Vasyl Lomachenko, una estrella de esta época

Si no hubiera sido por su padre, tal vez hoy no estaríamos hablando o escribiendo sobre él. Nos hubiéramos perdido un doble medallista olímpico y un doble campeón mundial de boxeo. Pero la influencia paterna jugó su partido, y así nació una historia que hoy protagoniza uno de los grandes boxeadores del momento.

Vasyl Lomachenko armó su carrera en función de lo que le enseñó su padre. De no ser por él, tal vez hubiera sido otra cosa; jugador de hockey sobre hielo, por ejemplo. Allá por los años ’90,  se crió en una Ucrania incipiente, que una vez determinada su emancipación de la vieja Unión Soviética, volvía a tener su independencia como Nación y el hockey era uno de los deportes más populares para una región donde el invierno y el frío dominan una buena parte del año.

Pero estaba la imagen del padre, entrenador de boxeo, y Vasyl, nacido el 17 de febrero de 1988, comenzó a desandar su camino.

Criado en la ciudad portuaria del mar Negro de Bilhorod-Dnistrovskyi, en el sur del país, ingresó al gimnasio a las cuatro, empezó a competir a las seis y luego tuvo una cantidad impresionante de peleas.

Fue papá Anatoly quien pulió y forjó sus características, hasta convertirlo en un formidable boxeador. Así trazó una carrera amateur descollante, con 396 victorias y un palmarés envidiable: Obtuvo la medalla de plata en el Campeonato de Boxeo Amateur del Mundo de 2007, logró la medalla de oro en el Campeonato de Boxeo Amateur del Mundo de 2009, fue medalla de oro​ en el Campeonato de Boxeo Amateur del Mundo 2011, y lo más valioso y destacado: Ganó  la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 en la categoría pluma y la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en la categoría ligero. Ambas medallas quedaron grabadas en forma de recuerdo en sus antebrazos: en cada uno de ellos se tatuó los anillos olímpicos y la fecha de la conquista.

Toda una proeza, un récord difícil de igualar.

Toda esa campaña le permitió enhebrar una carrera profesional atípica; la inmensa experiencia que adquirió en el campo amateur lo condujo a un debut en el mundo rentado sin precedentes: debutó en un combate a 10 rounds, con la alternativa de pelear (en caso de conseguir la victoria), por el título del mundo. Sí, leyó bien. Nada de iniciarse con 4 rounds, a los suma 6. No; derecho a los 10 asaltos y en una suerte de eliminatoria para combatir por la corona mundial.

La empresa promotora Top Rank confió en él y le dio la oportunidad: un encuentro con el peligroso José Ramírez (25-3, 15 KO).  Entendió entonces, Vasyl Lomachenko que “parece algo raro pero estamos seguros de la determinación que tomamos;  sabemos por qué hago el debut a 10 asaltos e intentaré conquistar el título mundial en mi segundo combate. Tuve una larga y constante carrera amateur, no veo por qué no podemos hacerlo también como profesional. Será una buena pelea, he soñado con esta posibilidad durante mucho tiempo, estoy preparado. No quiero ser un boxeador más, quiero hacer mi propia historia”. Sus palabras denotaban total confianza para tan atípico debut.

Tuvo una presentación espléndida. En el Thomas & Mack Center, Las Vegas, Nevada, USA. La gente, la TV, la promotora…Un primer round dominante donde derribó al mexicano con un derechazo tremendo. Dominó los siguientes asaltos, y en el cuarto lo noqueó con una tremenda combinación y un uppercut de izquierda cuando faltaban pocos segundos para finalizar el round.

