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La hora de la verdad

Como se repite desde hace algunos años, ahora empieza el momento de la verdad. Incluso, muchos patentaron que “El Mundial empieza en octavos”, frase que no compartimos, pues entonces para que se juega la primera ronda?; o para que se agregaron equipos? Para eso volvamos a los 16 equipos originales, aquellos que jugaban el Mundial en los años ’70…

Pero lo que sí es cierto es que ahora no hay desquite. Ahora es ganar o volver a casa, con el dramatismo agregado de la prórroga y los penaltis. Y en ese cuadro, la Argentina arranca con una dura prueba: Francia.

El equipo que jugó una buena primera fase, y que se alimenta de grandes jugadores: Varane, Umtiti, Kanté, Nzonzi, Mbappé, Griezman, Matuidí, Giroud…una constelación de estrellas, que para muchos, es el gran candidato a llevarse la Copa.

“La gran fortaleza que tiene Francia tiene que ver con la velocidad en las transiciones. Es muy sólido en defensa donde recupera y sale rápido. A partir de ahí tiene muchos goles de tres o cuatro toques”, dijo Jorge Sampaoli, donde destacó a Griezmann y a Olivier Giroud.

Enfrente, el equipo que todos temen. Argentina. Con sus altibajos, sus idas y vueltas, sus discusiones internas y todos los problemas que, siempre, pero siempre, lo potencian. Porque la idiosincracia argentina funciona así: con miles de problemas que al final son el mejor combustible para que la maquina arranque.

Y cuenta con un as envidiable: Messi. “Francia tiene un plan para neutralizar a Leo y nosotros tenemos un plan para potenciarlo”, dijo Sampaoli en la conferencia previa al partido.

“Estoy muy confiado en la capacidad que tienen mis jugadores para manejar los tiempos del partido. Si nosotros tenemos el control de los tiempos y de los espacios, vamos a hacer muy complicado el desplazamiento de Francia”, analizó el entrenador.

Y buscó algunas claves del partido: “Argentina deberá hacer diferencias desde el juego”, señaló.

Llegó la hora de la verdad. Argentina se enfrenta con una potencia en el camino hacia la Copa del Mundo. A partir de ahora todo lo que vendrá, será merecido.

 

Hernán O’Donnell

Colombia sudó la gota fría…y se clasificó

Así es el fútbol. Hasta el increíble minuto 60′, Colombia igualaba 0-0 con Senegal y estaba afuera. En ese momento, Polonia le convirtió un gol a Japón, y le dio un empujoncito a los sudamericanos: subían al segundo puesto, detrás de los africanos. En el minuto 73 llegó el gol de Yerry Mina: Colombia ya pasaba a ganar el partido 1 a 0, a ser primero del grupo y Senegal se quedaba afuera porque igualaba en todos los aspectos tradicionales con Japón, pero la nueva instancia de desempate, el “Fair Play”, el juego limpio, favorecía a los orientales. Increíble. En pocos minutos, el tercero pasó a ser primero. Y el primero se quedaba afuera…

Un primer tiempo muy adverso para Colombia. Muy complicado, con dificultades para superar al adversario, sin ideas en ofensiva y si peso en la mitad de la cancha. Sin generar fútbol, con un Senegal más rápido y más metido en el partido.

Los africanos supieron entender de que se trataba y salieron con mayor decisión. Aprovecharon la velocidad de Mané y apretaron a Colombia contra su arco.

Y por si fueran pocos los problemas, a los 30′ se tuvo que ir James Rodríguez con un problema físico y el reemplazo por Muriel. Y Senegal, con Mané, Balde, Niang y Sabaly le imponían ritmo y velocidad a cada contraataque: no resistía la mitad de la cancha de los sudamericanos y los atoraban en la última línea.

El segundo tiempo trajo una ayuda inesperada: Iban 60′ de juego cuando se escuchó el gol de Polonia. Se levantó el público colombiano y celebró el momento, mientras el equipo no podía encontrar el rumbo. La tranquilidad de afuera no se trasladaba adentro; el equipo de José Pekerman seguía sin hacer pie en el partido y sufría a Senegal.

Y cada contra de Mané era un tembladeral para los “cafeteros”; las zozobras se manifestaban y se aguantaba más de lo que se jugaba…

Y a los 73′ el gol inesperado: corner desde la derecha con el pie izquierdo de Quintero, cabezazo de Yerry Mina y con un fortísimo cabezazo abría el marcador. Colombia pasaba, en pocos minutos, de estar eliminado a quedar primero en el grupo. Y era Senegal el que empezaba a sufrir el partido y el futuro. Así es el fútbol.

