30 años de la Liga Nacional de Básquetbol

Afuera hacía mucho frío; lloviznaba y el viento anunciaba una inminente sudestada que nacía en el sur del conurbano de la provincia de Buenos Aires, en las costas de Quilmes y que avanzaba hacia el Norte, hacia el barrio de Núñez, hasta llegar a San Isidro. El clima estaba más emparentado con el otoño o la inminencia del invierno que con la llegada de la primavera. Todo eso, afuera.

Adentro, una multitud se acercaba al mítico Estadio Obras para acompañar a San Lorenzo, y ser testigos de la apertura de una nueva edición de la Liga Nacional de Básquetbol entre el Ciclón, que hacía de local y el visitante, Quimsa de Santiago del Estero, el último campeón. Adentro, entonces, todo era calor y color.

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Aquel viejo sueño de León Najnudel y el acompañamiento del inolvidable O.R.O. y tanta gente que colaboró para la creación de la Liga Nacional, cumplía 30 años. Atrás había quedado la presentación, allá por agosto de 1982 ante un público ávido por conocer la idea, por entender de que se trataba, por saber como podía mejorar el basquetbol, el deporte, en definitiva. Y fueron meses de trabajo, de recorrer el país, de andar de aquí para allá, para que florezca el basquet y nazcan nuevos jugadores, al amparo del crecimiento de los clubes. Y tomó forma la idea, hasta que se concretó en abril de 1985 y nació la Liga en una fecha inaugural que tuvo a San Lorenzo, vaya coincidencia, como protagonista junto a Argentino de Firmat en el mismo Estadio Obras, mientras jugaban ese mismo viernes, en Bahía Blanca, Pacífico y Atenas de Córdoba, y en la docta se presentaba Instituto ante Sport Club.

La Liga creció. Se fortaleció. Modificó el calendario; pasó del torneo anual a las temporadas similares a Europa o la NBA. Surgieron jugadores que al ritmo de la competencia se desarrollaron hasta alcanzar niveles inimaginables, que los llevaron a Europa y a la mismísima NBA; se potenció el Seleccionado Nacional, hasta convertirse en una potencia mundial, ganador del oro olímpico en Atenas 2004, de la medalla de bronce en Beijing 2008 y del subcampeonato mundial en Estados Unidos 2002. Un momento inolvidable.

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Anoche fue el turno de San Lorenzo. De vivir su fiesta de regreso a la Liga Nacional. De arrancar a todo trapo, con las tribunas repletas y un jugador que descolló de principio a fin hasta convertirse en la gran figura de la noche: Walter Herrmann, el hombre que jugó en Detroit Pistons e integró el plantel campeón olímpico en Atenas 2004, se dio el gusto de jugar en el club de sus amores y destacarse con 31 puntos y una actuación formidable.

Lo acompañaron en una buena noche Bernardo Musso, Fernando Martina y Nicolás Aguirre, quien cumplió una gran tarea ante sus ex compañeros. Quimsa no pudo hacer pie en toda la jornada. Trabajó a destajo en defensa, luchó, pero no tuvo eficacia en el perímetro y le costó mucho acercarse en el marcador. Siempre corrió de atrás y si bien en el último cuarto pudo ponerse 8 puntos abajo y alentar alguna esperanza, el aporte de Johnson en los locales alargó otra vez el marcador hasta cerrarlo en 79-64 para San Lorenzo.

La noche se terminaba con la euforia de un público entusiasta que no dejó de alentar al Ciclón en todo momento. La gente de uno y otro equipo despidió a los jugadores con aplausos. Afuera nos esperaba otra vez el frío, el viento y la llovizna que presagiaban la sudestada. Nada importaba. Adentro, bajo las luces del mítico Estadio Obras el fuego de la Liga Nacional de Básquetbol había encendido otra temporada de ilusiones.

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Hernán O’Donnell