Japón se clasificó primero en su zona, producto de un trabajo largo y la confianza en su potencial

Para aquellos que ven fútbol cada cuatro años, cuando llega el Mundial, se sorprenden ante la aparición de nuevos equipos, resultados inesperados y rendimientos llamativos. Son los “Fan” del Mundial, que se acuerdan de la pelota cuando llega la fiesta máxima, pero que no siguen con asiduidad a este deporte, que de manera ininterrumpida nos nutre de jugadores, equipos y partidos para seguir, analizar y descubrir. Si no mantienen una mirada constante en el fútbol, sobre todo en el internacional, llegan al torneo con un cierto desconocimiento de la actualidad del juego, producto de esa falta de seguimiento en esos años previos a cada Copa del Mundo. Y esa falta de información les hace creer que solo las potencias tienen posibilidades, que los “nombres” ganan por sí mismos, y que no hay cambios ni evoluciones en el fútbol. Casi no ven fútbol durante cuatro años, y llegan desactualizados a la Copa del Mundo, más preocupados en sumar “presencias” que en el conocimiento del juego, el análisis del mismo y disfrutarlo. Entonces, se sorprenden con Japón. Porque no han visto el trabajo del seleccionado ni tampoco a las individualidades que se destacaron en las ligas mayores de Europa, como la Bundesliga o la Premier League. Por supuesto que el fútbol siempre esconde sorpresas, y que está habitado por duendes que todo lo modifican, pero en esas “sorpresas” siempre hay una base que sustenta su resultado. Japón, como cualquier equipo que a un espectador lo pueda sorprender, siempre tiene una base, un argumento, una historia, un proyecto. Algo que lo sostenga. Un equipo improvisado es muy difícil que de una sorpresa. Tiene algún fundamento. Lo que pasa es que muchas veces no lo conocemos, entonces le decimos “sorpresa”.

Crédito: @FIFAWorldCup

Japón derrotó a España de una manera similar a la que había vencido a Alemania en la primera ronda de la zona. Algo quiere decir. Con un primer tiempo cauto, pasivo, espeso. Con un esquema que cada vez se usa más en el fútbol, 5-4-1, sobre todo en nuestra Liga Profesional, donde muchos equipos plantean ese sistema. Japón intentó dormir el juego en el primer tiempo y lo desató a todo vértigo en el complemento. tal como lo hizo ante Alemania. Y le dio el mismo resultado. Perdía 0-1, ganó por 2-1.

El equipo oriental salió con Shuichi Gonda en el arco; Junya Ito, Kou Itakura, Maya Yoshida, Shogo Taniguchi y Yuto Nagatomo; Takefusa Kubo, Ao Tanaka y Daichi Kamada; Daizen Maeda de centro atacante.

El conjunto de Luis Enrique se alineó con Unai Simón; Azpilicueta, Rodri, Pau Torres y Alex Balde; Gavi, Sergio Busquets y Pedri; Nico Williams, Alvaro Morata y Dani Olmo.

La primera llegada fue del equipo asiático. De izquierda a derecha, el balón llegó a Ito, quien definió con un tiro que salió cerca, a los 7′ de juego.

España se hizo de la posesión del balón, jugó bien adelantado y enseguida abrió el marcador. Una buena combinación en ataque terminó con un centro preciso de Azpilicueta, y el cabezazo de Álvaro Morata puso el 0-1 cuando iban 11′ del partido.

Crédito: @FIFAWorldCup

A partir de ahí, el encuentro ingresó en un monólogo. La Roja dominaba, controlaba la pelota y sostenía el partido en campo japonés. A los 22′ llegó Morata, pero Gonda respondió con seguridad. Y cerró el primer tiempo con un disparo de Williams que se desvió en un defensa y salió al corner.

Para el inicio del complemento, Hajime Moriyasu, entrenador de Japón, efectuó dos variantes: Doan reemplazó a T. Kubo, mientras que K. Mitoma ingresó en lugar de Y. Nagatomo; mientras que Luis Enrique hizo una modificación: Daniel Carvajal entró por Azpilicueta.

Fue el momento en que Japón aceleró. Fue a apretar bien arriba, y España demoró una salida; primero la retuvo demás Unai Simón, lo que generó una presión alta japonesa; luego, el arquero le dio un pase comprometido a Balde, este controló hacia adentro y perdió la pelota ante la presión del lateral, y Doan sacó un remate fortísimo que puso el encuentro 1-1 a los 48′.

Y tal como en el partido frente a los germanos, enseguida metió el segundo golpe. Una pelota que parecía perderse por el fondo, el centro atrás y la entrada de Tanaka para poner el 2-1 a favor de Japón, certificado por el VAR a los 52′, tras dos minutos de revisión.

España estaba al borde del precipicio; para colmo Costa Rica le ganaba a Alemania por 2-1 y eso clasificaba a los “Ticos” y eliminaba a la “Roja”.

Crédito: @FIFAWorldCup

Luis Enrique realizó la segunda y tercera modificación a los 56′; Asensio por Álvaro Morata, mientras que Ferrán Torres entró en lugar de Williams. España necesitaba empatar, por lo menos, y otra vez empujó a su rival en su campo, mientras sostuvo su idea de juego. Iban 61′ cuando Asano reemplazó a Maeda en el equipo de Hajime Moriyasu.

A los 67′ el entrenador cerró su ventana de cambios: Ansu Fati entró por Gavi, en tanto que Jordi Alba ingresó por Balde. En Japón, a los 68′, Tomiyasu reemplazó a Kamada.

Los goles de Alemania, que revirtió el marcador frente a Costa Rica para adelantarse 4-2, le trajeron tranquilidad al equipo español, que siguió con su estilo y su propuesta de juego, sin entrar en la desesperación. Endo en lugar de Tanaka fue el último cambio japonés, cuando iban 86′ del partido.

Y al final, España llegó con dos chances muy claras. A los 88′ Asensio sacó un remate violento y respondió Gonda. Luego, a los 89′ fue Dani Olmo quien surgió por el carril derecho, probó con un tiro cruzado y otra vez el arquero japonés tapó el disparo.

Fue lo último. España debió aguardar unos minutos el final de Alemania-Costa Rica, porque ese partido podía condenarlo. Claro está que para que ello sucediera, Alemania debía hacer cuatro goles más, o Costa Rica convertir tres y revertir el resultado. Sólo quedaba esperar dos minutos, y luego sí, el alivio llegó al equipo español.

Japón llegó con sus armas. Jugadores que actúan en grandes ligas, un equipo que suma años de trabajo, una experiencia olímpica reciente más que interesante, un esquema de juego aceitado y un entrenador muy capaz. Que sea una sorpresa, solo para los incautos.

Hernán O’Donnell