Sólo se habla de Argentina y Perú

Aunque todavía faltan dos semanas, aunque aún hay mucho tiempo para planificar el partido, aunque también hay mucha actividad deportiva (incluído el fútbol con todas las ligas en marcha y las Copas continentales en pleno desarrollo), en la Argentina, en materia deportiva, sólo se habla del partido correspondiente a la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 que van a jugar el jueves 5 de octubre en la Bombonera, Argentina y Perú.

No se habla de otra cosa. No hay tema que lo pueda superar; ni el combate tremendo entre Saúl Alvarez y Gennady Genadievich Golovkin, ni la lucha que mantienen Hamilton y Vettel en la Fórmula 1, ni los partidos de Los Pumas en el Rugby Championship y ni siquiera el descenso a la Zona Americana en la Copa Davis del equipo argentino de tenis. Nada se interpone en un partido que ya se juega.

En realidad, se juega desde 1969. Porque apenas se planteó la idea de mudar este partido a la Bombonera, lo primero que se recordó fue el encuentro del 31 de agosto de 1969 correspondiente a la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-México 1970; partido que quedó en el galpón de los malos recuerdos, pero que sus fantasmas (como el 0-5 ante Colombia) siempre revolotean. Para algunos, no era un buen augurio; para otros, una mezcla de desquite y oportunidad de buscar un estadio cuya resonancia puede intimidar a los visitantes.

Se debatió muy largo sobre el lugar y su influencia. Todavía se habla de la cancha. Del efecto que puede generar en los futbolistas argentinos y en los peruanos, cuyo DT es argentino y formado en Boca Juniors. Ricardo Gareca conoce muy bien esa cancha.

Se habla más de la Bombonera que de fútbol. Y cuando se habla de la pelota, se discute más las formas, el modo y los métodos de Sampaoli, el DT argentino, que del contenido de su trabajo. Se discurre más si viaja mucho, si se saca fotos en conversaciones con los jugadores, en el costo de sus travesías, que del contenido del trabajo, la calidad de los entrenamientos y la propuesta de juego.

Todo envuelto en un mar de nervios. Porque el pasaje al Mundial parece jugarse en este partido, ya que el encuentro final ante Ecuador encierra un peligro mayor con la altura y los contratiempos físicos que genera. Hay una sensación de que éste es “el” partido; que aquí se juega “todo”. Y por eso nos olvidamos de hablar de fútbol, cuando los nervios y la ansiedad ya empezaron a jugar su partido.

 

Hernán O’Donnell