El momento de San Lorenzo

Una hinchada fiel, enorme y seguidora dio, una vez más, una muestra acabada del profundo sentimiento que tiene por un club y una camiseta. Sólo bastó que finalizara el partido ante Independiente, la derrota consumada, y el promedio que adelgaza aún más, para estallar en un canto sostenido, de aliento y apoyo a un equipo que no encuentra soluciones.

Es cierto que también tuvo una dosis de prevención: la multitud sanlorencista intuía que la gente de Independiente demoraría su salida, en esta nueva costumbre del público visitante de no retirarse tal como está estipulado para provocar el fastidio de los locales. La cargada que pretendió insinuar la gente de Avellaneda se vio superada por los cantos de amor sanlorencista; entonces, luego de intentar permanecer un buen rato en la tribuna, no les quedó otro remedio que retirarse más rápido de lo pensado, ante el fervor de los locales.

Este relato del final del anteúltimo partido, o anteúltima derrota (luego vendría la de San Juán) marca el momento del Ciclón. Un momento duro, difícil, complicado, con un equipo al que le cuesta horrores generar situaciones de gol y mucho más convertirlas.

San Lorenzo es un equipo que tiene algunas cualidades como para salir; tiene una base, ha mejorado la actitud, más combativa, más luchadora. Pero le cuesta encontrar los partidos. Ha perdido la mayoría por 1 a 0. Y de local le ha sucedido muy seguido.

Los encuentros fueron muy similares (Ante Lanús, Belgrano, Atlético de Rafaela, All Boys, Unión, Independiente…) El equipo comenzó dominante, con ímpetu, con llegadas al arco, o por lo menos merodeando el área rival…Y empiezan los problemas: no tiene capacidad de gol; se diluye en tres cuartos, no profundiza la maniobra. Le falta claridad en la puntada final, y hacer goles, por supuesto. Carece de generación de fútbol y gol. Necesita un 10 y un 9. No hay más análisis que este, salta a la vista sus problemas.

Ocurre que los rivales lo esperan ordenados, muy concentrados en la marca y con una gran disposición al sacrificio. Y con mucha paciencia, porque saben que si aguantan el cero en su arco, de contra alguna chance tendrán. Y, si facturan, luego, entre los nervios, la imprecisión y la ya señalada falta de creación y gol, la victoria estará asegurada.

Sólo con Rafaela logró empatar al final, y por ir a buscar de modo desesperado el triunfo terminó con las manos vacías. Por eso, los adversarios saben bien lo que tienen que hacer.

El Ciclón cuenta con buenos arqueros (Migliore y Champagne),   defensores varios ( A Martínez le sobra futuro y le falta experiencia: debe regular el oxígeno, amén de no cometer errores que se pagaron muy caros ante Unión e Independiente), Tula y Bottinelli pueden hacer una buena zaga, Palomino ha cumplido de lateral, están Meza y Bianchi…

En el medio, sólo Kalinsky cumplió con las expectativas de los nuevos refuerzos. El resto (delanteros incluídos) no estuvo a la altura de las circunstancias. Ortigoza sólo jugó bien un partido. Méndez aporta desde su buena pegada (sólo por esto debería ser siempre titular). Los chicos (Gutiérrez, Pacheco, Ramírez, Sebi González) hasta ahora, sólo acompañaron. Y en ataque tal vez pueda destacarse el ímpetu de Salgueiro. Romeo no está en su nivel, Gigliotti, luego del gol a Estudiantes, tuvo labores muy deslucidas y Menseguéz no logra recuperarse de su lesión…Tendrán que darle un lugar a los chicos (Nahuel Benítez y Pedrozo -siempre y cuando esté atento a los llamados-) pero es imperiosa la necesidad de incorporar dos hombres de ataque. Un armador y un goleador.

De lo contrario, sólo habrá que rezar para que el empuje de su maravillosa hinchada pueda hacer el milagro.

Hernán O’Donnell