Inglaterra cantó victoria en un final emocionante

Todo sucedió en la agonía. Porque el partido fue monótono, previsible, unilateral. Inglaterra tuvo la pelota, la hizo circular, la condujo con precisión, dominó en el territorio a Islandia, pero le faltó “chispa” para desnivelar. Y lo consiguió en el cierre del juego, cuando ya se habían completado los noventa minutos reglamentarios y nos metíamos en el tiempo adicional.

Allí se resolvió el pleito. Porque en la última bola del tiempo legal, llegó un tiro de esquina de Alexander-Arnold desde la derecha, El tiro bien pasado, el remate de Sterling y la mano de Ingason tras arrojarse para desviar el tiro del delantero de Manchester City; el balón le pegó en el codo, y el árbitro no dudó en sancionar la falta dentro del área local. Penal en el minuto final y Sterling que convierte con un tiro al medio a los 90’ para que Inglaterra se adelante 0-1.

Pero aquí no terminaba el partido, aunque muchos creíamos que así era. Pero se lanzó con todo Islandia al ataque y Joe Gómez cometió un tonto penal tras agarrar al delantero cuando ingresó al área a buscar el pelotazo local. Penal y Bjarnason que asumió la responsabilidad, pero su tiro se fue arriba del travesaño e Islandia se perdió la oportunidad de igualar a los 90+2’ del partido.

Inglaterra se abrazaba así a una victoria justa, apretada sí, pero por la que había hecho muchos méritos. Trabajó el juego, movió la pelota, la hizo circular y procuró generar acciones de peligro a través de la movilidad de sus hombres más creativos, pero falló en el armado final, en tanto Islandia se agrupó muy bien en bloque, trabajó el partido con mucho espíritu de lucha y tuvo siempre presente que debía mantener el conjunto bien corto, con pocos metros entre sus defensores y atacantes.

La visita crecía desde el fondo; con la salida por los laterales, Walker y Trippier, para abordar desde allí acciones ofensivas. Mejor este último en cada intervención, luego el trío Sterling, Sancho y Foden procuraba darle el mejor destino al balón, pero chocaba con el orden defensivo local y la tarde apagada de Harry Kane, que jugó un primer tiempo interesante, pero en el segundo se diluyó hasta ser reemplazado. A los 63′ tuvo una llegada precisa con un tiro libre de Trippier que Ingason desvió al corner. Islandia era un conjunto abroquelado y concentrado en su tarea; cuando produjo la primera variante, a los 66′, y A. Sigurdsson entró en lugar de J. Thorsteinsson, se animó un poco más. Porque el ingresado mostró algún atrevimiento, un poco de manejo y una disposición a la aventura en ataque. Pero igual era la visita la que manejaba el trámite. Y para profundizar, Ings entró por Froden a los 68′. Aún cuando a los 70′ se fue expulsado Walker y quedó con un hombre menos continuó el dominio inglés; entonces, el DT Southgate decidió que ingresara Alexander-Arnold por Sancho, a los 72′ para cubrir ese lateral e hiciera la banda con una mezcla de buena salida y también marca, como acostumbra el lateral derecho de Liverpool.

Pero costaba lastimar y entonces Kane, que había desmejorado, dejó su lugar a los 77′, para que lo reemplazara Greenwood.

Y así llegó el final. Cuando todo parecía diluirse en un insulso 0-0. Cuando se empezaba a jugar el tiempo de descuento; cuando todo parecía concluído. Por eso el fútbol es y será siempre el más hermoso de todos los deportes. Porque parecía terminado, luego era de Inglaterra, Islandia tuvo la chance de empatar y no lo pudo lograr. Todo, en los cuatro minutos agregados. Para celebrar la magia de este bendito deporte.

Porque cuando todo parecía terminado, en su presentación en el Grupo 2 de la Liga “A” de la UEFA Nations League, Inglaterra se abrazó a una victoria estimulante.

Hernán O’Donnell