La Argentina mejoró con los cambios, y con mucho fútbol y orgullo logró un meritorio empate

Un clásico del planeta fútbol. Un derby mundial. Dos gigantes que se encontraron en la “Bombonera” de Dortmund para protagonizar una nueva versión de Alemania y Argentina, dos colosos del fútbol mundial.

El equipo de Scaloni salió con un esquema definido. La línea de 4 con Foyth, Otamendi, Rojo y Tagliafico. Dos volantes retrasados, Paredes y De Paul; una línea de tres volantes ofensivos: Pereyra, Dybala y Correa, y Lautaro Martínez como “centreforward” bien arriba.

Alemania planteaba un esquema similar, aunque con Waldschmidtt y Brandt ubicados por las bandas, con mayor vocación ofensiva para acompañar a Gnabry. Los dos se medían, se estudiaban, aunque algunas maniobras de Argentina nos ilusionaban con que podía llegar a lastimar al rival.

Pero enfrente estaba Alemania, y a pesar de tener muchos futbolistas nuevos, era el equipo de siempre, el de temer. Y en su primera llegada, facturó: Klostermann desbordó por derecha, lanzó el centro y Gnabry ganó en el área con un toque que desacomodó a Rojo, entró al área chica y con esfuerzo sacó un tiro cruzado que derrotó a Marchesín cuando iban 15′. El local se ponía muy rápido 1 a 0 adelante.

Y empezaba una tormenta: Marcos Rojo intentó un tunel en el medio, cedió el balón, apareció Klostermann por la banda derecha para encabezar una contra tremenda y furibunda. Cuando llegaba al área abrió a la derecha para Gnabry, quien envió un pase cruzado para la entrada libre de Havertz quien marcó con cierta comodidad el 2 a 0 cuando iban 21′ de juego…

A los 30′ Halstenberg metió un tiro libre, de zurda y buena posición sobre el margen derecho, al ángulo poste-travesaño superior izquierdo del arquero argentino, que devolvió el remate, en otra ocasión propicia para el local. A los 32′ llegó la mejor ocasión de Argentina: un tiro de media distancia de De Paul que pegó en el palo derecho de Ter Stegen. A los 34′ armó una buena maniobra la Argentina. Otamendi y el pase verticla a De Paul, este se la abrió a Pereyra, dos amagues y un buen centro que Correa no pudo conectar bien.

La Argentina pudo acomodarse un poco después de haber pasado 15′ de sofocones; los que van desde el minuto 15 al 30. Allí sufrió los dos tantos y varias ocasiones en las narices de Agustín Marchesín. pareció despertarse con el disparo de Rodrigo De Paul y la maniobra combinada que no pudo cerrar Angel Correa. Pero no mucho más; el fin del primer tiempo encontró el dominio sostenido del seleccionado local.

Lucas Ocampos por Correa y Marcos Acuña por Rojo fueron los cambios que introdujo Scaloni para modificar a la Argentina en el inicio del complemento. Tres defensores, Pereyra y Acuña bien abiertos para tapar y cubrir las bandas, y Ocampos para darle más velocidad al ataque.

El comienzo fue cansino, tranquilo, hasta que Alemania metió un contragolpe firme a los 54′ y Marchesín tapó con el pie derecho el remate de Emre Can cuando ingresaba solo y libre por el medio. El arquero argentino evitaba, así, la tercera caída de su valla.

Argentina intentó torcer el rumbo desde el banco, con más variantes y hombres de refresco. Ingresó Lucas Alario por Paulo Dybala, y ya el esquema era con dos hombres bien de punta (Alario y Lautaro) para por lo menos preocupar a los centrales rivales. Si Acuña y Ocampos por izquierda, o De Paul y Pereyra por derecha, podían abrir, quebrar y desbordar, habría dos centrodelanteros para aprovechar en el área, para que busquen esos centros. Una idea, para atacar, para dañar. No estaba mal. Y así llegó el de Alario. Centro de Acuña desde la izquierda y cabezazo de Alario al gol; 2 a 1 ahora para el local a los 65′ de partido.

Alemania puso a Amiri, otro joven que forma parte del recambio de Joachim Low, por Brandt.

El equipo argentino estaba en partido; crecía en entusiasmo y confianza. A los 69′ Paredes sacó un buen remate que Ter Stegen supo controlar con eficacia. Ya era otra cara, con más peso en el campo, con más autoridad, con mayor presencia. Alemania no era la misma del primer tiempo. Los contragolpes eran más esporádicos y se había replegado bastante en su campo. Aunque, como marca la historia, es un equipo del que siempre hay que tener cuidado, nunca confiarse.

Saravia por Pereyra y la primera acción que generó una chance; las ganas del lateral, ex Racing, mostraba a un equipo que se había contagiado y mejorado mucho en el segundo tiempo. Y a los 84′ una gran jugada de Alario, del centro hacia la izquierda, el pase a Ocampos y el remate de Lucas al primer palo para marcar el 2 a 2. Un premio para la gran mejoría que mostró Argentina en el segundo tiempo, por los cambios y la confianza recuperada.

Y quedaba más, porque la Argentina no se conformaba con haber alcanzado el empate. Seguía en la búsqueda, con la velocidad de Ocampos, el despliegue de Acuña, la firmeza de Tagliafico y la habilidad de Alario. Por la izquierda estaban las armas más importantes del seleccionado.

Con cambios en el esquema de juego, con variantes en los nombres, la Argentina mejoró mucho en el segundo tiempo y se llevó un empate meritorio, justo y valioso ante un gran rival, que le abre aún más la ventana de la esperanza en el futuro.


Hernán O’Donnell