Argentina, a la hora de la verdad

“Esto es un deporte. Se puede ganar, se puede perder. Pero mañana, en la cancha, vamos a dejar todo por lograr los puntos” afirmó Juan Mónaco.
“Tengo que jugar mi mejor tenis y aprovechar las chances. Somos conscientes de que podemos hacer historia”, sentenció Del Potro.
“Estoy orgulloso de mis jugadores” confesó el capitán Vázquez.

Argentina cerró filas. El seleccionado nacional de tenis ya dijo, fuera de la cancha, todo lo que tenía que decir. Más allá de las palabras, el sentimiento es general: Dejar todo en la cancha, jugar por la gloria y por un lugar en la historia grande del deporte. España es el gran favorito y por eso un triunfo visitante sería un hito como alguna vez fue “El Maracanazo”, aquel triunfo de Uruguay sobre Brasil en Río de janeiro, en el último partido del Mundial de Fútbol de 1950. O la victoria de Cassius Clay ante Sonny Liston, por el título Mundial de los Pesos Pesados, cuando nadie auguraba una victoria de Clay, ante el enorme poderío que, hasta entonces, había mostrado Liston. O como tantos otros “batacazos”de la historia deportiva.

Argentina va tras eso, entonces. A dar el golpe, a torcer lo que parece un rumbo definido. A cambiar el destino que muchos le auguran al match. A doblegar la casi cantada victoria española. Y esto es tan así, que por aquí ya nadie cree en otra cosa que no sea un festejo rojo, a pura furia. Algunos lo anticipan para el sábado. Habrá que ver, pero lo cierto es que el estadio está cada vez más grande y ya no saben como hacer para seguir vendiendo boletos; es que capacidad hay, en definitiva es un estadio de fútbol al que le han injertado dentro uno más pequeño para el tenis. Se calculaba un aforo de 15.000 personas. Se amplió, en primera instancia a 22.000. Ahora se han estirado a 27.700, con asientos muy lejanos, otros de visibilidad reducida, otros arriba del techo, o detrás del vestuario, en fin…

VLUU L200  / Samsung L200Llegó el momento. En pocas horas el partido dejará de jugarse en las palabras y comenzará a disputarse donde debe: en la “pista”, como dicen los españoles. El cielo nublado y algunos chaparrones en la fría mañana de Sevilla le empiezan a dar un clima dramático a la gran final.

La gente se acerca y el estadio comienza a cobrar vida. Se acabaron las palabras; es tiempo de jugar.

 

Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a Sevilla, España)