Juan Carlos Cárdenas, o cuando el “Chango” fue boxeador…

Esta nota se realizó en Abril de 2011 y se publicó en la Revista “Ring Side” en el número de Mayo de ese año. Aquí está la versión original y fidedigna, un perfil desconocido de Juan Carlos Cárdenas, El “Chango”, el inolvidable goleador del Racing Campeón de los años 1966, 1967.

Aprendió a vivir del gol. Desde que llegó de Santiago del Estero, con sólo 16 años, hasta el momento cumbre, aquel el del golazo al Celtic de Escocia, que le permitió a Racing consagrarse Campeón del Mundo. El primer Campeón del Mundo que tenía la Argentina futbolera. Aprendió a quererlo, a buscarlo, a conquistarlo: El gol, ese compañero inseparable, de por vida. Han pasado más de cuatro décadas y ese gol (ese golazo) aún lo festejan los fieles racinguistas. Es eterno, el remate, la concreción, el festejo de un muchacho que abrazaba entonces, y para siempre, la gloria, pero que nunca perdió el amor por otro deporte, tal vez porque lo descubrió de muy niño: El Boxeo.

-¿Cómo nace tu amor por el boxeo, Juan Carlos?

– Mirá, Hernán, el amor por el boxeo lo tengo desde muy chico. Es parte de mi cultura. Yo tenía un tío que se llamaba Distinguido Barraza, que era un enamorado del boxeo. Lo practicaba y entrenaba a jóvenes. Yo vivía a una cuadra de su casa, que era cómo muchas de aquel Santiago del Estero, de 40 x 10 metros, y en el fondo hizo un ring. Y a los 9 o 10 años, él ya me enseñaba a practicar box, con guantes y todo. Claro que a mi mamá y mi papá no les gustaba, pero yo ya me había entusiasmado con el boxeo.

-¿ Y cuando llegaste a Buenos Aires, a jugar en las inferiores de Racing, seguiste en contacto con el boxeo?

-Sí, sí. En el año ’62, me aceptan en Racing y sabía que me iba a quedar acá. Mi anhelo era conocer el Luna Park, entonces fui a ver como entrenaban. Conocí a Tito Lectoure, que era muy joven, y algunos boxeadores: Pascualito Pérez, que ya no peleaba pero tuve el honor de hablar con él; nada menos que el primer Campeón Mundial que tuvo la Argentina! También conocí a Horacio Acavallo, que es especial porque es hincha de Racing. Y cuando fue Campeón Mundial, tenía en la bata un escudito de Racing. Tuvo un homenaje en la cancha de Racing, por allá por el ’67, y tuvo una ovación increíble, fueron años muy buenos para nosotros.

Con Nicolino Locche tuvimos una anécdota increíble: Nosotros habíamos ido de gira por Brasil, y en una escala en el aeropuerto de San Pablo, caminábamos y hacíamos un poco de tiempo para esperar la salida del avión, y de pronto vemos a lo lejos una figura que caminaba medio “chaplinesco”, así, viste? Y con los muchachos, creo que estaba el “Panadero” (Díaz), el “Coco” (Basile), dijimos: ´Mirá a Nicolino!´ fuimos, lo abrazamos y le pregunté: ¿Y Nicolino, como estás para la pelea´. Y me contestó: Éstoy espectacular, pero ahora que los veo  a ustedes, no tengo dudas: Voy a ser Campeón del Mundo. Si fueron ustedes campeones y me los encontré acá, quiere decir que voy a ser campeón del Mundo´. Fue premonitorio, Nicolino siguió viaje a Japón y logró el título.

Me quedó un gran recuerdo de él, era un tipo simple y ganador.

