cambios. A los 62′ Sergi Roberto por I. Rakitic en el local, y a los 68′ Joao Felix por M. Llorente en la visita.

Arturo Vidal era el alma del Barcelona; quitaba y jugaba. Se generó una falta, la abrió rápido para la entrada por derecha de Semedo, este se la devolvió y el remate del chileno se fue apenas desviado a los 70′. Más tarde tuvo otra chance, cuando Alba lanzó un centro y Vidal apenas la rozó, pero su cabezazo se fue ancho, a los 74′ del partido.

La pausa por la hidratación, los cambios que llegaron, frenaron un poco la dinámica. Iban 75′ cuando A. Morata reemplazó a Diego Costa. Más tarde, a los 83′ Vitolo por Angel Correa y T. Lemar por Y. Ferreira Carrasco; un aire de refresco para el equipo del “Cholo”.

Barcelona arriesgó un poco más: a los 84′ Ansu Fati entró por S. Busquets y quedó Sergi Roberto en la posición de volante central. En Tanto, el Aleti metió un par de contragolpes con mucho peligro, que no pudo resolver por alguna falla en la puntada final.

Quique Setién decidió en el final apostar por A. Griezmann, en lugar de Arturo Vidal, para tener un poco más de profundidad y de paso apostar por la ley del ex. Era tarde. El partido ya estaba terminado.

Un empate vibrante, con muchas llegadas, goles, polémicas y otro resbalón para Barcelona que parece que se le escurre su sueño de Campeón de esta temporada en una cadena de empates consecutivos.


Hernán O’Donnell

Getafe venció a Real Sociedad y avanzó en la zona de clasificación a las Copas

Desde hace un tiempo, las ligas europeas tienen dueños que las han monopolizado, que dominan con holgura en sus respectivos países, que tienen equipos hegemónicos y dominantes, y por consiguiente se repiten en la conquista de los títulos. esto hizo que mucha gente las vea como “aburridas”, porque son previsibles en el desenlace. Pero se olvidan que el desarrollo está lleno de matices, y que muchas veces vale la pena advertirlos, valorarlos, disfrutarlos. Si todo se mide por el resultado final hasta el cine sería “aburrido” porque en general prevalecen los finales felices, o sea previsibles, y cuando no los tienen nos enojamos con la película y hasta el director. Todos queremos que triunfe el bien sobre el mal, que el muchachito bueno se quede con la dama, y varios etcéteras más. Entonces, ¿que queremos? un final deseado, casi previsible. Eso sucede mucho en el fútbol de Europa, la previsibilidad. Y nos enoja el final repetido. Lo que no se valora es lo que sucede en el medio, en el desarrollo. Hay muchos equipos con buenas intenciones, producciones valiosas y juego de calidad. Vale la pena verlos. Además, existe un gran incentivo para aquellos que les cuesta escalar hasta la primera posición. Primero, el luchar por ella, y a veces conquistarla, como lo ha hecho el Atlético de Madrid de Diego Simeone que logró imponerse a los gigantes de Madrid y Barcelona. Segundo, buscar un lugar en las competiciones europeas. Un objetivo digno por el que luchan casi diez equipos por liga en cada país de Europa.

En eso están Getafe y la Real Sociedad de San Sebastián. A la búsqueda de la clasificación por un lugar en la Champions o la Europa League del año que viene.

El partido empezó a todo vapor. Con una salida decidida de los dos equipos, con un planteo ofensivo y mucha intensidad. Enseguida se notó como iba a ser el libreto del encuentro. Pases rápidos, dinámica y alguna pierna fuerte para cortar. los dos metían a la búsqueda de su objetivo. El local con la velocidad que le imprimía Cucurella por la banda izquierda, el trabajo de Nyom por derecha y la explosión de Mata en ataque. Un equipo compacto, corto, con dos líneas de cuatro que se movían en bloque e intentaba llegar con peligro.

Real Sociedad con la habitual conducción de Mikel Oyarzabal, aunque con menos participación que en otros partidos, y enredado en la dinámica del local, tuvo el balón, pero le costó ser profundo en el ataque. Se sostenía a partir de su prolijo traslado, pero a la hora de apretar, le costaba entrar al área local. Tenía mayor protagonismo, pero no lo podía plasmar ni agudizar. El fútbol puede ser cruel, porque no mira méritos sino concreciones. Y a veces el dominio parcial no se traduce en capacidad de convertir, entonces se vuelve poco fructífero. Dominar sin lastimar puede ser casi un pecado. Más cuando el rival está dispuesto a buscar y a concretar.

Y entre esas idas y vueltas, apareció una chance para el local que le sacó factura. Penal por un cierre con contacto sobre Mata, y el propio Jaime Mata que convirtió con un buen remate a los 19′ para poner el 1 a 0 para el conjunto local.

El encuentro tomó más ritmo, aunque careció de llegadas claras. Se dividieron la iniciativa y cuando uno buscaba progresar, solo llegaba hasta tres cuartos de cancha. Getafe se manejaba con mayor serenidad, con el marcador a su favor y la desesperación que podía embargar a la visita.

En el complemento el partido se hizo más interesante aún. Porque la visita soltó amarras; buscó con su conductor, el talentoso Oyarzábal, pero también con los laterales y con Januzaj y Nacho Monreal. Getafe proponía el mismo esquema, con las líneas cortas y bien aplicadas. En una jugada elaborada por el capitán visitante, llegó el empate. Fue a los 54′, cuando Oyarzábal habilitó a Januzaj por izquierda y este convirtió entre las piernas del arquero local, Soria, cuando salía a achicar. 1 a 1 y el partido que aumentaba su nivel. El visitante tuvo otra posibilidad a los 59′ cuando Nacho Monreal lanzó un preciso centro y el cabezazo de Isak se fue afuera; después fue Nemanja Maksimovic el que tuvo la chance para el local.

