Bayern Münich mantuvo la máquina encendida y sumó otra copa a sus vitrinas

Una final con gente, una fiesta del fútbol que de a poco quiere volver a lo que fue. La vieja normalidad, dos equipos que ganaron las respectivas Copas de Europa y van por esta Supercopa en un ambiente alegre, festivo, optimista y deseoso de ver fútbol. Bayern Münich y Sevilla, los campeones de la UEFA Champions League y la UEFA Europa League, se enfrentaron en Budapest en un marco añorado.

En la previa, muchos podían suponer una ventaja o un favoritismo claro para Bayern Münich. Porque llegaba con todos los antecedentes de su estirpe ganadora de la Chapions pero dicen que Sevilla nunca se rinde y se lo hizo saber desde el inicio del partido. Le fue a pelear cada pelota como si fuera la última, respaldad en una firme línea de cuatro, con Jesús Navas como salida permanente, Koundé y Diego Carlos en la zaga central y Escudero en la otra banda. Fernando adelante de ellos, como rueda de auxilio constante. Más arriba Suso, bien Jordán en los primeros quince minutos para darle dinámica al medio, el regersado Ivan Rakitic y Ocampos. Y de Jong para pelear arriba como punta de lanza. Así llegó la falta a Rakitic y el penal que convirtió Lucas Ocampos para marcar el 0-1 para Sevilla a los 12′ de juego.

Con el marcador en contra, el equipo alemán se soltó aún más. Se adelantó bien en el campo y apretó al Sevilla contra su área. Con las proyecciones permanentes de Pavard, el trabajo de Kimmich y Goretzka en mitad de cancha, la movilidad de Gnabry por los dos laterales, Bayern empezó a hacerse dueño del partido.

A los 21′ tuvo su primera llegada clara; centro, Lewandowski que la mete en el área y el remate de Müller por el medio fue desviado por Koundé al corner con lo justo. A los 25′ Thomas Müller hizo una buena maniobra individual, la abrió a la derecha y Pavard sacó un remate que se fue apenas alto y desviado. A los 29′ lo tuvo Lewandowski en una corrida por derecha y cuando entró al área se la quiso picar a Bono, que controló muy bien. Era más el equipo alemán y entonces fue lógico que llegara a la igualdad.

Serge Gnabry habilitó a Müller por derecha, este sacó el centro al área, la bajó Lewandowski hacia atrás para el ingreso de Goreztka quien definió con categoría, a los 33′, para sellar el justo 1 a 1 con el que finalizó el primer tiempo.

En el complemento se mantuvo la tendencia; el dominio de Bayern, a partir de una dinámica colectiva fuerte, sostenida en los movimientos de Sané y Gnabry, la inteligencia de Muller y el trabajo táctico de Goretzka, en tanto Lewandowski pivoteaba en forma permanente. Sevilla lo supo controlar, en tanto el juego empezó a tener los lógicos cambios a partir de las variantes de los entrenadores.

Primero Julen Lopetegui decidió que su equipo tuviera dos variantes: a los 56′ Y. En-Nesyri entró por Luuk de Jong y O. Torres ingresó pro Ivan Rakitic; a los 70′ Tolisso por Sané en el equipo alemán y a los 71′ Gudelj por Suso en el conjunto andaluz.

Bayern tuvo un par de ocasiones: a los 75′ un desborde de Gnabru que no conectó Lewandoeski y a los 77′ Müller metió un tiro fuerte y bajo que atrapó Bono. Pero la mejor fue para Sevilla en un contragolpe que manejo Jesús Navas, lo dejó solo a En-Nesyri y su tiro lo sacó Neuer al corner cuando iban ya 86′ de juego.

Entonces, hubo que ir al alargue. Sevilla comenzó con otra variante: Franco Vázquez por Jordán. Hans-Dieter Flick decidió dos cambios a los 98′: el candiense Alphonse Davies por L. Goretzka y Javi Martinez por Lucas Hernandez. El partido se había hecho un poco más lento, con menos vértigo, pero no por eso con menor volumen de fútbol.

Y Bayern encontró el segundo gol tras un desencuentro en la defensa sevillana. Porque de una pelota que Bono iba a controlar, Diego Carlos no lo escuchó ni lo vio, y despejó al corner. Tras el tiro de esquina, una serie de rebotes y el cabezazo de Javi Martínez que marcó el 2 a 1 a los 103′ de juego.

Sevilla salió a jugarse el resto en los quince minutos finales del alargue. Bayern se ordenó en su campo e intentó congelar el juego. Y metió varios contragolpes para definir, pero careció de precisión y chocó contra un Bono muy seguro.

Sevilla dejó jirones de vergüenza deportiva para ir por el empate. Jugó con el corazón, como lo marca su historia. Pero chocó contra la máquina alemana, que sigue encendida, mantiene la marcha a todo vapor y sumó otro título para su vitrinas.

Hernán O’Donnell