Cuando todo terminaba, Schalke 04 encontró la puerta de la victoria y se trepó a lo más alto

La Bundesliga presenta espectáculos atrayentes y dinámicos. Cada partido es una fiesta. Y se ha metido en la piel de la gente. En este fútbol globalizado, donde las pantallas de TV y de muchas otras plataformas, transmiten todos (o casi todos) los partidos de las Ligas más importantes del mundo, la alemana se ha ganado un lugar entre las más vistas y consumidas del planeta.

Además, se ha roto la hegemonía de Bayern Münich, equipo que se había adueñado de las últimas competencias, que le sacaba ventaja desde las primeras jornadas a sus perseguidores y adelantaba el último capítulo cuando promediaba la película. Por supuesto que aún hoy es dominante y gran candidato, pero han subido muchos conjuntos, se ha equilibrado hacia arriba y varios son los pretendientes a la corona.

En el inicio de la 13º fecha, en el partido adelantado del viernes, el local Schale 04 partía como favorito ante Unión Berlín. No solo por jugar en el Veltins Arena de Gelsenkirchen, sino por el rendimiento, la posición en la tabla, las expectativas. Sin embargo, el visitante salió a jugar sin complejos y a los 8′ tuvo una llegada clara por medio de Andersson quien metió un fuerte remate que el arquero local Nübel pudo desviar.

Pero Schalke sabía lo que buscaba. Y como conseguirlo. Trabajo en equipo, combinaciones, buenas maniobras y el gol que llegó rápido, tras una pared por izquierda, el centro y la aparición de Benito Raman para convertir con un violento remate desde lejos, a los 22′ y poner el 1 a 0.

Pero el fútbol no se detuvo. Porque en este juego, los equipos no se deprimen. Pueden recibir un gol, pero buscan salir adelante. Y Unión Berlín fue, con ímpetu y ganas y encontró el empate en una jugada que no nos pareció penal, pero el árbitro si tuvo esa percepción e Ingvartsen logró el empate 1 a 1 cuando se jugaban 35′.

El partido ganó en emociones e intensidad. Unión Berlín insistió, quería demostrar que no era el “partenaire” y tuvo una chance más, que el arquero Núbel volvió a cortar. Y sobre el cierre de la primera etapa, Schalke acumuló sus chances con un brillante tiro libre de Caligiuri (su principal figura en ese lapso) que Gikiewicz sacó al corner y a partir de allí tres tiros de esquina consecutivos en los que robdó el gol para los locales para terminar el primer tiempo con tres minutos adicionados disputados.

El segundo tiempo comenzó con un poco menos de intensidad. A Schalke se le hizo difícil profundizar el ataque, no encontraba agujeros y la movilidad de Caligiuri no alcanzaba para provocar daño a una defensa que se sostenía con el cierre de los tres zagueros y el repliegue por las bandas de Trimmel y Lenz. Asimismo, Unión Berlín se animaba. No se conformaba con sacar el empate. Ingvartsen y Andersson sumaban potencia en ataque y el ingreso de Becker les dio más compañía.

Para Schalke el partido era complejo; podía tener el balón y siempre buscó atacar con pases rápidos y a un toque, pero cuando lograba llegar a la zona de fuego aparecía alguna pierna de la visita para cortar el avance.

El fútbol tiene sorpresas escondidas que aparecen cuando nadie las espera; por supuesto que en el análisis, en el estudio profundizado de cada partido, cada situación se encuentran las razones lógicas del desarrollo o desenlace de una jugada. Pero para la mirada pura del espectador y la fantasía de los que aún sueñan con el fútbol como un juego, están los duendes agazapados y surgen en momentos en los que nadie predice su aparición. Fue a los 85′, cuando el partido entraba en la fase final, que el defensor visitante Subotic no pudo controlar con eficiencia un balón largo, la pelota la tomó Caligiuri, pasó al medio para Harit y este abrió a la izquierda para Serdar quien convirtió el 2 a 1 para el local con un buen remate.

Schalke quería la victoria para treparse a la punta, pero los caminos estaban cerrados. Y se abrieron cuando los dioses del fútbol aparecieron en una pelota que parecía controlada por la defensa visitante. Por eso la alegría, la sonrisa y la satisfacción de meterse en la pelea en lo más alto de la tabla.


Hernán O’Donnell