Argentina mezcló fútbol y overol para vencer a Australia y avanzar en el Mundial

El abrazo final de Nicolás Otamendi y Lisandro Martínez junto al arquero Emiliano Martínez, que abrazaba la pelota como al amor que se escapaba, sobre el cierre del partido y el delantero egipcio Garang Kuol, de apenas 18 años, metía el remate que detenía la respiración de un país abrazado a un triunfo agónico y apretado frente a Australia, fue la síntesis que mejor reflejó la victoria de la Argentina para arribar a los Cuartos de Final de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022.

Fue la fotografía que resumía la noche en Doha. Sangre, sudor y lágrimas. El equipo de Lionel Scaloni jugó con inteligencia, supo esperar sus momentos, aprovechó las fallas del rival, y se puso el overol cuando hizo falta para trabajar y pelear el partido.

La “Albiceleste” comenzó con Emiliano Martínez en el arco; línea de cuatro con Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Marcos Acuña; Enzo Fernández de volante central; De Paul, Alexis Mac Allister y Alejandro Gómez; Lionel Messi y Julián Álvarez en el ataque.

Australia presentó al arquero Mat Ryan; Degenek, Souttar, Rowles y Behich, laterla izquierdo que cumplió un gran partido. Mathew Leckie, Keanu Baccus, Aaron Mooy, y Riley McGree; Mitchell Duke y Jacson Irvine.

Crédito: @FIFAWorldCup

El primer tiempo no tuvo un volumen alto en cuanto a intensidad y juego. Argentina tenía la pelota, pero no se desesperaba en la búsqueda de la apertura, no forzaba los ataques, sino que más bien la manejaba con paciencia, para que el gol apareciera sólo, por decantación. No se impacientaba, aún cuando Australia se mostraba cerrada en la defensa y amenazaba con alguna contra, o con el cabezazo de Souttar, a los 29′, que fue despejado en el área por De Paul.

Y esa paciencia la llevó a abrir el marcador. Iban 34′ cuando Messi ejecutó bien un tiro libre, el rebote le quedó a Alejandro Gómez quien volvió a abrir para Messi, este cedió a Mac Allister, cuyo pase fue a Otamendi, quien intentó controlar el balón y se detuvo cuando vio que le quedaba a Messi. Y para Leo fue un obsequio caído del cielo, esa pelota que está libre en el área y la arremete para entrarle de lleno, rasante y fuerte, con un poco de “rosca” para que se le haga muy difícil al arquero Mat Ryan, y se convierta en el 1-0 a favor de Argentina.

Así se cerró el primer tiempo. Con un partido que se asemejaba a un ajedrez atlético; más pensado que jugado.

En el complemento Australia adelantó un poco sus líneas y fue a buscar el empate. Lionel Scaloni tomó nota del partido que se le venía, y a los 50′ decidió que el defensor Lisandro Martínez reemplazara al volante Alejandro Gómez. Argentina pasó a jugar con tres centrales, Romero, Otamendi y Lisandro Martínez, Molina por el carril derecho, Acuña por el izquierdo y en el centro del campo De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister, con Messi y Álvarez en el ataque.

El equipo se disponía a ponerse el overol, pero también mostraba su capacidad y sagacidad para aprovechar cada error del adversario. Ese “saber” y “entender” el juego, tan típico del futbolista argentino. Iban 56′ cuando Australia demoró una salida desde el fondo, entre toques laterales e intentos de manejar el balón, desaconsejables para un equipo que no tiene la riqueza técnica que tenía el Barcelona de Guardiola, modelo de esa forma de salida desde su campo. Los equipos que han intentado jugar de esa manera, con la asunción de riesgos extremos en su propia área, han fracasado. Admirar a aquel Barcelona no significa que todos lo puedan o deban hacer. Porque los errores se pagan muy caro, como le salió al arquero Mat Ryan, quien intentó gambetear en su campo a De Paul y a Álvarez. Supereó al primero, pero la presión del segundo lo llevó a perder el balón, y Julián Álvarez convirtió con facilidad para poner el marcador 2-0 a favor de Argentina. Muy difícil de remontar. Aquel Barcelona jugaba con aquel riesgo por dos razones: la inmensa riqueza técnica de sus futbolistas, que le permitía salir con pases desde la línea de gol de su arco, y porque si fallaban y les convertían, sus delanteros y mediocampistas, estaban capacitados para convertir la cantidad de goles necesarios que repararan aquel error.

Crédito: @FIFAWorldCup

Lo cierto es que el equipo de Scaloni se puso arriba en el marcador, y tuvo un pasaje de serenidad para liquidar el partido. Australia hizo dos cambios de manera inmediata. Craig Goodwin ingresó en lugar de Riley McGree, y Ajdin Hrustic reemplazó a Baccus, cuando iban 57′ de juego.

El equipo de Oceanía se volcó a un mayor ataque, Argentina arremetía con veloces contragolpes que amenazaban con liquidar el match.

A los 70′ Lautaro Martínez ingresó en lugar de Julián Álvarez, y Nicolás Tagliafico reemplazó a Marcos Acuña. En esa ventana, a los 71′, Graham Arnold, el entrenador de Australia, hizo tres modificaciones: Jamie Maclaren ingresó por M. Duke, G. Kuol entró por M. Leckie, y F. Karacic reemplazó a M. Degenek.

Parecía que Argentina controlaba el partido, pero el fútbol siempre tiene una sorpresa y Goodwin sacó un remate fuerte que tenía destino de control de Emiliano Martínez, pero se desvió en Fernández y cambió su recorrido para ser el gol de Australia, a los 76′. El encuentro quedaba 2-1 para la Argentina.

Decidió volver a mover el banco Scaloni, y a los 78′ Exequiel Palacios ingresó en lugar de Alexis Mac Allister, y Gonzalo Montiel reemplazó a Nahuel Molina.

El epílogo fue un sufrimiento para la Selección. Porque sufría en su campo y desperdiciaba oportunidades en sus contragolpes, como la que se le fue alta a Lautaro Martínez tras una buena jugada de Leo Messi; y a la vez, a los 80′, el lateral australiano Behich trazó una excelente jugada individual por izquierda, que fue cortada por el cierre de Lisandro Martínez. Mientras, la Argentina no podía lograr el tanto de la tranquilidad. A los 90+1′ lo tuvo otra vez Lautaro Martínez, pero el arquero Ryan le tapó el remate. A los 90+2′ fue Messi el que probó y su tiro salió desviado. A los 90+4′ el arquero Ryan volvió a ahogar el grito de Martínez. Argentina no podía liquidar el juego, y de pronto llegó esa jugada final…

Iban 90+6′ y el partido se acababa. Australia fue con la última esperanza, el balón llegó de izquierda a derecha, Koul giró en el área, se acomodó para la mejor ubicación y sacó un tremendo tiro que Emiliano Martínez tapó con su brazo izquierdo extendido.

Ahí quedó tras atrapar esa endemoniada pelota. Con los defensores arrojados sobre él. Con la respiración entrecortada y la angustia reflejada en ese gesto desesperado. Con la alegría contenida y desatada con el silbato final. Argentina ganó en octavos de final un partido muy duro ante Australia. Por momentos ofreció fútbol; en otros, se puso el overol. Le alcanzó para ganar y mantener viva la llama de la ilusión.

Hernán O’Donnell