México volvió a vivir el boxeo con el futuro de Emanuel “El Vaquero” Navarrete

Es uno de los prospectos más interesantes del boxeo, una de las cartas que se presentan en este año tan complicado y tan adverso para la práctica deportiva. Emanuel “El Vaquero” Navarrete quiere hacer historia. El hombre ya de 24 años que alguna vez afirmó  “Quiero ser el mejor en la historia de todo México, entiendo que es un objetivo grande, pero siempre hay un comienzo, un punto donde empezar, y lo primero es soñarlo, pensarlo, creer que es posible. Ese es mi comienzo, con el deseo y la ilusión, espero que me alcance la vida, porque todo puede derrumbarse en una noche. Tengo muchos objetivos por delante, unificar títulos, ser campeón de varias divisiones diferentes. Espero tener las oportunidades y aprovecharlas”, el pugilista que heredó el apodo de su tío y se abre paso con el apoyo entero de su familia, se presentó ante Uriel López en los estudios de TV Azteca y reabrió la galería de los grandes combates que el mundo espera ver. El campeón mundial de la categoría Super Gallo, de la Organización Mundial de Boxeo efectuó la pelea pactada a 10 rounds y sin título en juego.

El marco no fue el habitual, el que siempre engalana a las grandes veladas. Adaptado a los tiempos en que el mundo está invadido por el COVID-19, todas las medidas sanitarias confluyen en un aislamiento social que hace que la mayoría de los espectáculos deportivos, o artísticos, sean a puertas cerradas. Sin espectadores. Por eso la idea de realizarlo en los estudios de televisión de TV Azteca, donde solo estaba el personal necesario, los relatores y comentaristas en una cabina aislada y una pantalla grande reflejaba las imágenes de la gente que seguía las peleas por TV desde sus casas.

El “Vaquero” lució como siempre. Sereno y dominante. Sabía que el combate sería más preparatorio que complicado. Tomó el centro del escenario y se dispuso a llevar las riendas de la pelea.

Para López la parada resultó muy complicada, porque se veía superado y no podía defenderse ni descubrirse en ataque.

Fue una pelea entretenida pero previsible, que es uno de los mayores problemas que presenta un combate: cuando existe la previsibilidad, y más aún cuando se comprueba. Cuando no hay sorpresas, ni existe la posibilidad que la haya. Alguna vez, hace muy poco, Andy Ruiz sorprendió al mundo cuando derrotó a Anthony Joshua. Y hay miles de esos ejemplos. Pero en este tipo de pelea, donde todo se asemeja casi a una exhibición, el desarrollo y el final parecían cantados casi desde el sonido de la primera campana.

Entonces era cuestión de imaginarse cuando sería el final. Más rápido, más preciso, con golpes combinados, lo hizo caer en el quinto round. Y el final llegó en el sexto, con un K.O.T. a los dos minutos, tras una serie de golpes a la zona blanda, un gancho al hígado, y una derecha combinada que derribaron al “Yuca” López quien ya no pudo continuar.

Fue una puesta a punto para los pasos siguientes. Emanuel Navarrete ganó sin problemas ni sobresaltos. Casi como una exhibición, una forma de tomar ritmo de combates para un segundo semestre que le puede aguardar mayores novedades.

¿Será ante Inoue? ¿Continuará en las 126 libras, o bajará a las 122?

Todas preguntas que flotan en el aire, tras un regreso a la actividad que para el mexicano no fue sencillo, tal como comentó después: “Estaba cansado del encierro. Ahora que estuve en el ring, me siento bien. Quizás no fue un gran espectáculo, pero tuve poco sparring, estuve limitado en lo previo. Pero voy a mejorar y van al Vaquero que siempre vieron”, analizó.

Ahí está el “Vaquero”. Con un presente que autoriza a pensar en un futuro venturoso.


Hernán O’Donnell