De ahí, a la chance por el título mundial pluma de la OMB ante Orlando Salido. Pero no iba a ser su noche. Salido perdió su corona al no poder dar el peso, subió al ring con una ventaja de 11 libras y mantuvo una pelea sucia, enredada que se llevó por decisión dividida. Una frustración para Lomachenko, que no se amilanó. Agradeció la oportunidad (“Hice lo mejor que pude, dí lo mejor de mí, gracias a todos por esta oportunidad”) y no se quejó de los jueces y el fallo: “No, no tengo nada que decir sobre el jurado. Yo soy un boxeador y mi trabajo es boxear. No opino de la tarea de los jueces”, le respondió a la cadena HBO sobre el mismo ring, apenas finalizado el combate. Ni tampoco se quejó de la tarea sucia de Salido: “No se si sus golpes bajos fueron intencionales, yo soy un boxeador limpio y hago lo mejor, pero sus infracciones no puedo juzgarlas. Tampoco tiene mucha importancia ahora eso”.

A los tres meses se presentó en StubHub Center, Carsson, California y derrotó al norteamericano Gary Russell Jr. Para conquistar el título mundial de los plumas en la versión de la OMB.

Hizo tres defensas del título pluma y el 11 de junio de 2016 se enfrenta al campeón mundial superpluma de la OMB, el portorriqueño Rocky Martínez por dicha corona, en el teatro del Madison Square Garden de New York

Una excelente combinación en el quinto round le dio la victoria al ucraniano. Un uppercut de izquierda para conmoverlo, hacer retroceder al portorriqueño, bajar la guardia y un fortísimo cross de derecha lo derrumbó para toda la cuenta. Un Knock out de aquellos. La hazaña estaba lograda; en muy poco tiempo había conquistado dos medallas doradas olímpicas y en tan sólo siete presentaciones como profesional, había ganado dos títulos mundiales.

“Estoy muy feliz por este triunfo –señaló a la TV a penas finalizado el match-  había trabajado muy duro en lo físico y en lo mental para llegar bien a la pelea por el título. Me preparé por mucho tiempo para llegar a esto.”

“En primer lugar tengo que agradecer a Bob Arum por darme la oportunidad; sin ella, no podría hacer historia, que es lo que quiero”.

En ese momento, lo convocaron al célebre promotor y sus palabras deberán ser muy escuchadas y tenidas en cuenta: “Vasyl Lomachenko es el más grande boxeador que tenemos hoy en día; es brillante. Si Muhammad Alí es el más grande de todos los tiempos, Vasyl Lomachenko es el más grande de nuestro tiempo; el más grande de hoy”.

El ucraniano había conquistado al mundo. Ese combate fue consagratorio.

Defendió la corona superpluma en Nevada, Maryland y California. Se mostró en una buena parte de Estados Unidos. Conforma y satisface a sus seguidores.

El 9 de diciembre de 2017 enfrentó al cubano Guillermo Rigondeaux  en el Madison Square Garden, el mítico escenario de New York.

Allí lo aguardaba un reto muy importante: un rival de renombre, de diferente estilo, con una buena historia también como amateur, y el deseo de tener una proyección profesional consagratoria.

Y tuvo una noche feliz, aunque no le sobró brillo. El cubano salió decidido en los primeros asaltos, pero cuando “Loma” leyó el combate que se presentaba, lo dominó, lo desbordó y apabulló hasta que Rigondeaux decidió no salir en el séptimo round.

El 12 de mayo volvió al Madison Square Garden para enfrentarse a Jorge Linares. Y alcanzó la gloria, porque la victoria le permitió llegar al Título Mundial Ligero de la Asociación Mundial de Boxeo. Un triunfo que tuvo su cuota de dramatismo: Si bien el europeo tomó el control desde el inicio, un recto de Linares lo derribó a Lomachenko, quien se vio por el suelo por primera vez en su carrera.

Sin embargo, se recompuso. Y retomó la andanada de golpes, coronada en el séptimo round cuando lo tiró con un violento gancho al hígado que le impidió a Linares continuar.

Otra noche de gloria para un hombre que suma títulos Mundiales con muy pocas peleas profesionales, que ha logrado tres cinturones con apenas 12 combates rentados, y que se ha convertido en una estrella de ésta época.

 

Hernán O’Donnell