Después, la catarata de variantes. A los 66′ Portu por Isak en la visita; a los 68′, J. Molina entró por H. Duro y O. Etebo reemplazó a A. Nyom en Getafe.

Etebo tuvo un buen disparo a los 78′ y luego vinieron más cambios: M. Zubimendi por J.P. Dozagarat y W. Jose por A. Januzaj a los 78′ en la visita. A los 81, 81′ Jason por M. Cucurella en el local que iba a encontrar oro en un lateral que Molina hizo rápido para el pase al área que le señaló Jaime Mata, quien entró y cuando salía el arquero visitante lo derrotó con un tiro entre las piernas, para poner el 2 a 1 a los 82′ para Getafe.

El partido se definió con una avivada, que muchos asociaron a la de Simeone y Batistuta en la final de la Copa América Ecuador 1993.

Entonces el local se abrazó a la victoria. Se agrupó y se entregó a la lucha, a conservar el marcador y a aportar algún contragolpe para asustar al adversario, como fue el disparo de Molina a los 90+3′ que bien pudo aumentar las cifras.

Real Sociedad se quedó con el sabor amargo de la derrota, y el disgusto de haber perdido por lo menos una unidad. Getafe celebró la victoria y en esa lucha de tantos equipos por llegar a las Copas de Europa, dio un importante paso adelante.


Hernán O’Donnell

Milan venció a Roma y sigue su camino ascendente

Milan y Roma siempre es un partidazo. Pero en un San Siro vacío se siente distinto. Duele la realidad, aunque hay que acostumbrarse y rezar por un mundo mejor en lo inmediato. Hay que mantener la esperanza, mientras el bendito fútbol nos trae siempre su atractivo y su belleza. Aún en un primer tiempo que resultó monótono, previsible, con pocas llegadas y un reparto en común de las acciones dominantes.

La inmensidad del estadio y el protagonismo dividido fueron la característica principal. Hakan Calhanoglu en la conducción del local, con Bonaventura y Castillejo como laderos principales; la oposición de Pellegrini en Roma, el joven Kluivert y la amenaza permanente que es Dzeko en el ataque.

A los 19′ tuvo una llegada clara la Roma, tras un centro desde la izquierda y el cabezazo de Dzeko que se fue cerca; la mejor del Milan fue una maniobra similar, el centro de Castillejos desde la izquierda, la aparición de Calhanoglu y el cabezazo que sale desviado a los 38′ de juego. El primer tiempo se cerró sin luces y un 0 a 0 que había dejado gusto a poco.

En el complemento los equipos arriesgaron un poco más; siempre intentaron llegar al área rival, y buscaban con los organizadores como ejes de la generación de juego. Después llegaron los cambios, que les entregaron un poco de refresco a la tarde calurosa de Milano.

A los 53′ A. Saelemaekers entró por S. Castillejo y el brasileño L. Paqueta por G. Bonaventura, en el local. Los dos le iban a dar movilidad y aire a los ataques del Milan. En Roma, enseguida también se movió el banco: iban 57′ cuando C. Perez entró por J. Kluivert.

La primera emoción grande del segundo tiempo llegó cuando Rebic ingresó solo por izquierda y la pierna del arquero Mirante desvió el tiro al corner, a los 64′ de juego. Y llegaron más variantes: a los 68′ el argentino Diego Perotti reemplazó a Mkhitaryan y el croata N. Kalinic ingresó por E. Dzeko.

 Los cambios modificaron el encuentro, aparecieron espacios y un ritmo más intenso. No había grandes llegadas, pero el partido lucía mejorado.

El Milan creció en el dominio. Los dos ingresados fueron permanentes partícipes de las maniobras de ataque y de a poco tornaron las acciones más cercanas al arco visitante, con el empuje de Kessié, la conducción de Calhanoglu y Paquetá. Roma se quedó, más allá de que no renunciaba a avanzar, pero le costaba mucho hacerse del balón.

Entonces llegó el último cuarto de hora, con las emociones y la definición. A los 75′ hubo una serie de rebotes frente al arco de Mirante, y Rebic, en dos oportunidades remató al arco; en la segunda convirtió y así se abrió el partido con el 1 a 0. Dos minutos más tarde, el goleador le dejó su lugar a Leao, joven promesa.

Roma apeló a las dos últimas variantes para remontar el partido. Iban 80′ y A. Diawara entró por L. Pellegrini y el argentino Javier Pastore reemplazó a B. Cristante. No iban a tener muchas chances ni participación. Milan liquidó el partido con un penal de Calhanoglu a los 89′ y selló el 2-0 final.

Fue una victoria trabajada, con mucho espíritu y el ánimo de un equipo que crece, que enarboló dos triunfos consecutivos, que quiere llegar a una copa de Europa y recomponer su imagen de aquellas glorias que hoy quedaron lejanas.


Hernán O’Donnell

RB Leipzig cerró una campaña destacada y finalizó tercero en la Bundesliga

Es una revelación del fútbol alemán, un equipo que da gusto verlo jugar y que tiene una propuesta clara y una identidad definida. Es ofensivo por naturaleza, ataca con casi todos sus futbolistas y aún está en una etapa de crecimiento para poder competir de igual a igual con los gigantes Bayern Münich o Borussia Dortmund. Mientras, RB Leipzig se las arregla para mantenerse en la Champions League y clasificarse para la edición de la temporada que viene.

Ante Augsburgo, en la última fecha de la Bundesliga, volvió a regalar una buena actuación, con un primer tiempo convincente, lleno de matices y, sobre todo, con una magnífica expresión individual y colectiva. Un equipo que puede presentar variantes, que modifica el dibujo táctico pero no cambia su estilo. En la última fecha le faltaron varios jugadores importantes, como el arquero Gulacsi, el defensor Klostermann, los volantes Sabitzer y Laimer, el delantero Schick. Pero nada cambió. Salió al ataque como siempre y a los 9′ tuvo una chance clara tras una buena maniobra grupal, que derivó en un pase al vacío al corazón del área para la entrada de Mukiele, cuyo remate se fue apenas alto.

