Un nuevo golpe a la ilusión

Los fuegos artificiales de New Jersey iluminan un cielo que estuvo tan cerca y quedó tan lejos. La Argentina se hunde en las lágrimas del desconsuelo y la derrota. La tanda de penales ha pasado y ya no hay nada que hacer. Si hubo una última esperanza, se acabó en esa definición. No alcanzó con la alegría efímera de Sergio Romero y el penal que le contuvo a Arturo Vidal, una de las figuras del partido. La otra, Claudio Bravo, se iba a encargar de contener el penal a Lucas Biglia y de esa forma encaminar el triunfo de Chile.

En el medio de esa tanda, el penal que desvió Messi ante la sorpresa e incredulidad generalizada. La Argentina perdió otra vez. Otra final, la tercera consecutiva. Cayó en la Copa del Mundo de la FIFA-Brasil 2014 ante Alemania; en la Copa América Chile 2015 ante el local. En la Copa América Centenario USA 2016 frente a Chile otra vez. Tres finales seguidas en tres años. Un sabor amargo que se profundiza cuando se empiezan a revisar algunas casualidades: tres partidos con alargue, 120 minutos de cada juego, 360 minutos en total y ningún gol.

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El Met Life Stadium que el día anterior estaba poblado de periodistas del mundo que esperaban (esperábamos) la consagración de Messi con su selección, quedó poblado de asombro. El festejo genuino de Chile no podía ocultar la tristeza generalizada, que trascendía a los argentinos e invadía a los que se han sumado al amor por Messi, sean del lado que sean.

La Argentina perdió otra chance. Se escapó al minuto, cuando el tiro de Banega se fue muy cerca del palo derecha de Bravo. Se fue en el minuto 20, cuando el remate de Gonzalo Higuaín se escapó por un centímetro.  Se fue cuando el cabezazo de Agüero que entraba en el ángulo, encontró la mano de Bravo y la descolgó cuando el gol parecía inevitable.

Chile se defendió bien. Supo cerrarse para evitar llegadas. Rodeó a Messi cada vez que recibí la pelota. Y le hizo infracciones cada vez que fue necesario. Así se fue expulsado Díaz, pero no cambiaron la estrategia. Por esa ley de las compensaciones, se fue expulsado Rojo y el partido equilibrado.

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Se fue el partido sin que se pudiera torcer el rumbo. La firmeza de los centrales con Mascherano de “6” y Funes Mori al lateral. La voluntad de Banega, que se suelta a partir del ingreso de Kranevitter, por el apagado Di María.

Y el ingreso tardío de Lamela, que en el suplementario le dio aire y frescura a la Argentina.

Pero no hubo caso. Y además, Chile contó con un par de situaciones bien claras que detuvo Romero y una salvada providencial de Funes Mori.

Pero estaba escrito que la tarde-noche de East Rutherford sería triste y melancólica. La tanda de penales llegó con los mismos presagios que el año anterior. Pero no está allí la causa de la derrota. La razón, las razones, pasan por los 90 minutos y la prórroga. Argentina no pudo conformar un equipo. No tuvo demasiado vuelo en lo futbolístico, y además no le acertó al arco.

Habrá que serenarse, reflexionar y ver como se sigue. En caliente, Leo dijo “la selección se terminó para mí”. Bueno, es una frase en caliente. Habrá que serenarse y pensar. Enfriarse, saber que se hizo bien y que cosas hay que corregir. Incluso Leo. La Argentina perdió una hermosa chance en East Rutherford, y la pena se expande por toda la patria futbolera. Un nuevo golpe a la ilusión. Pero no hay que destruir todo. Hay que construir sobre lo bueno que ya está. Por que en el deporte, como en la vida, siempre hay que levantarse y empezar de nuevo. Se gane o se pierda. Vamos, que la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 nos espera a la vuelta de la esquina, más cerca y más rápido de lo que nos imaginamos.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a East Rutherford, New Jersey, USA)