Colombia se refugió entonces cerca de Ospina. Acumuló gente y defendió con uñas y dientes la ventaja. Se abrazó al resultado y lo consiguió. Sudó la gota fría y se clasificó…

 

Hernán O’Donnell

 

Suecia, y el fútbol en serio

Es un equipo, un seleccionado, que está habitualmente en las Copas del Mundo. Que no es una potencia, está claro, pero que de vez en cuando dice presente, lo cual ya es un mérito muy grande porque no es fácil ni sencillo clasificarse en la zona de Europa. Hay muy buenas selecciones y pocas plazas en proporción a los que tienen nivel y merecen llegar a un Mundial. Les ha sucedido a Holanda y a Italia quedarse afuera; en otras ocasiones no pudo entrar Inglaterra; o España, antes de ser la potencia que es. Sin embargo, Suecia se las rebusca para estar seguido. Y para hacer buenas campañas: el segundo puesto en 1958, el tercero en 1994. Y cuando se clasifica, generalmente es un hueso duro de roer.

Y esta vez volvió a sorprender al mundo; sin sobrarle nada, con mucho esfuerzo y sacrificio, consiguió la clasificación después de haber hecho una muy buena prim er fase. Victoria merecida ante Corea por 1 a 0 (hubo un penal en el primer tiempo que no le sancionaron, además del que sí cobraron en el segundo tiempo y fue el gol), derrota sobre la hora con Alemania (no le sancionaron dos penales, uno en cada tiempo) y este triunfo contra México.

Un equipo que se sostiene en el arquero Olsen y la zaga central de Lindeloff y Grandqvist, fuertes y seguros en lo alto, pero que la clave está en la lucha de los volantes: Larsson y Ekdal, dos motores en la mitad de la cancha, acompañados por la creatividad de Forsberg, y la movilidad del centreforward, Berg.

Así construyeron una victoria enorme, con mucho sacrificio y tesón. Y ganó el grupo!; queda mucho por delante, pero los jugadores sueñan con algo grande.

Ahora empieza la fase definitiva. Ganar o volver a casa. Suecia se sostiene en los detalles señalados, pero lo fundamental es el enorme espíritu deportivo, en el sentido colectivo de su juego, en el esfuerzo y la garra sostenida, los movimientos grupales para reemplazar la ausencia de jerarquía individual, el gran sentimiento grupal que los lleva a sostener al compañero Jimmy Durmaz, castigado por demás por su error ante Alemania.

Esa es la clave de Suecia: un grupo que sostuvo al compañero en dificultades, porque “todos para uno y uno para todos” es el ejercicio y el sostén de este equipo.

 

Hernán O’Donnell

Argentina se metió en la Copa del Mundo

La imagen que queda, las palabras que forman el relato, los comentarios y análisis se acercan a la épica del heroísmo, a la hazaña y a la victoria agónica que implica una buena dosis de sufrimiento. Pero la victoria argentina estuvo lejos de esos condimentos, más allá del gol de Marcos Rojo que llegó a los 85′ y parecía que la clasificación a los octavos de final no se iba a conseguir. Es cierto que el reloj empezaba a apretar, pero restaban 5 minutos y unos 6 que debían adicionarse (al cabo fueron 4), pero el desarrollo del partido había sido muy favorable a la Argentina y la sensación de que el gol caía, también rondaba la noche de San Petersburgo.

A los 14′ Marcos Rojo cortó un avance de Nigeria en un anticipo bien logrado, el pase al medio y la habilitción a Leo Messi quien controló con el muslo izquierdo y sacó un derechazo cruzado, tremendo, que abrió el marcador.

Argentina tenía orden, sacrificio y mucha actitud para jugar el partido. Se mostró firme en defensa, salió largo y seguro, sin arriesgar cuando no era necesario. Después tuvo juego en la mitad de la cancha a partir del buen transporte de Banega y la velocidad y habilidad de Di María por la banda izquierda; el “Pipa” Higuaín se movió muy bien en el frente de ataque y claro, Messi hacía girar el juego por todo el campo. El dominio y el control del partido era tan claro que nadie imaginaba un complemento diferente.