Una línea de tres defensores, con Konate, Upamecano y Halstenberg. Cuatro volantes con los laterales Mukiele y Angeliño por las bandas, más Adams y Haidara por el centro, más adelantados, Forsberg y Dani Olmos, mientras Timo Werner jugó su último partido con la casaca de Leipzig como referente de punta. Al arco, el camerunés nacionalizado suizo Mvogo en reemplazo del húngaro Gulacsi.

Y le alcanzó para dominar el partido. Sacó ventajas a los 28′ cunado Haidara habilitó a Werner, quien se filtró entre los defensores, gambeteó al arquero local Koubek y definió con categoría para marcar el 0-1.

Entonces creció la visita. Se afirmó en el campo, controló el balón y empezó a manejar los tiempos y la dinámica del juego. Contó con ottra chance sobre el cierre, tras un tiro de esquina que Werner conectó abajo y su tiro se elevó demasiado, a los 44′.

Así cerró una etapa de alto vuelo futbolístico.

En el complemento el local se adelantó e intentó equilibrar las acciones; le costaba, porque Haidara y Adams se habían apropiado del balón y Olmo era desequilibrante con su velocidad. El local acudió al banco, y a los 63′ R. Oxford reemplazó a A. Hahn y S. Cordova entró por A. Finnbogason.

Tuvo un poco más de empuje, y cuando parecía impensado porque Leipzig era superior, llegó el empate. Fue a los 71′ tras un tiro libre en la barrera, el rebote lo tomó Ruben Vargas y con una comba exquisita determinó el 1 a 1 parcial.

Julian Nagelsmann movió el banco de suplentes y dispuso que C. Nkunku ingresara por Dani Olmo a los 73′. RB Leipzig necesitaba refresco, aire y dinámica para buscar la victoria.

Y llegó, tras un largo pelotazo de Angeliño, Werner disputó el balón con el defensor local Felix Uduokhai, le ganó la posición, se abrió y con un remate cruzado marcó el 1-2 a los 80′, tras la confirmación del VAR acerca de su posición cuando partió el pase que lo habilitaba.

Leipzig ganaba y se acomodaba otra vez arriba en las posiciones. Después llegaron más cambios: A los 81′ D. Borkowski reemplazó a Timo Werner, que se despidió de su equipo y se va al Chelsea, mientras que K. Kampl entró por A. Haidara; más tarde, a los 86′ T. Krauss ingresó por T. Adams.

RB Leipzig cerró una campaña formidable, llena de buenas actuaciones, con figuras destacadas, propuestas atractivas y un tercer puesto hidalgo que lo clasifica otra vez a la Champions League y lo pone ahí cerquita de los dos gigantes del fútbol alemán.


Hernán O’Donnell

Juventus va paso a paso a su objetivo

Tiene el objetivo entre ceja y ceja. Se la juega en cada partido y cada encuentro es un examen. Todos le quieren ganar, aunque le teman. Es el principal candidato y por ende, cada partido es un paso más hacia el título.
Y en cada juego, el rival se propone complicarlo y tener su tarde de gloria. Lecce fue con ese objetivo, se ordenó atrás y aceleró en el contragolpe, entonces en los primeros instantes, sorprendió.

Salió concentrado el visitante y en los primeros cinco minutos tuvo dos llegadas. Juventus estaba atado, como desconectado, pero la jerarquía de sus futbolistas iban a determinar dos cuestiones importantes en el primer tiempo: la tenencia del balón y una cantidad considerable de llegadas, aunque el juego no fluyera ni fuera vistoso y relevante. A los 9′ Bernardeschi se fue por derecho y lanzó un centro que Betancur no pudo conectar.

A los 19′ Rabiot fue el que intentó desde afuera y el arquero brasileño Gabriel voló para rechazar el remate y salvó a la visita. A los 28′ un error de la defensa de Lecce que perdió el balón en la salida, le permitió a Ronaldo hacerse del esférico u probar con un tiro lejano que se fue cerca del palo izquierdo de Gabriel.

A los 31′ se fue expulsado Fabio Lucioni. Perdió el balón casi en mitad de cancha y cuando quiso recuperarlo, su pie trabó a Bentancur, que se iba solo, es cierto, pero lejos, muy lejos del arco rival y la sanción de expulsar al local pareció exagerada pues no intervino una situación manifiesta de gol ni tampoco fue una infracción violenta. Un error del juez Marco Piccinini, quien se apresuró. Una situación que influyó en el partido, pues si bien Lecce enseguida tuvo una situación a los 33′ con una jugada colectiva que culminó Panagiotis Tachtsidis con un zurdazo que salió cerca, luego Juventus sumó varias chances.

A los 40′, un corner de Dybala fue bien aprovechado por Cristiano Ronaldo, quien se escapó de la marca y su frentazo se fue apenas arriba. A los 42′, una linda pared entre Cristiano y Rabiot por izquierda continuó con el centro del portugués y Bernardeschi, que entraba solo desvió su remate afuera.

El final del primer tiempo encontraba al local más cerca del arco visitante.

En el segundo tiempo se definió el partido. Todo lo que había ocurrido en el inicio, quedó muy pronto en el olvido. Porque la Juve aceleró, aumentó el ritmo, y liquidó el pleito con autoridad. El ingreso de Douglas Costa por Rabiot a los 51′ empezó a torcer el juego. Enseguida llegó el golazo de Paulo Dybala, a los 52′, con un remate lejano espectacular que puso el partido 1 a 0 para el local.

Así, el partido comenzó a tomar su rumbo definido. Para el Lecce el encuentro se había vuelto muy complicado; con un jugador menos, sin presencia ofensiva y una Juventus que con cada variante sumaba jerarquía, de a poco todo se transformó en un monólogo.

