Palmeiras supo sacar partido de la noche oscura de River

Fue una noche oscura, apagada, deslucida y sufrida para River Plate. Tuvo una derrota de esas que duelen y preocupan, aunque nada está decidido ni terminado. Pero el golpe fue fuerte, el 0-3 en contra obliga a una hazaña en Brasil que no es imposible, pero que conlleva un esfuerzo y un ingenio especial para dar vuelta la serie. Será difícil, no imposible. Pero lo que cuenta, por ahora es esta suerte de “primer tiempo” de noventa minutos de un partido largo de ciento ochenta. Y en ese sentido, River tropezó. Aunque con muchos matices y muchas cosas a tener en cuenta, detalles que hay que describir y señalar, porque en definitiva son los argumentos que le permiten al equipo de Marcelo Gallardo mantener la ilusión viva.

River comenzó bien la noche, con la disposición habitual de presionar al rival, empujarlo contra su arco y la intención de imponer condiciones en el juego. Fueron unos veinte minutos importantes, en los que funcionó bien el trabajo de los volante Fernández, De la Cruz y Carrascal, con el apoyo de Borré permanente, con una dinámica y un compromiso elogiable. Era más el equipo local, en tanto Palmeiras se agrupaba en su campo y amenazaba con salidas rápidas.

Hasta que a los 26′ una jugada que no traía mayores problemas se convirtió en un dolor de cabeza. Un centro desde la derecha que iba a ser controlado por Rojas fue rechazado en forma apresurada por Armani; el balón le cayó a Rony, y este con un fuerte remate marcó el 0-1.

Ahí se complicó el local. Se aturdió, aunque contó con algunas posibilidades para marcar. Buscó modificar con Carrascal a la izquierda y Fernández a la derecha, pero ya se abrían espacios entre los volantes y los defensores, y Palmeiras comenzó a aprovechar esos territorios. Rony y Scarpa se mostraron, Gabriel Menino, De Paula y Matías Viña empezaron a tener más contacto con la pelota y las amenazas empezaron a tomar seriedad.

River cerró la etapa con un tiro libre de Ignacio Fernández que pegó en la parte superior del travesaño, señal que River estaba en partido.

Pero el fútbol es siempre una caja de sorpresas y nada se puede predecir. Se puede presumir que algo puede suceder, pero luego hay que confirmarlo. Y cuando arrancó el segundo tiempo y muchos imaginábamos una reacción de River llegó enseguida el segundo gol de Palmeiras, con una contra letal en la que Luiz Adriano le ganó la posición a Rojas, se fue derecho al arco local y cuando le salió Armani definió entre las piernas del arquero; 0-2 a los 46′ del partido.

Y muy pronto llegó el golpe definitivo. Una falta violenta de Carrascal desembocó en la expulsión del colombiano, a los 59′ y del tiro libre ejecutado desde la derecha vino el cabezazo de Matías Viña y a los 61′ Palmeiras quedó adelante 0-3.

River había tenido sus ocasiones, pero no pudo concretar y cuando faltaba media hora se encontraba golpeado y confundido. Palmeiras, con la tranquilidad del resultado, empezó a hacer los cambios que le permitieran renovar el aire del equipo. Así, a los 66′ Ze Rafael entró por Danilo, y a los 70′ Breno Lopes ingresó por Rony y R. Veiga reemplazó a G. Scarpa.

Gallardo también intentó encontrar soluciones en el banco. A los 73′ Leonardo Ponzio ingresó por Matías Suarez y F. Girotti reemplazó a Milton Casco. Se paró con línea de tres, con Pinola por el lateral izquierdo. Y fue, a riesgo de sufrir contragolpes. A los 77′ E. Santos entró por de Paula y Willian por Luiz Adriano en Palmeiras. Y sumaba contras que amenzaban con la llegada del cuarto gol.

El DT de River tomó nota, y así como dispuso el ingreso de Jualián Alvarez por Ignacio Fernández a los 81′, enseguida decidió que Paulo Díaz entrara por Enzo Pérez, a fin rearmar la defensa y preservar al equipo de un resultado irremontable.

Su decisión fue la correcta. Palmeiras pudo haber hecho uno o dos goles más y hubiera sido lapidario. River tuvo una noche oscura, pero hubo muchas cosas para analizar y detallar, y son las que le permiten esperar el desquite con una llama de ilusión.

Hernán O’Donnell