A los 51′ un leve agarrón de Mascherano en el área fue sancionado con penal que Víctor Mosses transformó en el 1 a 1. Los nervios bajaron de las tribunas, y el equipo empujó con mucha determinación, Perdió orden, tal vez, pero no se entregó. Se desprotegió en defensa, pero no claudicó en la lucha. Sufrió un par de contragolpes de Nigeria, pero el equipo mantuvo la mentalidad ofensiva. Entró Pavón y contagió con su habilidad y velocidad. Lo tuvo Gonzalo Higuaín, el remate se fue alto. Un par de centros cruzados que no encontraron el pie que lo empujara. Y el ataque sostenido, con la cara ensangrentada de Mascherano, con la ayuda de Meza y el “Kun” Agüero para sumar presencia en ataque.

Y la pared de Pavón con Mercado, el centro al corazón del área, la aparición de Marcos Rojo para meter el derechazo y el 2-1 cuando faltaban 5 minutos…

Argentina gritó la victoria merecida cuando el partido entraba ya en su tramo final, en el ingreso de la agonía, cuando el reloj comenzaba a apretar. Argentina encontró el premio justo, porque se lo va a recordar a este partido como el encuentro de la hazaña, de la épica, del golpe final, pero lo cierto es que la Argentina jugó su mejor partido en lo que va de la Copa del Mundo, dominó durante la mayor parte del tiempo, generó varias situaciones para convertir y un “penalcito” lo puso en aprietos.

Se podrá apelar a todo tipo de emoción, pero lo que deja esta victoria es que la Argentina puede ser, en realidad lo es cuando se lo propone, un equipo serio y de temer, que puede vencer a cualquier rival y llegar a lo más alto del camino.

 

Hernán O’Donnell

El cielo celeste del Mundial

Se habla mucho de las noches blancas, de las largas jornadas de sol y luz natural que dominan a Rusia durante estos días de Copa del Mundo.

Pero ya es hora de empezar a hablar de un cielo celeste que domina el torneo. De este Uruguay que se clasificó primero en su grupo, que es un serio aspirante a lo más alto, que muchos no lo habían advertido, pero que integra esa línea de equipos serios, esforzados, que tienen clara la idea de juego y le van a dar pelea al más pintado. En esa línea están Inglaterra, Bélgica y por supuesto, Uruguay.

El equipo del Maestro Tabarez ganó los tres partidos del grupo. Sobre el final a Egipto 1 a 0, quizás en el encuentro más complicado. No lució frente a Arabia Saudita, pero tuvo oficio para llevarse el juego por un cerrado 1 a 0. Y venció sin atenuantes a Rusia, el local que hasta ese momento se despachaba con goleadas que entusiasmaban a su gente, pero que en esta jornada tuvieron su baño de realidad.

A los 10′ un excelente tiro libre de Luis Suárez abrió el marcador. Un golazo que mostraba el rumbo del encuentro. Enseguida, a los 23′ Cheryshev en contra amplió el marcador para la visita: 2 a 0 y partido liquidado cuando faltaba más del 60% del juego.

En la segunda parte siguió en la misma tónica Uruguay. Con la seguridad de Godín en el fondo, el aporte de Nández, el tranco inteligente de Matías Vecino, el despliegue de Lucas Torreira y la potencia en ataque de Cavani y Suárez, el dominio celeste fue permanente.

a los 90′, Cavani entró solo para sellar el 3 a 0. Uruguay había liquidado al local; se había metido en los octavos de final con puntaje ideal y sin recibir goles en contra. Un equipo muy serio, con convicciones en su juego y una identidad marcada. Con un amor profundo por la camiseta y un respeto reverencial por su entrenador.

Las noches blanca de Rusia están acompañadas de un cielo celeste que brilla, prestelé atención que el Mundial nos empieza a mostrar a sus principales protagonistas.

 

Hernán O’Donnell

 

Vivir el Mundial con alegría

Cuando Felipe Baloy entró al área a la búsqueda de la pelota que llegaba tras el tiro libre a favor de su equipo, la conectó con un tiro rasante y esquinado, que no pudo ser detenido por el arquero ingles Pickford a pesar de su esfuerzo, todo Panamá estalló en un grito de alegría y satisfacción. Así lo vivieron los jugadores que corrieron a abrazar al goleador; así lo celebró el DT Hernán Darío Gómez en el banco, con los brazos en alto y una sonrisa que le ensanchaba la cara; así lo gritaron los miles y miles de panameños que poblaban las tribunas del Estadio Nizhni Nóvgorod. Una explosión de alegría genuina y contagiosa de toda una gente que celebraba la conquista sólo por el hecho de celebrar poder alcanzar un logro, una meta: Panamá perdía hasta ese momento por 6 a 0, y ese gol significaba el honor, el poder marcar también en un partido que les fue muy desfavorable. Pero el honor de la gente quedaba a resguardo con ese tanto y así lo hicieron saber: eso es dignidad, orgullo, entereza.