Con el 1-0 Juventus se tranquilizó y supo que el partido, que tanto le había costado en la primera etapa, ya estaba en su poder.

A los 61′ llegó el segundo tanto con el gol de Cristiano Ronaldo de penal. 2-0 y había que ver a cuanto llegaba la diferencia. Entró Ramsey por Bentancur a los 67′ y más tarde llegó el ingreso de Gonzalo Higuain por Paulo Dybala y S. Muratore por F. Bernardeschi, cuando se jugaban 76′ del partido.

El final llegó sin problemas. Cristiano Ronaldo enganchó hacia el medio, limpió a dos jugadores y de taco habilitó la llegada de Higuaín, quien entró por la zona izquierda y con un tremendo remate de zurda marcó el 3 a 0 a los 83′.

Pero no se quedó la “Vecchia Signora”. Al ratito tuvo un tiro de esquina desde la derecha y De Ligt convirtió de cabeza cuando iban 85′ de juego, para dejara el marcador final en 4-0.

Lecce había jugado un buen primer tiempo, pero al final fue un simple “partenaire” de un equipo que desnivela por el juego colectivo y por el peso de las individualidades, que parecen no tener escollos en su camino al Scudetto en la ahora revitalizada Serie “A” del querido Calcio italiano.


Hernán O’Donnell

Liverpool quebró el maleficio y ostenta su corona inglesa

30 años transcurrieron desde la última consagración en la máxima liga inglesa del Liverpool Football Club. Tres décadas de sufrimiento y frustraciones a nivel local, compensadas con títulos europeos. Generaciones de hinchas pasaron sin ver a su amado Liverpool campeón de la Premier League y conformándose con grandes temporadas y campeonatos de Europa. Sí, para los aficionados, la Champions League era un trofeo compensatorio y una vez obtenido, la ilusión y el deseo se concentraba en la liga local.

Así corrieron los años. Jugadores excepcionales como Steven Gerrard, Xabi Alonso, Luis Suárez y tantos otros estuvieron cerca de alzarse con la Premier pero algo siempre parecía faltarle. Liverpool coqueteó con el titulo en la temporada 2014/15 pero aquél resbalón de Gerrard ante el Chelsea, le cerraría la puerta en la cara a los Reds. Entonces, algo cambió en la institución y jugaron una carta fuerte: la contratación de Jürgen Klopp. El alemán reinició una rivalidad con Pep Guardiola en la que potenciaron el nivel de la liga y protagonizaron la pelea mas pareja en la historia del “Premiership”. La temporada 2018/2019 tuvo a un Liverpool, que perdió tan solo 1 partido, ante Manchester City, y esa derrota lo privó del campeonato.

El titulo de la Premier League le era esquivo, y hacia entender que requeriría de un esfuerzo extraordinario para hacerse de él. Entonces, comenzó la odisea. Liverpool transformó su estadio, Anfield Road, en una fortaleza donde cada rival sufre las consecuencias; los “Reds” no pierden allí, por la Liga, desde hace ya más de 3 años. No bastó en aquella temporada pasada; realizó una temporada de 97 puntos, pero aún así no les alcanzó para levantar el trofeo. Entonces se propusieron el objetivo en común y no solo consiguieron el titulo, sino que humillaron rivales en el camino y se consagraron con 7 fechas de anticipación (récord en la Premier League). Historia pura que aún no termina y los amantes del fútbol rogamos nunca lo haga.

La temporada 2019/20 evidenció la resistencia y actitud que Jürgen Klopp plantó en sus dirigidos: batieron récords, generaron temor en toda Europa y ganaron partidos sobre la hora. Liverpool mostró que este año no había escapatoria y el titulo posaría en las vitrinas de Anfield Road, le pese a quien le pese. Durante la temporada, los “Mentality Monsters” (como se apodo a este conjunto) no tuvieron piedad y caminaron solos y alejados de sus rivales, ni el tumultuoso 2020 pudo con la voluntad de un equipo que enamora a propios y extraños.

Ya no quedan especulaciones y ninguna duda, Liverpool fue amo y señor de la Premier, desde el debut con goleada al Norwich hasta la victoria del Chelsea ante Manchester City, que decretó el final de la temporada soñada y que de principio a fin tuvo un dueño absoluto.

Es el momento de celebrar en Liverpool y en todo el mundo, por que este equipo llevó fecha tras fecha un altísimo nivel y un encanto único brindado por el consagrado “Gegenpress”. La fidelidad a una idea, plantarla en sus equipos y “hacer que los hinchas vayan de escépticos a creyentes”, incluso luego de las derrotas en las finales de Europa League y Champions, los simpatizantes sabían que lo mejor estaba al caer.

Liverpool Football Club, el equipo que padeció tantas tragedias y tristezas, desde la llegada de Klopp vive sus mejores días y se infla el pecho, al presumir que es en la actualidad campeón de Europa, campeón del Mundo y, una vez por todas, campeón de Inglaterra.


Federico O’Donnell

El homenaje que el viejo y querido fútbol argentino se merecía

Amaneció nublado. Y frío, bastante frío. Sin embargo, aquel domingo 25 de Junio de 1978 iba a transformarse en un día festivo para el deporte argentino, en una jornada histórica para nuestro viejo y querido fútbol. Se jugaba la final de la XI Copa Mundial de la FIFA-Argentina 1978 a partir de las 15 hs y desde muy temprano la gente empezó a acercarse al Estadio Monumental, la cancha de River en la jerga futbolera de entonces y siempre, porque la ansiedad, las ganas y toda la expectativa puestas en esa final entre Holanda y la Argentina, no podían detenerse ni postergarse. Hacía frío y estaba nublado, pero había un partido, que entonces era el más importante de la historia de nuestro fútbol, por delante.

