Una noche de lluvia, barro y emociones

Fue el reencuentro con la victoria y con la satisfacción del deber cumplido. Los Jaguares elaboraron un triunfo amplio y merecido, y se reencontraron también con su gente, que fue reducida por las inclemencias del tiempo, pero fiel en la presencia y en el apoyo a los jugadores.

Los Jaguares hicieron pie en el barro del Estadio “José Amalfitani”. Sobrellevaron el penal en contra y muy rápido Nico Sánchez puso el 3-3 con un penal. Después llegó el try convertido para ponerse 10-3 y el try de Creevy donde todos empujaron para establecer el 15-3 parcial. Descontaron los Bulls con un penal y nos fuimos a refugiar de la lluvia y el viento tras un primer tiempo auspicioso: 15-6

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El segundo tiempo se jugó con más ritmo y fiereza. Crecieron los argentinos por la garra de Creevy, el empuje de Lavannini, el talento de Sánchez, la capacidad de Tuculet y la audacia de Cordero.

Un penal de Nico Sánchez, y 18 a 6. Buen momento para desarrollar las facetas del juego. Tackle y creatividad. Y garra y corazón. Otro empuje coordinado, otra avalncha de peso en una banda y otro try del capitán Agustín Creevy, muy parecido al del primer tiempo: 23-6, ante un rival duro y peleador.

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Un try de Bulls achicó la diferencia a 23-11 y otro penal de Sánchez la volvió a estirar a 26-11.

Enseguida, otra vez el tucumano Sánchez acertó un penal a los palos y los argentinos se adelantaron 29-11.

Llegó el momento del rugby desplegado, abierto, duro e intenso. Los Bulls no se achicaron y pelearon el partido. Con más vergüenza que rugby fueron a buscar el descuento. Los locales contestaron con tackles y propuestas de contraataque. Fueron cinco minutos, los finales, donde se vio un rugby de nivel, jugado con honor e intensidad.

Y con toda la alegría de volver a cantar victoria, ante un público fiel y una tormenta permanente que regó de esfuerzo y sacrificio la victoria de los Jaguares.

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Hernán O’Donnell