La noche de Córdoba llenó de preguntas al seleccionado

Estaba todo preparado para tener una noche de fiesta y alegría. Hasta el clima acompañaba como un anuncio de buen augurio; cálido durante el día, un sol radiante y una brisa fresca que asomó al caer la tarde para dejar paso a un anochecer ideal para jugar al fútbol. Un estadio hermoso, deslumbrante, casi lleno, con una ocupación que orillaba el 90% de su totalidad y una multitud conformada por familias y grupos de amigos, el público clásico de la selección nacional.

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Sin embargo, el equipo de Bauza no supo estar a la altura de las circunstancias. Como si sufriera un bloque psicológico tras las tres finales perdidas y los duros cuestionamientos, (en algunos casos de los medios, los menos, pero sí muchos en las redes sociales que tienen gran repercusión aunque los autores de los mensajes son más anónimos que firmantes responsables), esas duras críticas que se sumaron entre cada episodio (frustración en Brasil 2014, decepción en Chile 2015, reproches en USA 2016) derivaron en un plantel en estado de alerta y confusión. Hipersensible a cualquier opinión, agazapado para devolver cualquier frase, herido por las críticas de los hinchas, los jugadores se debaten en un momento donde están en el ojo de la tormenta y no encuentran los resultados para alcanzar la pazy emprender el camino hacia la búsqueda de un nuevo objetivo.

Así está la Argentina hoy. Herida por las finales perdidas, sensibilizada por las críticas desmedidas y confundida en su juego. No encuentra los caminos de la recuperación y se hunde en su crisis, enredada en sus broncas y sus fantasmas.

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Ante el conjunto guaraní la selección sumó una actuación decepcionante. Parecía no tener plan de juego, y si lo tenía, quedó deshecho apenas se empezó a mover la pelota. Paraguay salió a golpearlo, tuvo un ataque a su favor y en la primera contra acertó Derlis González. El 0-1 llenó de estupor a un público que había acudido en masa para ver, a falta de Messi, a su ídolo local, Paulo Dybala, pero el entrenador, en una decisión difícil de comprender, prefirió dejarlo en el banco. se privó de contar con uno de los futbolistas más capaces de generar juego, privó a la gente de ver a su estrella favorita y privó al equipo de contar con un aliento más grande e incondicional a partir del inicio del juego. Porque con Dybala en el campo desde el inicio, el aliento y el entusiasmo hubieran sido mayores  desde el arranque del partido; al dejarlo afuera, el pedido de su ingreso se transformó en un grito de guerra que comenzó tras el gol de Paraguay y creció hasta el estruendo ensordecedor después del penal que Villar le atajó a Sergio Agüero. Por qué no jugó desde el comienzo Dybala es la primera pregunta, que en realidad surgió desde la confirmación del equipo la noche anterior.

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La Argentina nunca supo jugar el partido. Se vio ahogada por Paraguay y su acumulación de volantes; no tenía reacción cuando la dinámica de los mellizos Romero le imprimía toque y velocidad a las contras y se vio muy lenta y previsible en ataque. Si había plan o plan B, es una duda que también deja la noche cordobesa. La respuesta del equipo fue sumar gente en ataque para tyener mayor presencia en el área rival y acertar un pleno.

Una tercera duda fue planteada por muchos en algunos puntos particulares. ¿Por qué ejecutó Agüero el penal si había errado dos en un partido reciente con el Manchester City? ¿No hay otro jugador capacitado para ejecutarlo? ¿No deberían estar todos los futbolistas aptos para hacerlo?

La actuación de Romero fue intermitente. Clave para desviar un remate con olor segundo gol, pero un interrogante es su posición en el gol de González. Tal vez haya descuidado un poco el primer poste, aunque hay que decir que no tiene mayor responsabilidad en el gol, pues era un mano a mano complicado de evitar.

A Bauza se lo vió muy abatido en la conferencia de prensa posterior al juego. En sus primeras respuestas lucía quebrado, con el tono bajo y la voz desanimada. Con el correr de los minutos se recuperó un poco y al final intentó mostrar un mensaje de fuerza y optimismo para el futuro. ¿Podrá encaminar el recorrido hacia el objetivo?

Los jugadores se fueron muy rápido de la cancha. Apenas sonó el silbato del juez se dirigieron hacia el tunel, sin esperarse entre ellos, sin hacer la clásica ronda final y juntarse para irse todos juntos. Nada de eso, terminó el partido y se dieron vuelta desde cada lugar para irse al vestuario. Es comprensible, quien alguna vez haya jugado a un deporte colectivo y sufrió una derrota dura e inesperada, la bronca hace que uno se vaya rápido, mascullando rabia y decepción por una noche decepcionante. ¿Serán estos mismos los hombres de la recuperación? Está claro que Leo Messi se reintegrará al conjunto y se pondrá una vez más el traje de salvador, pero hay que seguir de cerca el clima interno del plantel.

La noche de Córdoba presagiaba un momento de alegría y de recuperación. Fue todo lo contrario; una actuación para el olvido que llenó de dudas y preguntas al pueblo futbolero. ¿Tendrán, el DT y los jugadores, las respuestas necesarias para la recuperación?

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a Ciudad de Córdoba, Provincia de Córdoba)