Golovkin volvió a las grandes noches, tras un triunfo duro y trabajoso

Lo presentamos en la Revista “Ring Side” en una serie de publicaciones que llevaban como título “Hombres del Este”. Hacía mención a los pugilistas que comenzaban a dominar las grandes carteleras de Estados Unidos, que reinaban en las categorías más importantes y cautivaban al público por su boxeo duro, agresivo y potente.

Estaban Sergei Kovalev, Lomachenko…y por supuesto, GGG. Venían de Kazajistán, Rusia, Ucrania y otros países del este de Europa. Entonces, una oleada parecía que dominaría al pugilismo mundial, pero en los últimos dos o tres años, americanos y mexicanos retomaron posiciones. Para Golovkin, el camino se complicó. Tras vencer a Marco Antonio Rubio, David Lemieux, Dominic Wade, Kell Brook, todos nombres de importancia, llegó la complicada vicotria ante Daniel Jacobs y luego el enredo que fueron los dos combates con Saúl “Canelo” Alvarez. Empate y derrota fueron los resultados oficiales, aunque muchos lo hayan visto ganar en las dos peleas.

Tuvo que empezar el camino de la reconstrucción. Triunfo con el canadiense Steve Rolls y anoche la pelea que lo vuelve a catapultar a las grandes luminarias: ante Sergiy Derevyanchenko en el mítico Madison Square Garden, por el título vacante Mediano de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).

Y fue un combate duro, cambiante, agotador. Tremendo en lo físico, impredecible en la definición y con un ritmo de batalla que lo lleva a ser el principal candidato a “Pelea del año”.

Golovkin ganó el primer round por dos puntos, tras derribar a Derevyanchenko cuando quedaba 1′ por desarrollar. Esos dos puntos pudieron ser decisivos al final de las cuentas.

También ganó el segundo asalto y parecía que la precisión de sus golpes, la fuerza de su izquierda, serían armas decisivas para terminar el pleito. pero el ucraniano tenía la sangre y el espíritu de no rendirse jamás, aún con una herida abierta en su ceja derecha.

El tercer asalto lo vimos para Derevyanchenko. De modo claro. Sacó las mejores manos, dominó a GGG y lo arrió contra las cuerdas. Se recuperó del mal comienzo y acentuó su ofensiva en el cuarto y quinto rounds; ahí, Derevyanchenko había logrado equilibrar las tarjetas. 47 a 47.

El sexto round fue el más parejo de toda la pelea. Muy difícil de decidir, para un lado o para otro. Se lo dimos a Golovkin, por ser más justos sus golpes, más plenos y precisos; pero retiteramos, en la apreciación subjetiva este asalto fue muy cerrado. Se lo puede aprobar para cualquiera de los dos boxeadores.

El séptimo también fue parejo, aunque Golovkin sacó una pequeña luz de ventaja. Allí las tarjetas se cerraban en 67-65 para el kazajo.

El round número 8 fue de GGG y allí creímos que el combate tomaría un rumbo (77-74); percepción equivocada, el ucraniano no se rendiría aún con la presión constante de los médicos que en cada descanso lo revisaban y advertían del peligro de continuar en la lucha. La pelea podía ser detenida y la derrota de Derevyanchenko flotaba en el ambiente cada vez que era controlada su herida.

Pero el hombre tenía mucho para dar. Se recuperó en el noveno (86-84) y en el décimo soltó un repertorio de velocidad, potencia y puntería. Dominó el ucraniano con autoridad, lo puso a Golovkin en aprietos y encnedió las alarmas de las últimas vueltas.

Aquí tenemos el punto final y la definición: Golovkin, que había llegado al round 11 con ventaja de 95-94, tuvo determinación y serenidad par dominar esos rounds. Sin ser rimbombante, ni desbordante, creemos que tuvo precisión en su izquierda, control con la derecha, y fue el ganador del 11ro, para quedar 105 a 103, y del último encuentro para cerrar con un 115-112.

Podremos discutir horas, días, y sería interminable, porque los rounds más parejos fueron el sexto (parejísimo), el séptimo, incluso el octavo y el último. Si usted los vio a favor de Dervyanchenko, no hay mucho para criticar. Es un deporte de apreciación, y como tal, todas las opiniones son respetables.

Nosotros vimos ganar por una pequeña luz a Gennady Genadievich Glovokin. Luz que se amplió por tirar a su rival en el primer round. Luz que se agrandó, un poco más aún, por el mítico escenario de New York, el Madison Square Garden, que lo vió regresar una noche, vencer en una gran batalla y a decir presente por el futuro que aún le queda en el boxeo.


Hernán O’Donnell