No serán “Los Matadores”, pero el “crimen” fue perfecto…

No se ponían de acuerdo los hinchas: para algunos la figura fue Alvarado, para otros Cetto, para muchos Kalinski, para la mayoría el “Pichi” Mercier…San Lorenzo fue el dueño de la tarde, de principio a fin. Ganó arriba y abajo; en las tribunas y en el campo de juego; desde el primer al último minuto.

Salió decidido El Ciclón. Con presión en mitad de cancha, con movilidad y búsqueda ansiosa apenas comenzado el partido empezó a volcar el resultado a su favor. Una guapeada de Straqualursi, para ganar una pelota dividida en el área y sacar un fuerte remate, le permitó ponerse 1 a 0 cuando el encuentro no había llegado al minuto de juego.

San Lorenzo empezó a ganar desde el comienzo
San Lorenzo empezó a ganar desde el comienzo

Mantuvo la presión. Fue muy firme atrás. Pablo Alvarado cortaba y salía. Cetto lucía sólido. Muy concentrado Gentiletti y a partir de mitad de cancha se armaban los atque, donde buscaban debordar por las bandas, para aprovechar los espacios a espaldas de los laterales volantes de River y superar la lentitud de Bottinelli y las dudas de Mercado.

Por derecha se alternaron: primero Buffarini, se sumaba Prósperi, y luego fue Franco Jara. Con ninguno pudo Bottinelli, superado por la velocidad de quienes lo enfrentaban (al final también lo encaró Gonzalo Verón) y por los nervios propios de un partido duro que le tocó enfrentar ante su ex equipo.

La gente de San lorenzo y una tarde inolvidable
La gente de San lorenzo y una tarde inolvidable

Y San Lorenzo siguió con la misma tesitura. Con dominio de campo y pelota. Apenas 19 minutos y llegó el gol de Mauro Cetto, de cabeza, tras un centro de Ruiz. San Lorenzo era una fiesta. Dominaba en el juego, y en las tribunas, la gente deliraba.

River no conseguía hacer pie; apenas algún intento de Mora, la pierna fuerte de Ponzio ( al límite y más allá, con la permisividad de Delfino) y el desconcierto general.

Tardó 45 minutos el banco de River en darse cuenta que la línea de tres, y más en una cancha tan grande, de las más amplias del fútbol argentino, era un suicidio. Sobre todo si no retrocedían por los costados. Por eso sufrían Mercado y Bottinelli; los encaraban Jara y Buffarini lanzados en ataque y con velocidad y los superaban con cierta comodidad. No retrocedían Sánchez y Vangioni, y los defensores sufrían.

Tres variantes para el segundo tiempo y la línea de cuatro clara y definida. River empujó un poco más, pero no tuvo orden ni profundidad. Algunos centros, muchas imprecisiones y un San Lorenzo que se acomodó a partir de la velocidad por los costados: Jara y Biffarini fueron una pesadilla; el ingreso de Piatti y Verón les dio un refresco. Straqualursi dejó el campo ovacionado tras el enorme esfuerzo que hizo y el gran partido que jugó. Delfino sumó amarillas para todo lo que luciera azulgrana; así llegó la injusta expulsión de Verón, mientras fue permisivo con las brusquedades de Ponzio, González Pires y hasta el propio Mora.

Los jugadores celebran al finalizar el partido
Los jugadores celebran al finalizar el partido
El Ciclón y una tarde feliz
El Ciclón y una tarde feliz

Un San Lorenzo brillante y arrollador logró el gran triunfo que toda su gente esperaba. Con mucho esfuerzo, imaginación y voluntad, este grupo de gladiadores consiguió darle una gran alegría a su gente, que reventó el estadio y no paró de alentar e inventar cantitos, fiel a su historia mítica de hinchada más creativa del fútbol argentino.

Porque este equipo les regaló una tarde inolvidable, la del 3 de marzo de 2013. Un equipo que está lejos de aquellos famosos Matadores, pero, esta vez, el crimen fue perfecto.

 

Hernán O’Donnell