Argentina se ahogó en sus propias lágrimas

Un mal planteo inicial no podía tener un buen final; un comienzo mal imaginado no podía tener un resultado positivo. Los errores de Argentina comenzaron antes de iniciarse el partido ante Croacia. El DT, con muchas dudas, confusiones y sin poder llegar de modo claro al equipo, planteó un engendro de mezcla de defensores con laterales, volantes con extremos y mediocampistas con atacantes.

Inexplicable no poner de titulares a tres jugadores desequiilibrantes, de jerarquía, de peso ofensivo. Samapoli optó, una vez más, por no incluir en el conjunto titular a Pavón, Dybala e Higuaín, quienes se intuye que están capacitados para ser jugadores de inicio. Mezcló en una línea de tres a zagueros como Otamendi, con laterales como Tagliafico; Salvio, de características de ataque, obligado a hacer la banda. Y Mascherano sólo en la mitad, porque Enzo Pérez nunca encontró su lugar en la cancha. Con tantos problemas en la defensa, donde se le hacía fácil a Croacia desbordar por los costados, poco juego en el mitad, para Messi era imposible organizar el equipo.

A los pocos minutos avisó Perisic, con un remate cruzado que Caballero logró desviar; después lo tuvo Enzo Pérez tras una mala salida de la defensa croata. Y poco más, en una primera parte jugada con mucha intensidad, pierna fuerte y roces constantes, donde el duelo Mandzukic-Otamendi se llevó todos los boletos como pelea estelar.

A los 52′, un grosero error de Caballero, en definitiva producto de una intención mal interpretada de “cuidar” la pelota, y en ese afán arriesgarla aún en lugares muy peligrosos, le permitió a Rebic encontrar el pase del arquero que iba dirigido a Mercado y con un tremendo remate abrió el marcador. No era lo más indicado para un desarrollo hasta ese momento equilibrado, pero a partir de allí se desató una catástrofe en la selección argentina y Croacia terminó por completar un partido de muy alto vuelo.

Aparecieron los cambios de Sampaoli cuando todo estaba muy complicado. Primero Higuaín adentro, después Pavón y por último Dybala. tres futbolistas que debieron estar desde el comienzo, entraban como salvadores de un naufragio que empezaba a desatarse en el barco argentino.

Mientras Argentina se hundía, Croacia se elevaba a límites que no habría imaginado antes del encuentro.

Se acomodó en el campo a partir de la solidez de sus zagueros, Lovren y Vida, de partido parejo y destacado; se armó con la inteligencia de sus dos hombres generadores de fútbol, que la rompen cada domingo en equipos de la talla de Real Madrid y Barcelona y en Nizhni Novgorod dieron una clase magistral de fútbol: Modric y Rakitic. A partir de la descomunal tarea de los dos volantes de Croacia, los europeos aramaron una goleada que hundió a la Argentina en un papelón.

Claro que la tarea de Rebic y Perisic por los costados fue muy importante, y ni que hablar el desgaste  de Mandzukic en la lucha por todo el frente de ataque. Pero lo de los volantes, fue colosal.

Y lo coronaron con dos golazos. Luka Modric amagó dos veces ante Otamendi y en la tercera metió un estupendo remate para marcar el 2 a 0 a los 80′; y Rakitic primero avisó con un tiro libre en el travesaño y a los 90’+1 se fue de contra, remató fuerte, la pudo desviar Caballero, el rebote le quedó al compañero que volvió a ceder a Rakitic y con un tiro suave cerró el marcador: 3 a 0.

Una pena lo de Argentina. Se deshilachó en dos presentaciones que la expusieron como una selección débil, sin funcionamiento, sin orden, sin rebeldía individual y con resultados decepcionantes. Aún quedan posibilidades. Aún y a pesar de esta decepción. Pero la imagen que queda es preocupante. La Argentina había tenido un tropiezo en su primera presentación y en la segunda se hundió en la caída. El barco quedó averiado y depende de la responsabilidad, la humildad, y el sacrificio de todos para poder formar un equipo de una buena vez por todas y sacarlo a flote.

 

Hernán O’Donnell