La memoria de aquel chico de 11 años que había concurrido a todos los partidos jugados en River, y un par en Vélez, en ese Mundial, permanece intacta en cada segundo de lo que sería ese domingo de gloria, con todos los preparativos previos a concurrir a la cancha para cerra una Copa inolvidable. La mañana nublada y fría. El desayuno en el hogar, muy cercano al estadio. La llegada de amigos que también concurrirían a la cancha. La felicidad de haber sido protagonista in situ de cada uno de esos encuentros. La emoción de reencontrarse con la camiseta argentina, pues la derrota con Italia y la consecuente transferencia a Rosario del equipo de Menotti nos encontró con los boletos comprados para la cancha de River. Y a seguir los partidos de Italia y a los nuestros a través de la TV. Por eso ese domingo 25 de Junio, además, íbamos a volver a ver a la selección en la cancha, en vivo y en directo.

Los comentarios previos, el almuerzo un poco más temprano que de costumbre y la caminata de 8 cuadras hasta la cancha para llegar quince minutos antes del inicio y acomodarse en la platea asignada, sin ningún inconveniente.

La lluvia de papelitos cuando Argentina salió a la cancha…Desde la platea Almirante Borwn Media veíamos caer como si fuera nieve las miles y miles de hojas cortadas arrojadas desde la popular. La euforia y el optimismo de los cantos de la tribuna. Los himnos y las quejas por el yeso de van de Kerkhof. “¿Que pasa?; ¿no se va a jugar el partido?”. La inocencia y el temor del niño que no comprendía que sucedía como la mayoría de los que lo rodeaban, hasta que un plateísta provisto de una radio portatil difundió lo que sucedía en ese cabildo abierto en la mitad de la cancha.

Y sin saber bien que había pasado y como se solucionó, el partido dio comienzo.

El inicio fue tenso, como corresponde a una final de campeonato. Con pierna fuerte, intención de asegurar la pelota y las primeras infracciones de una Holanda que se parecía poco a aquella selección que había deslumbrado cuatro años antes. esta mantenía algunos aspectos del pressing y la dinámica, pero era menos vistosa y un poco más violenta. Enseguida comenzaron los excesos y el malhumor de los argentinos, con una reacción de “Petete” Bertoni, tras otras quejas de Ardiles, que motivó el comentario de mi vecino de platea: “Eh! que pasa? hoy se levantaron todos chinchudos?”, ja. Eran los nervios y la ansiedad de los primeros minutos.

La primera llegada, a través de Daniel Passarella que pisó el área con coraje y su remate se fue alto. Enseguida la réplica holandesa, el centro desde la derecha, el choque entre Galvan y Gallego y la pelota que le queda servida a Johnny Rep. Casi un penal con pelota en movimiento, la pelota que pica, el remate que sale y el estadio enmudece…parece que va a ser gol de Holanda nomás, pero el vuelo fantástico de Ubaldo Matildo Fillol impide ese desenlace, sus manos envían el balón al corner y todos nos paramos para gritar el desahogo, casi como si hubiera sido un gol propio.

Entonces llegó el alarido. El gol propio, sí. La maniobra de Osvaldo César Ardiles, el toque para Leopoldo Jacinto Luque, la entrada del “Matador” Kempes y su esfuerzo para convertir desde el piso ante la salida de Joenbloed, el arquero visitante. 1 a 0 para Argentina a los 37′ de juego.

Pero había más en el primer tiempo, porque cuando todo estaba por concluir, antes de llegar al descanso otra vez Holanda estuvo cerca, con una aparición de su puntero Robbie Rensenbrink, quien apareció solo por izquierda y su remate fue tapado por la barrida con las piernas del “Pato” Fillol. Otra vez el arquero salvaba a la Argentina. Iban 44′ y muy pronto llegó la tregua del entretiempo.

El segundo tiempo fue luchado, cortado. La tensión aumentó. El partido se transformó en una batalla, con muchas interrupciones y algunas imprecisiones. Dos pases errados por Ardiles despertaron las quejas y los murmullos de los inconformistas y enseguida entró Omar Larrosa por el volante cordobés que no estaba en la plenitud física, con un fuerte golpe en el gemelo. Holanda metía y Argentina respondía. Por ahí llegaba Luque, pero no le alcanzaba para definir. Y se ligaba una patadita de Ruud Krol, mientras Neeskens lo insultaba a la pasada. Luego, la segunda variante permitida en el equipo argentino, con el ingreso de René Orlando Houseman por Oscar Alberto Ortíz; pasaba Ricardo Daniel Bertoni al costado izquierdo y el “Loco” a su posición natural por derecha.

En esto estábamos cuando llegó el baldazo de agua fría. La defensa que sale a presionar ante la habilitación a la derecha, la llegada del extremo holandés, los gritos de los que estábamos en la otra punta de la cancha a Tarantini porque creíamos que había abandonado su zona y descuidado la marca, el análisis posterior de Larrosa enganchado ante el achique de la defensa, la desesperación por el centro que venía, la entrada limpia del grandote Dick Nanninga y el cabezazo para decretar el empate 1 a 1 a los 81′, mientras en el banco argentino se reprochaban no tener a Daniel Killer en el banco para hacerlo entrar cuando en la visita ingresara el centrodelantero y hacerle marca hombre a hombre…

Faltaban nueve minutos y todos los sueños se congelaron en un instante. Un sudor frío nos recorrió la espalda y el partido otra vez había quedado como al principio. A remontar la cuesta, con el dolor del golpe recibido parecía un a empresa dura de resolver.

El final del tiempo reglamentario encontró a los argentinos enojados, inquietos, con algunas discusiones lógicas del juego y una catarata de palabras que se chocaban entre sí. Hasta que el “Flaco” Menotti alzó la voz y gritó: “¡Basta! ¿No se dan cuenta que mientras ustedes discuten los holandeses no dan más? Mírenlos; están muertos, piden aire, lucen agotados. Ahora vamos a pasarlos por arriba. Si lo tapan a Passarella suba usted, Galván. Vamos que se lo ganamos”.

