El candidato dio un paso al frente

Se va a hablar mucho de este partido. Del rendimiento del seleccionado argentino, de su ímpetu, de su ataque constante, de su presión alta y su capacidad de goleo; se va a hablar también de la lesión de Pocho Lavezzi; del infortunio del ex jugador de San lorenzo, que estaba encaminado a hacer una gran Copa; se va a hablar mucho de la seguridad de Sergio Romero y sus defensores…

Pero nada va a superar al gol de Leo Messi. de este se va a hablar por los siglos de los siglos. Un poema que se originó en una falta violenta y un gesto de desagrado de Lio, que cuando lo hace transforma la rabia en una acción talentosa. Tal como le sucedió ante Panamá, Leo se levantó con un gesto adusto, se sacudió el polvo de la caída tras la aparatosa y fuerte infracción y midió el remate.

Vio que se levantaba la barrera. Que de por sí era muy alta. Vio que el arquero daba el pasito hacia el medio, se volcaba un poco al palo de su barrera. y tomó la decisión: el mejor lugar para poner el remate era ahí. Ahí. En el ángulo superior izquierdo de Guzán. Para clavar un golazo. Y meter el 2 a 0 parcial que definía el partido. Porque todos supimos que ya nada habría por hacer. Que ese gol marcaba una tendencia definitiva en el match.

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Messi. El dueño de la noche de Houston. El dueño del partido. El hombre que se apropió del fútbol. Decidió liquidar el partido con un golazo en un lugar imposible, impensado. Conmovió, una vez más, al planeta futbolero. Sacudió la credulidad. Asombró hasta al más escéptico.

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El que le dió un paso adelante a la selección. El que marcó el gol del que se hablará por siempre.

El candidato dio un paso al frente. Ya está en la final. Y tiene un jugador que parece que siempre puede hacer posible todo. Hasta lo imposible.

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Hernán O’Donnell