En la escalada final, Argentina resbala

El fútbol es maravilloso por esto. Porque “la cátedra” descontaba que la Argentina le iba a ganar a Venezuela; más aún, los comentarios, los pronósticos, que en el fútbol hasta el más lógico roza la temeridad, anticipaban que la albiceleste vencería a Venezuela y Perú, y con esos 6 puntos tendría encaminada la clasificación a la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018.

No sucedió. Por lo menos el primer anticipo. La Argentina no pudo con la “Vinotinto”. Que mereció ganar, es cierto. Que fue muy superior en la primera media hora de juego, que tuvo un gran primer tiempo y que debió haberse llevado una ventaja de por lo menos dos tantos, también es verdad.

Pero, tal como lo afirmaba el entrenador anterior del elenco nacional, Edgardo Bauza, los merecimientos en el fútbol no existen. O por lo menos no se consideran a la hora de repartir los puntos. No existe el “fallo” de los jueces como sucede en el boxeo cuando una pelea llega al final de los 12 rounds. Aquí es por goles, no por merecimientos.

Y la Argentina no pudo marcar más tantos que su adversario. Generó una cantidad grande de situaciones en esos primeros 45 minutos. Probó con tiros de media distancia, con maniobras combinadas, con buenas asociaciones, con centros…Se lució en varias ocasiones el arquero Fañíguez, en otras faltó precisión, en alguna no se eligió la mejor opción y en otras aparecieron piernas salvadoras de los defensores visitantes.

Se enredó la Argentina en ese laberinto que le propuso el rival, y lo que no debía ocurrir, sucedió: El día anterior consultamos al DT Sampaoli por los recaudos a tomar en ese dominio territorial, pues la pérdida del balón podría generar contragolpes y dolores de cabeza. El Técnico asintió y consideró que podía ser muy peligroso perder la pelota en la mitad de la cancha, por eso había que tener un buen dominio del balón y las marcas ajustadas en los hombres preparados para el contraataque del rival. Y pasó. Se perdió una pelota apenas pasada la mitad de la cancha, las marcas no estaban ajustadas y el contragolpe letal de Murillo tras la salida de Romero, le dio, con un buen remate, el tanto a Venezuela.

Una ola helada se metió en el Monumental. Si la noche era fría, ese tanto traía una viento más ´profundo. Enseguida llegó el gol en contra de Feltscher y un poco más de tranquilidad para los nervios de Sampaoli, Beccacece y toda la gente.

Pero no tuvo el equipo local más ideas. Se perdió en los nervios y la confusión; la salida de Di María (de muy buenos 20 minutos) pudo influir; Acuña alternó buenas con otras no tanto; Banega tuvo algún desacierto, Dybala ya no encontró a Messi y Leo quedó aislado, entre el intento individual y la búsqueda de socios que no aparecieron: ni Icardi ni Benedetto fueron profundos y amenzantes.

La Argentina dejó pasar una oportunidad de oro. Perdió dos puntos que pueden ser vitales. Se complicó, y mucho, en su camino al Mundial. No pudo responder al pronóstico de la cátedra. Cuando se empieza a llegar al final de la trepada, este resbalón frena la marcha y abre una gran preocupación.

 

Hernán O’Donnell