Lautaro Martínez iluminó con goles la gran noche de Argentina

Fue, quizás como nunca, la mejor expresión futbolística de la Argentina de Scaloni. La que mejor representó su idea del juego, de lo que pretende, de la forma en que desea que juegue un equipo. El DT, cuando se presentó en sociedad, consultado cual era si idea de juego, respondió: “Quiero un equipo directo”. Y más aún: “Tenerla por tenerla, no. Quiero recuperar rápido arriba e ir directo al arco”. Un equipo vertical. Y así jugó Argentina en la noche de San Antonio frente a México. Sobre todo en el primer tiempo: lo esperó en tres cuartos de cancha, a sabiendas de que el rival vendría con toque y salida limpia desde el fondo. Ahí buscaba la Argentina cortar y recuperar. Y apenas logrado ese primer paso, enseguida el segundo: la búsqueda vertical hacia Lautaro Martínez para ir hacia el arco sin perder tiempo.

Así se produjo la noche soñada. Apenas iban 16′ cuando la Argentina encendió los motores: Lautaro recibió una buena habilitación, encaró entre tres defensores, amagó, y buscó la mejor posición para meter un remate cruzado, lejos del alcance de Ochoa, y marcar el 1 a 0. No lo podíamos prever, pero empezaba un festival de goles argentinos. Hasta entonces, parecía un encuentro equilibrado.

Argentina esperaba con la línea de cuatro y por delante cinco jugadores, Mac Allister, De Paul, Paredes, Palacios y Acuña. Por momentos se atrasaba un poco más Paredes, o se adelantaban los otros cuatro y quedaba un 4-1-4-1, pero con el posicionamiento 4-5-1 quedaba bien cubierto el ancho y México no podía progresar por las bandas ni tampoco superar esa barrera. Cuando lo hizo, respondió muy bien Andrada.

A los 21′, Palacios habilitó a Martínez quien entró al área volcado hacia la izquierda y de zurda venció a Ochoa con un remate cruzado. Argentina ganaba 2 a 0 y mostraba toda su eficacia.

No tuvo tiempo México de reaccionar; centro pasado, entra Lautaro a conectar y la mano de Salcedo interrumpe el disparo. Penal. Leandro Paredes que remata a la derecha de Guillermo Ochoa, el arquero logra sólo tocarla, pero no detener la fuerza del remate. Gol y 3 a 0 a los 32′.

Argentina era la fiel idea del técnico: conseguir la pelota e ir directo hacia el arco rival. Y con una eficacia asombrosa.

Los goles le daban confianza y se acentuaban las grandes actuaciones individuales: Lautaro Martínez por los goles y su enorme capacidad de delantero de área; Leandro Paredes, con una actuación impresionante, en el quite, la intercepción y la distribución, con una pegada formidable; Exequiel Palacios, dueño de una dinámica monumental y un manejo de la pelota admirable. Esteban Andrada, impecable en cada llegada. Mac Allister, en el desdoblamiento en la banda, igual que “Huevo” Acuña del otro lado.

A los 38′ llegó el golpe de Knock Out. Palacios cortó un avance, intentó el pase a De Paul, la pelota se enredó en los volantes de México, Palacios recuperó y metió un pase formidable a Martínez quien encaró al área, titubeó el zaguero Araujo con el balón, Lautaro se la llevó y con un derechazo venció a Ochoa. 4 a 0. Parecía que se venía una goleada histórica, pero la película se terminaba allí.

En el complemento, los cambios. El ritmo un poco de menor intensidad y la Argentina que ya no forzaba, aunque tuvo un par para aumentar el marcador, como el disparo de De Paul que Ochoa desvió al corner. Y México que mantenía el estilo, pero sin fuerzas y con una caída anímica muy visible.

A los 86′ ingresó Adolfo Gaich, y queda para la histroia y la estadística el debut del joven delantero de San Lorenzo de Almagro.

No hubo mucho más. Sólo el espacio para expresar la alegría: ” Estoy feliz y emocionado. Es mucho el sacrificio que uno hace para estar acá y no todos los días se hace tres goles con esta camiseta”, señaló el goleador de la noche.

Igual que el DT lo explicó muy bien tras el partido: “Sabíamos la manera de jugar de México, y que nosotros si salíamos rápido íbamos a generar situaciones. Estamos contentos porque hicimos un partido perfecto”, dijo Scaloni.

Así fue. La Argentina jugó el partido perfecto bajo la partitura preferida de su entrenador, y tuvo una noche increíble, con la ejecución del juego como más le gusta, decorada con goles, gran juego colectivo y actuaciones individuales que invitan a soñar.


Hernán O’Donnell