-Y seguiste ligado al boxeo…

-Sí, te cuento otra anécdota. En el ´67 estábamos concentrados en el Hotel Savoy, un viernes a la noche y vemos entrar a un flaquito…Y enseguida lo saludamos, : ´Hola Carlitos!´ El nos reconoció enseguida: ´Úh, la banda de Racing, como están?´; enseguida se armó una ronda de café. Al otro día lo fuimos a ver al Luna y ganó el Título Argentino contra Fernández. Le veías el físico a Monzón y no te decía nada, pero en el ring parecía un gigante. Creo que Carlitos Monzón fue, quizás, el más grande boxeador argentino. Era simple, natural y te mostraba que en el box se ganaba de esa manera. Su historia fue brillante. Con él nos hicimos amigos, nos encontrábamos a comer, se armó un grupo de jugadores que nos juntábamos a ver boxeo con “Coco” Basile, Carlitos Babington, el “Bambino” Veira, Daniel Wellington, el “Toti” Veglio, Pedrito González…salíamos juntos…Venía Bonavena también, que era muy amigo del Bambino. Era una linda época, porque también nos encontrábamos con artistas como el “Gordo” Porcel, Alberto Olmedo…Nos sentábamos en una mesa y hablábamos de todo: de fútbol, de teatro, de box. Cualquier deportista se sentaba y se integraba al grupo. Había mucho respeto. Hoy también, entre los deportistas siempre existen esos códigos de ayuda. Nosotros sabemos lo que es tener gloria, aunque eso no te da motivos para cambiar como persona.

– Vos viviste en México ¿Como definirías la pasión del mexicano por el boxeo?

– Es parte de su cultura. El boxeo es natural para el mexicano. Tuve la suerte de ver la pelea de “Mantequilla” Nápoles y mi amigo la “Pantera” Saldaño. Fue brava, Mantequilla fue uno de los grandes boxeadores que yo vi; estilista, con una claridad de movimientos…Fue un orgullo haberlo conocido. Yo vivía en Puebla y cuando íbamos a jugar al Distrito Federal, me juntaba con “Mantequilla”, que ya se había nacionalizado mexicano, a tomar un café.

-¿Qué boxeadores te gustaron, “Chango”?

– Para mí, el máximo fue Muhammad Alí. Fue extraordinario, el manual del boxeo. Fue el “Summun”. Me hubiese gustado conocerlo personalmente. Hablaba con una seguridad, con una fe ganadora…Era un “bocón” espectacular, él hacía su juego, excitaba a la gente para que lo vayan a ver. Fue lo más fantástico que yo vi. Por su técnica, por sus movimientos, por sus piernas, porque pegaba cuando retrocedía, de costado…Sabía en que momento iba a atacar, desgastaba a los rivales. Fue tan brillante, que hasta tenía un don especial con su físico: Por ahí se entrenaba 5 días y ya estaba bien.

Lo increíble era ver sacar el golpe cuando retrocedía…

-Y noqueaba retrocediendo! Cuando pegás para adelante tenés toda la potencia en el golpe. El podía noquear cuando retrocedía, eso parecía imposible

-De los argentinos, además de los que me nombraste, ¿Quiénes te gustaron?

– Mirá, yo vi a “Látigo” Coggi cuando le ganó a “Pajarito” Hernández en el Luna Park, cuando nadie daba nada por Coggi y “Pajarito” era un “boom”. Coggi era uno de los que peleaba y ganaba en cualquier lado, como Monzón, Nicolino…yo siempre digo que lo mejor que dio, este país, fue el deportista: Tuvimos a verdaderos número uno: De Vicenio, Fangio, Vilas, jugadores como Maradona, que fue el mejor del mundo, Sívori, Di Stéfano, y tantos otros. Vos fijate que en casi todos los deportes nos hemos destacado, Las Leonas, Los Pumas, y no tenemos la infraestructura que necesita un deportista. Casi todo lo hacemos a pulmón. Y qué deportistas! Por supuesto que también tuvimos grandes escritores como Borges, Sábato, o Músicos como Piazzolla, Salgán, DÁrienzo, “Pichuco” (Aníbal Troilo) que han llevado al mundo nuestro arte.

Y todo eso en un país que siempre estuvo complicado en lo económico, en lo político, etc.

Chango, ¿Vos como estás? ¿Cómo convivís con el “mito”?
– Vivo muy bien, tengo una familia espectacular, mi mujer Beatriz, mis hijas Bárbara y Brenda y mi hijo Juan Carlos. Tengo tres nietos brillantes, Juan, Micaela y Sol. Aprendí a vivir porque la vida me premió y me dejó ser exitoso en mi profesión, en el deporte. Soy un agradecido, a Racing, que me dio la posibilidad de poder jugar y destacarme. Yo venía de mi provincia con muchos anhelos, y Racing me dio la chance de poder cumplirlos.

Lo dijo con una sonrisa franca, amistosa, humilde. Una sonrisa que siempre provoca convertir un gol.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista “Ring Side”, Mayo de 2011)