Alemania Campeón, dos palabras de unión natural

La victoria por 1 a 0 ante Chile en la final de la Copa FIFA Confederaciones llegó por un haber forzado un error en la salida del equipo sudamericano. Intentaba maniobrar Marcelo Díaz cuando dos hombres fueron a presionarlo, bien cerca del arco de Claudio Bravo, y lograron obtener el balón. de ahí vino el gol de Stindl cuando se jugaban 20′ y el partido se sentenció.

Poco pesó lo que había pasado hasta ese momento. Un Chile que intentaba prevalecer, que había llegado en dos oportunidades con cierta claridad y un institnto de querer manejar el partido. Poco importó. Apenas Alemania tuvo una chance, facturó.

Después fue una constante en el desarrollo: el manejo del balón de La Roja, el criterio táctico de los europeos.

Se soltó Chile por los laterales; tanto Beausejour como Isla se ofrecieron como salida limpia desde los costados, y Vidal comandaba la batuta de cada ataque, con la movilidad de Sánchez y el talento de Hernández. le costó sumarse a Vargas, aunque fue este último quien sacó un remate preciso que controló Ter Stegen.

El encuentro no tuvo la intensidad ni el ritmo que había tenido el de la primera fase. Había más recaudos, más temores, mayores cuidados. Desde ese punto, no se pareció al primer encuentro. Fue más rico el primero, más tenso el segundo.

Esa fricción se notó en el complemento, cuando Gonzalo Jara le aplicó un codazo a Werner y el referí, tras consultar al VAR, sólo lo amonestó, cuando lo indicado era mostrarle el cartón colorado.

Pero no se desmadró el partido. Se mantuvo en su cauce y Chile se la jugó en los últimos minutos, aunque siempre chocó con Ter Stegen, al cabo, elegido como la figura del partido.

Chocó Chile con la pared alemana. Esa máquina de jugar al fútbol de todoas laas maneras posibles: al ataque, de contra, con presión alta, o con acumulación de volantes…esta vez eligió replegarse en una suerte de dos líneas de cuatro para partir rápido en contraataque y asustar con Werner, Draxler, o las llegadas de Stindl, Emre Can cuando ingresó, y el respaldo de Rudy, de buen partido.

Alemania ganó otra final, como ganó la final del Mundial hace tres años, como acaba de ganar el Europeo Sub-21. Ganó porque creyó en un estilo, en una manera de trabajar, porque no se aparta de ella ni se confunde por algún traspié transitorio.

El mundo de la pelota está preocupado y alerta. La máquina alemana no se detiene, y parece que no lo hará por un largo tiempo.

 

Hernán O’Donnell