Italia jugó, luchó, sufrió y aguantó, pero sigue en su camino de recuperación

Italia abrió los ojos y se despertó. Se puso de pie tras el mal sueño que fue aquella eliminación de la Copa Mundial de la FIFA-Rusia 2018. Un trago amargo que costó digerir, pero que para el hombre que fue al rescate, Roberto Mancini, el director técnico, no fue más que un resbalón que obligaba a ponerse de pie muy rápido. Y vaya si lo hizo. porque se sacudió pronto las lágrimas de desencanto. porque apuntó a sepultar el dolor, porque convenció a todos que el pasado era para dejarlo atrás y que las miradas debían ser hacia adelante. Hacia el próximo Mundial, hacia esta EURO 2020 que se juega en el 2021. Y así enhebró una larga serie de partidos invictos, que ya han superado al mitológico equipo de Vittorio Pozzo, aquel que ganara las Copa del Mundo de Italia 1934 y Francia 1938. La “Azurra” se puso de pie, ahuyentó los fantasmas y ahora está de vuelta en el ruedo, con el respeto tradicional que despierta su alineación y su camiseta.

Austria salió a jugarle el partido. Sabía que no habría desquite; encuentro de octavos de final en Wembley, donde el empate no le serviría a nadie, pues debía haber un ganador para avanzar a la fase siguiente. Entonces, se apoyó en la dinámica de Sabitzer, la firmeza en la zaga de Martin Hinteregger, la presencia de Laimer y la habilidad punzante de Marko Arnautovic, para pelearle el partido. El conjunto de Mancini tardó en acomodarse al juego. Se vio sorprendido por los diez minutos iniciales de su rival y a medida que los volantes Barella, Jorginho y Verratti se encontraron en la cancha, el equipo comenzó a responder.

Así llegó la primera chance, a los 16′ con una llegada al ataque de Spinazzola, el centro al medio, el remate de Barella y el arquero Bachmann la desvió con el pie.

Respondió Austria con un contragolpe veloz de Aurnatovic que culminó con un disparo de este ante la salida de Donnarumma, que se fue por arriba del travesaño.

Italia atacaba con los laterales; Di Lorenzo era una salida constante por derecha, pero Spinazzola era algo más. casi un puntero izquierdo, parado bien adelante, a la altura de los delanteros, para que Insigne, Immobile y Berardi encontraran los espacios que las subidas del lateral izquierdo les fabricaba.

Fue el momento en el que creció el conjunto de Mancini. Era intrépido y agresivo, y si bien Austria nunca se resignó a un simple rol de partenaire, en ese lapso del encuentro, los últimos quince minutos del primer período, fue Italia la que tomó el control del balón y manejó las acciones.

A los 31′ tuvo la situación más clara de esa etapa, con un potente y combado remate de Immobile, que se estrelló en el poste derecho del arco de Bachmann. Una situación muy clara.

En el segundo tiempo Austria intentó repetir el libreto del inicio del partido. Adelantó a Baumgartner, subió Sabitzer, Florian Grillitsch buscó estar más cerca de Arnautovic y otra vez el conjunto de Franco Foda se hizo protagonista.

A los 62′ tuvo una posibilidad en un disparo de su centro atacante que controló Donnarumma; a los 64′ el mismo Arnautovic conectó de cabeza a la red, pero había recibido la asistencia en una leve posición adelantada que certificó el VAR y entonces el festejo alocado y la sensación de alegría quedó reprimida y el partido siguió igualado cero a cero.

Mancini entendió que el partido se había complicado otra vez y decidió las dos primeras variantes en su conjunto. Iban 67′ cuando M. Pessina ingresó por Nicolo Barella y Manuel Locatelli reemplazó a Marco Verratti; dos referscos importantes para la zona de mayor desgaste, el medio campo del equipo. Y regresó Italia al partido. Lo tuvo Insigne a los 72′, con un hermoso enganche que se fue desviado. A los 82′ volvió a tener una oportunidad, con el disparo de tijera de Berardi que salió afuera. Y a los 83′ volvió a mover la estructura del conjunto: el tanque Belotti reemplazó a Ciro Immobile y Federico Chiesa ingresó en lugar de D. Berardi.

Austria daba señales de agotamiento, y a los 89′ Baumgartner recibió asistencia por cansancio y debió cederle su lugar a A. Schopf, en el primer cambio del equipo. Poco más hubo en el tiempo reglamentario. Y el encuentro se prolongó en los treinta minutos adicionales para definir un ganador.

Italia fue rápido y expeditivo, cuando el comienzo del alargue nos hacía suponer que sería media hora de estudio, tedio y cuidados extremos. Pero la “Azurra” lo fue a buscar. Y de un pelotazo largo y preciso salió la apertura del marcador, porque Federico Chiesa bajó el balón con la cara, sorteó la marca y de media vuelta, casi al borde del área chica marcó a los 94′ de juego, el 1 a 0 para Italia.

Enseguida, a los 96′ llegó otro cambio austríaco; S. Kalajdzic por el agotado M. Arnautovic; más altura en el ataque. Y cuando imaginábamos una Italia refugiada y a la espera de aguantar el partido, volvió a sacudir al mítico Wembley. Fue a los 105′; salió un pelotazo del fondo de Bonucci a la izquierda; allí recibió Insigne, quien largó un centro al medio, donde la peleó Acerbi y Pessina, que entraba por la izquierda, colocó un tiro fuerte y cruzado para marcar el 2 a 0 ya al cierre del primer tiempo suplementario.

Austria salió al segundo tiempo adicional con dos modificaciones, a la búsqueda de la hazaña: L. Schaub reemplazó a F. Grillitsch y M. Gregoritsch entró en lugar de X. Schlager, para buscar su altura y tratar de llegar por medio de centros y pelotazos. Mancini reforzó el medio campo, y a los 107′ Cristante entró en reemplazo de Lorenzo Insigne.

Austria se la jugó con mucha gente en ataque, trató de meter la pelota en el área y cerró las posibilidades de cambios con dos últimas modificaciones: Iban 113′ y S. Ilsanker entró por el batallador K. Laimer y C. Trimmel lo hizo en lugar de S. Lainer. Y en ese minuto, llegó el descuento, tras un tiro de esquina cerrado desde la derecha de su ataque y la palomita de Sasa Kalajdzic para ganarle la posición a tres marcadores y señalar el gol de Austria, que dejaba 2-1 el partido para la “Azurra”.

Quedaban cerca de diez minutos para la emoción. Italia desperdiciaba contragolpes, uno de ellos muy favorable en el que Chiesa no pudo marcar, mientras Belotti se las ingeniaba para aguantar el balón y generar faltas en ataque, que le dieran un respiro a sus compañeros. Y Austria tuvo su última oportunidad a los 118′, cuando una jugada colectiva finalizó con un remate de Michael Gregoritsch que se fue desviado.

Italia cuando pudo jugó; cuando Austria lo complicó, luchó. Cuando tuvo sus chances, marcó, y al final sufrió y aguantó con el trabajo de sus delanteros. Ganó, se clasificó a cuartos de final de la UEFA EURO 2020 y no se desvía de su camino de reconstrucción.

Hernán O’Donnell