Eso lo supimos después, cuando César Luis Menotti contó detalles de ese partido. Entonces nos comían los nervios. El partido era más luchado que jugado. Y ahí apareció el espíritu del equipo. Porque sacó fuerzas y le agregó a su conocido respeto por el balón, a su incesante búsqueda ofensiva, un temple y una personalidad avasallante, que terminó por someter a la rudeza que proponía Holanda. Y el ejemplo fue el segundo gol de Kempes, a lo guapo, para eplear el balón, ganarle el rebota al arquero y extender la pierna y “primerear” a los doz zagueros rivales que se subían a la lucha. Argentina convertía el segundo a los 104′ y el 2 a 1 sacudía otra vez los cimientos del Monumental.

Ahora era el momento de festejar. De gritar, de alentar, de pararse y ayudar todo lo posible a un equipo que dejaba el alma en la cancha. Que jugaba con el corazón. Con Luque golpeado por todos lados; con la sangre que regaba su camiseta, igual que la de Tarantini. Con Passarella en una pierna, acalambrado. Con Kempes desplegado por toda la cancha, desde hacer el saque de arco hasta armar la pared con Bertoni para que este convirtiera el tercer gol a los 114′ y quedará sellado el resultado. 3 a 1 para la historia.

“¡Ahora sí!” fue mi pensamiento en ese momento y para siempre. “¡Ahora ya no nos pueden empatar!” creía y se convencía el chico próximo a cumplir los 12 años, cuando el fútbol ya era un virus inoculado en su alma. Ahora no nos pueden alcanzar, ya sacamos una buena diferencia, falta poco, vamo, vamos Argentina, que el sueño está muy cerca, vamos, muchachos, ahora sí, vamos señor, usted que se aguantó mis gritos y mi bandera que un para de veces le rozó la cabeza en la platea de la fila de atrás y su sonrisa y su abrazo cuando el final se acercaba, “vamos querido, no te preocupes” me decía con el bigote blanco y los ojos llenos de felicidad. “Vamos”, y el abrazo con la pareja de unos asientos más allá, ella elegante con un tapado y el enfundado en un gorro con visera y el análisis táctico durante todo el partido. “¡Vamos que somos campeones!” Nos decíamos bien fuerte entre todos en ese sector de la Platea Almirante Brown Media y en cada una de las tribunas del Monumental. Vamos, que las lágrimas no nos tapen la vista y atrapemos todos estas imágenes para hacerlas imborrables, para guardarlas en la memoria como uno de los tesoros más preciados de la infancia, para apretar los puños y tomarse el trago de la vida para los que entonces ya llevaban más años de fútbol y de vida recorridos. Vamos que los jugadores ahí vuelven a recibir la Copa, que ahí arrancan la vuelta olímpica, que esta alegría desbordante pueda algún día transformar a un país mejor, sin muertes ni crímenes, ni secuestros ni violaciones a los derechos fundamentales. Que la libertad llegue de una vez y para siempre. Vamos que el fútbol nos trajo una gran alegría de la mano de un seleccionado que la cambió la cara a la historia.

Vamos a contarlo siempre que fue, como dijo Menotti, un homenaje al viejo y querido fútbol argentino. Vamos, que así queremos recordarlo para siempre.


Hernán O’Donnell

Liverpool despejó las dudas y acaricia la corona

Volvió el fútbol en Europa hace ya unas semanas, sin embargo, aún no se había visto al campeón del mundo o ,al menos, a lo que nos acostumbró en los últimos años. Esta vez, de local y con la oportunidad de ponerle toda la presión al Manchester City, el equipo de Jürgen Klopp no se hizo rogar y descargó con goles y buen fútbol sobre el Crystal Palace.

El conjunto de los suburbios de Londres fue el ultimo equipo en llevarse 3 puntos de Anfield, pero lejos quedó ese batacazo en Abril de 2017. Este no es aquél Liverpool, este año los “Reds” tienen en claro su objetivo y están a un paso o a un traspié del Manchester City de coronarse. Klopp puso a todos sus titulares y estos no defraudaron.

El inicio del partido, dictó una tendencia que perduraría todo el partido, y si aún quedaban chances para el “Palace” estas se esfumaron tras la lesión de Wilfried Zaha. Liverpool llegaba y llegaba ante un rival que no encontraba salida de su agobio y que su única opción era un pelotazo a Ayew quien fue neutralizado por Joe Gomez. Solo quedaba sentarse, disfrutar y esperar por el gol del Liverpool. A los 22 minutos, este llegó tras una curva fenomenal de un tiro libre ejecutado por Trent Alexander-Arnold, que quitó toda la esperanza a Hennessey. Un verdadero golazo para decretar un rumbo que no se alteraría. El equipo local siguió atacando y sabía por donde golpear, colocaba a sus temibles delanteros por las bandas y dejaba el medio del campo lleno de espacios para explotar. Así corrieron otros 20 minutos del primer tiempo, hasta que Fabinho pinchó el balón perfecto en el pecho de Salah, quién no perdono y definió de manera ortodoxa ante la salida del guarda meta rival. 2 a 0 a los 43′.

Ambos se fueron al descanso y en la visita se veían jugadores cabizbajos , como aceptando que esta vez los “Reds” no tendrían piedad. Dicho y hecho, el segundo tiempo retomó con dominio total del Liverpool y se notó la incomodidad de los defensores del Palace que miraban despistados los avances de Salah, Mané, Robertson y Alexander-Arnold. A los 54´, McCarthy recibió incomodo e inició una carrera contra su propio arco, Henderson,Firmino y Salah lo persiguieron y le robaron el balón, como perros de cacería que olfatean el temor y se relamen sabiendo que otro gol acecha. Sin embargo, la otra virtud del ataque del Liverpool es la paciencia y saber cual es el mejor camino al arco rival, entonces tocaron hasta que Fabinho tuvo la pelota, solo le bastó una mirada al arco para desenfundar un misil tele dirigido para el 3-0 parcial. Un gol muy similar al que Fabinho le anotó al equipo de Guardiola, en esta misma temporada.

