Este año, Francia fue el dueño de la pelota

Se termina el año 2018 y algunos análisis empiezan a tomar forma, a salir a la luz. En estas fechas, donde la actividad deportiva se focaliza en el Norte, en Europa y Estados Unidos, el fútbol en particular queda, casi con exclusividad, limitado a las ligas de Inglaterra, Italia, España y Francia. Por supuesto que a varias otras del viejo mundo, pero lo cierto es que el concierto internacional se reduce y en este receso son habituales los balances que sintetizan lo más importante del año.


 Francia es el dueño de la pelota. En los años de los Mundiales, el país que se lleva el premio mayor se queda con la muchacha. Como los héroes de las películas de cow boys. Como los galanes de las telenovelas. Francia fue el Campeón del Mundo y en sus valores se cimentó la conquista.

Un equipo que tuvo un líder inteligente y sobrio fuera del campo, como el DT Didier Deschamps, quien logró ser campeón como jugador (y capitán) en la Copa del Mundo de la FIFA-Francia 1998 y repitió como entrenador en Rusia 2018. Fue inteligente para conducir al grupo, sagaz y pragmático para plantear los partidos.

Contó con jugadores hábiles, rápidos e inteligentes. Fue solido en la defensa con una actuación superlativa de Benjamin Pavard en el lateral derecho. Firme y seguro Raphael Varane en la zaga central, expeditivo Umtiti y positivo Hernández.

En el medio se destacó la ubicuidad de Kanté, la plasticidad de Pogbá, la dinámica de Matuidí.

Y el desdoblamiento entre el medio y el ataque de sus principales figuras: Mbappé, un cañón lanzado, veloz y hábil, talentoso y escurridizo; Antoine Griezmann, atrevido y desfachatado, inteligente y sacrificado.  Y Olivier Giroud, la inteligencia táctica al servicio del equipo.

Francia demolió a todos sus adversarios. Con algunos tuvo más dificultades. El debut ante Australia fue duro y peleado, ganó con un 2 a 1 apretado y sin tregua. Lo mismo le sucedió ante Perú, al que batió por 1 a 0 con mucho sudor y sacrificio. Ante Dinamarca cerró la primera fase con una igualdad en 0, que definió un grupo muy apretado.

En octavos superó con claridad a la Argentina de Sampaoli, más allá del 4-3 final, producto de algunos cambios apresurados cuando transcurría la segunda etapa y nada estaba definido, al márgen del 4 a 2 parcial que parecía cerrado.

A Uruguay le ganó por 2 a 0 sin atenuantes ni discusiones; lo superó a lo largo de todo el partido.

Con Bélgica tuvo un 1 a 0 que fue más tranquilo de lo que sugiere el resultado. Siempre controló el juego y el desarrollo.

En la final con Croacia tuvo la dósis de fortuna necesaria en cada competición. El gol en contra de Mandzukic le abrió el juego cuando el equipo croata empezaba a dar una mejor impresión. Y luego del empate de Perisic, llegó el penal fortuito que Griezmann transformó en 2-1 y luego, sí, aparecieron las estrellas para darle forma a la victoria final: Pogbá, con una doble intervención marcó el tercero y Mbappé con el cuarto gol cerró las anotaciones galas. El erro de Lloris le permitió a Croacia llegar a su segundo tanto y sellar el marcador con un decoroso 4 a 2.

Pero la obra estaba terminada, el crimen estaba consumado. Francia tuvo sangre fría para liquidar a su último adversario y quedarse con el premio mayor, como los héroes de Hollywood.

 

Hernán O’Donnell