Solo faltaba una conexión entre el trío mas explosivo de Europa, para así coronar el partido perfecto, finalmente llegó a los 68′; Mané recuperó y cedió para Firmino, el brasileño entregó rápido para Mohamed Salah quién a un toque y con su pierna inhábil asistió en profundidad para quién inició la jugada y se sumó a la lista de goleadores, Sadio Mané, quién colocó el esférico junto a un palo. Un gol para repasar una y mil veces, poesía en movimiento para cerrar una tarde/noche soñada. Klopp tuvo tiempo para premiar a jugadores como Neco Williams y Harvey Elliott, quienes mostraron cualidades e ilusionan a los hinchas con más temporadas como esta.

El palacio de cristal se derrumbó en la fortaleza Anfield y los dirigidos por Klopp, están cada vez mas cerca de terminar una sequía de 30 años y alzarse por primera vez con la Premier League.


Federico O’Donnell

De la mano de Gattuso, Nápoli avanza en la búsqueda de llegar a las Copas de Europa

Perdió terreno y dejó pasar el lugar que tenía en los últimos años, cuando discutía con Juventus por el Scudetto, cuando merodeaba por el segundo lugar, o cuando era una amenaza para cualquiera en un cruce por la Champions.

Hoy Nápoli ha resbalado en las posiciones y ya no pelea por el primer lugar, aunque se mantiene expectante y busca alcanzar un lugar en una de las dos Copas de Europa del año que viene. La tarea no es sencilla, porque si bien tiene la última plaza para arribar a la Europa League, lo acechan varios conjuntos y está lejos del Atalanta, que en la cuarta posición mantiene el último boleto para la Champions. Pero hay que sumar de modo permanente para arribar al último vagón y en esa suma, quien le dice, todo puede suceder.

El primer tiempo fue equilibrado. Arrancó el local con mucha presión arriba, intentó jugar el partido en el área de Nápoli pero, de a poco el visitante empezó a afirmarse en el terreno, a manejar el balón y a sumar llegadas. Zielinsky fue el eje conductor, Allan el acompañante y el peligro se traducía en la potencia de los delanteros, Politano, Milik e Insigne.

Para Verona el encuentro se tornó cerrado y dispuso de una chance a los 30′, cuando el remate de Lazovic fue conjurado por Ospina. A propósito, el equipo del Sur siempre se vio respaldado por el arquero colombiano y el zaguero Koulibaly, de los más destacados del mundo.

A los 37′ llegó la apertura del marcador; corner desde la derecha de Politano y el cabezazo limpio de Milik, cruzado, derrotó a Silvestri y Nápoli se adelantó 0-1.

El gol despertó al local, que se sacudió el polvo y fue arriba. Así sumó llegadas, por la dinámica del medio juego y la permanente preocupación que generaba Di Carmine. Y con esa imagen, de un partido que prometía más para la segunda etapa, se cerró el primer tiempo.

En el segundo tiempo el Nápoli tuvo una oportunidad clara apenas comenzó la etapa. Iban apenas segundos, y Allan tuvo un remate cerca que pudo aumentar el marcador para el visitante. Después, Hellas Verona adelantó líneas, fue por la igualdad, pero siempre chocó con la red que la preparó el equipo dirigido por Gennaro Gattuso. La mejor llegada fue a los 60′ cuando tras un centro Faraoni logró convertir, pero la jugada quedó invalidada por la intervención del VAR que advirtió una mano previa del jugador local que tiró el centro.

Enseguida llegaron las ventanas de los cambios, con todo lo que eso conlleva. Demoras, interrupciones y disminución de ritmo de partido.

Primero movió el banco Gattuso: a los 66′ Fabián Ruiz entró por Allan y F. Ghoulam por E. Hysaj. Y a los 68′ hubo otra posibilidad para el local con un tiro de Rrahmani que se desvió en una pierna, pero Ospina controló con seguridad.

Enseguida llegaron los cambios locales. Iban 69′ y G. Pazzini entró por S.Di Carmine y E. Salcedo reemplazó a M. Zaccagni.

Así el partido empezaba a perder intensidad, aunque el visitante mostraba más aplomo y manejo de la situación. Verona se desinflaba en tanto Nápoli lucía cómodo en el desarrollo.

A los 71′ dos variantes más en el conjunto visitante: D. Mertens por A. Milik y S. Lobotka ingresó por D. Demme para refrescar a los del Sur. En tanto, los locales modificaban el medio con el cambio a los 76′ de M. Pessina por V. Verre.

Nápoli tuvo una buena contra a los 80′, tras una maniobra combinada por izquierda, el arranque de Lorenzo Insigne por ese lateral, la corrida rápida, el enganche en el área y el remate que se fue alto. Una buen chance perdida, mientras el local agregaba más delanteros a los 83′ cuando M. Stepinski reemplazó a S. Amrabat; mientras que en la visita el mexicano Lozano entraba por Politano. Y algo iba a pasar…

A los 88′ Insigne se fue solo de contragolpe y el arquero Silvestri desvió su remate al corner; de ese tiro de esquina vino un centro cerrado, y apareció Lozano para convertir de cabeza en el borde del arco. 0-2 a los 89′ para la visita y partido liquidado aún cuando se le agregaron 6′ de juego al tiempo reglamentario.

Nápoli ganó bien; tuvo una chance a los 90+1′ cuando Lozano llegó solo al área rival y su tiro salió apenas desviado. Fue el cierre de una victoria lógica del equipo que se mantuvo en la discusión en los últimos años, perdió la brújula esta temporada pero con Gatusso tiene la esperanza de ser otra vez un animador permanente.


Hernán O’Donnell

Milan busca recuperar la memoria de aquella gloria perdida

Es un gigante de Europa que hace tiempo se ha dormido. Un equipo grande, que fue campeón de la antigua Copa de Campeones, de la renovada Champions League, de la Intercontinental, y de tantas y tantas ligas locales, la famosa Serie “A”. Fue un ícono en los ’90, como en estos tiempos lo fue el Barcelona. Sinónimo de equipo grande y poderoso, cuando se lo ponía como ejemplo máximo tal como en esta década pasada lo fue, y aún es, el equipo catalán. Esos años en que brillaban los holandeses Ruud Gullit, Marco Van Basten y Frank Rijkaard. Decir “Milan” era el equivalente al summum de la expresión futbolística.

Pero, de a poco, su estrella se apagó. Vinieron los años de vacas flacas, de deterioro y de superación por la Juventus, el Inter, el propio Nápoli, también Lazio y Roma. El famoso Milan, aquel del genial Arrigo Sacchi quedó envuelto en un cono de sombras y un recuerdo de viejas glorias…

El partido frente a Lecce era una magnífica oportunidad para recuperar la memoria y encauzar una campaña irregular. Milan necesita volver a ser el cuco de Europa, ese equipo que de solo nombrarlo producía respeto y temor. Esta temporada lo encuentra en una zona intermedia y le quedan partidos complicados por delante, así que cada encuentro, cada punto, vale oro. Por eso salió decidido ante Lecce.

Tuvo el dominio y el control en los primeros minutos; con un espíritu ofensivo, buen trato de la pelota y el equipo parado bien adelante, Milán dominó las acciones en la primera media hora a voluntad.

Calhanoglu era el eje conductor, pero también muy importantes Castillejo y Bonaventura por los costados. El respaldo habitual de Romagnoli y la dinámica de Bennacer con su espíritu combativo y contagioso, todo sumó para que la visita fuera el protagonista principal en ese lapso y convirtiera al arquero local, Gabriel, en una de las figuras más destacadas.

Así llegó al gol, a los 26′, tras un centro desde la derecha y la aparición de Castillejos para marcar con un remate cruzado, seco, de primera, que encontró mal parada a la defensa y a Gabriel a contrapierna. 0-1 para la visita.

Después de ese dominio y la diferencia obtenida, se confundió. el Milan. Se quedó. Como si se hubiera puesto más nervioso que tranquilo; dejó de creer en lo que hacía y se replegó amén del lógico adelantamiento local, que lo empezó a poner en aprietos. Saponara tomó la conducción del Lecce y el equipo entró en un ritmo más acelerado y ofensivo. Se retrasó Milan y el local aprovechó. Tuvo en Lapadula un ariete importante y peligroso y a los 45+3? de ese primer tiempo metió un contragolpe con mucho olor a gol, que se fue, tras su remate, muy cerca del poste izquierdo de Donnarumma.

Así se cerró el primer tiempo, con un Lecce que había levantado y un Milan que tras media hora muy positiva, se confundió y se quedó.

En el complemento, Lecce fue por el empate. Había perdido por lesión a Lapadula al final de la primera etapa, pero no se amilanó. Fue al ataque y logró llegar al empate. A los 52′ Saponara recibió en el área y Gabbia, que había reemplazado a Kjaer, lo barrió abajo. La ejecución la asumió Mancosu a los 53′ y con un toque suave, tras ver que Donnarumma iba hacia su derecha, colocó el remate suave y picado de modo leve a la izquierda del arquero visitante. 1 a 1, un poco más justo el resultado, pero enseguida llegaría una catarata de golpes visitantes que torcieron el rumbo del encuentro.

De salida, Milan volvió a desnivelar. Se acordó lo que había hecho en los primeros treinta minutos del partido y fue con mucha gente al ataque; la maniobra surgió de la derecha al medio, de allí partió el remate de Calhanoglu, el arquero Gabriel que no pudo retener y el rebote le quedó servido a Bonaventura, para marcar el 1-2 a los 54′ y volver a poner al visitante arriba en el marcador.

Y por si fuera poco, muy pronto le aplicó otro golpe, este definitivo. Cuando Lecce quiso reaccionar y se adelantó en el campo, una intercepción de Romagnoli, el pase a Bennacer y la corrida fantástica de Rebic para definir ante la salida de Gabriel a los 56′ y dejar el partido 1-3.

En el momento de los cambios, esas tres ventanas que modifican e interrumpen el juego, el Milan determinó como jugar el partido. Mantuvo a los dos ejes del medio campo, Bennacer y Calhanoglu, y entraron a los 67′ A. Saelemaekers por S. Castillejo, autor del primer gol y R. Leão, de grandes esperanzas en él, por Rebic; salían dos autores de goles de la visita, pero habría más.

Kessie creció mucho en su juego. Se asoció con Bennacer para patrullar la media cancha y ser el termómetro del equipo. Calhanoglu también aumentó su participación. Y Lecce se desorientó. Perdió la brújula y la motivación. Fue al ataque, pero sin intensidad ni rebeldía.

Por si hubiera sido poco los dos golpes juntos, la visita asestó un nuevo gole que liquidó el pleito en forma definitiva. A los 71′ Conti desbordó por derecha y el joven Leao convirtió de cabeza cuando entraba al área chica, el 1-4 para el Milan. Sin ser una máquina ni desplegar una exhibición de fútbol, el equipo se llevó una victoria meritoria.

Los últimos cambios fueron a los 85′: Lucas Biglia por G. Bonaventura y Paqueta por Kessie; los dos volantes fueron de lo mejor de la visita, que se llevó un partido importante, que jugó media hora a buen ritmo, que se desorientó al final del primer tiempo y al comienzo de segundo, pero que al final recobró la memoria de lo que había hecho al principio y construyó una goleada valiosa que le permite arrimarse a la zona de clasificación de Europa y volver a construir ese equipo que alguna vez fue mítico y admirado.


Hernán O’Donnell