El partido fue un trámite para Inglaterra. Siempre tuvo el control, al margen de unos primeros minutos a favor de Panamá, y marcó los tantos con mucha facilidad.

Stones, a los 8′ conectó un corner con un cabezazo cruzado y abrió la cuenta. Enseguida llegó el penal a Lingard que Harry Kane, la figura del partido, transformó en el 2 a 0 con un soberbio remate a los 22′.

El tercero fue un golazo de Lingard, un remate de afuera del área grande, con comba y al ángulo a los 36′; el cuarto fue otra vez de Stones de cabeza, tras un tiro libre bien ejecutado, en una maniobra preparada de toque a la izquierda, centro a la derecha, Kane que la baja de cabeza para Sterling, rebote en el arquero Penedo y Stones aparece sólo para convertir a los 40′.

El primer tiempo se cerró con otro penal de Kane, cuando iban 45′, con otro derechazo formidable y un 5 a 0 que reflejaba las distancias entre uno y otro equipo. El segundo tiempo bajó la intensidad y a los 62′ Kane desvió con su taco un remate al arco, descolocó a Penedo y marcó el 6-0.

El partido entró en una meseta y parecía cerrarse en ese resultado. O hasta en algún gol más de los europeos. Pero Panamá supo entender el juego, comprender las diferencias y no se amilanó ni se resignó a entregarse. Tampoco lloró sobre la derrota consumada. Vivió el partido como el premio que obtenía después de tanto tiempo: jugar una Copa del Mundo. Y así llegó a su primer gol de un Mundial. Y así lo celebró: con entusiasmo, con alegría, con la felicidad a pleno de saber que se había logrado llegar a un objetivo, y ahora un pasito más, poder convertir un tanto. Valorar lo que se obtiene, sin ejecutarse ni auto flagelarse porque el rival demostró su superioridad con una goleada. Celebrar que se ha progresado, que se ha conseguido algo más en su propio camino.

Esa es la enseñanza que nos deja esta hermosa celebración de un gol que no modifica ni incide en un resultado, pero que es un homenaje a su esfuerzo, a su sacrificio y a la valoración de saber que uno se puede superar a sí mismo. Un gol que se grita como un canto a la vida.

 

Hernán O’Donnell  

Argentina: El Mundial nos da una chance, tomemos la oportunidad

Mientras algunos se enamoran de selecciones que vaya a saber que problemas tienen, mientras otros se suben al carro del que pueda alcanzar el éxito, mientras otros ven errores árbitrales o “muñequeos” sólo cuando está involucrado su equipo del corazón (como si sólo se ayudara a Boca o River, y ningún otro equipo o seleccionado en el mundo), mientras nos desangramos en un mar de chimentos, rumores, dichos y contradichos, Argentina aún tiene una chance clara de seguir en la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018.

Y parece que no nos importara. Parece que todos, TODOS, estuviéramos más allá de esa situación. En esta era del NARCISISMO, donde sólo vale tener razón, “yo te lo dije hace muuuucho…”, “me contó mi primo”, y poso en selfie en cualquier lugar del planeta (y sobre todo en los eventos deportivos Mundiales, esos bien grandes para decir: “Ahí estuve”), pareciera que lo más importante, lo que más nos importara es tener razón, quedar como los genios de la información, del análisis, del “saber” de cualquier tema, y además, de paso, de no respetar la opinión ajena. “Bardearla”, como dicen en la calle.

Así está la sociedad argentina; por lo menos en las redes sociales, aunque si uno transita a diario por las calles de cualquier ciudad grande del país, tendrá la tensión como acompañante y la disputa callejera como religión de cada día.

Y no podía estar ajena la selección a todo este barullo diario. No podía evitar envolverse en el escándalo mediático. Claro que hay una responsabilidad grande de los protagonistas. Es obvio que los rumores surgen de fuentes cercanas, así como el acceso a la información es muy restringido y eso también contribuye. Y es más que probable que existan divisiones, como en todo grupo, que las relaciones no sean las más fluidas y que también exista la mesa chica que toma peso en decisiones donde NO debería tenerlo. La mesa chica NO debería existir. En todo caso, debería ser la de los dirigentes para los temas institucionales y la del cuerpo técnico para la parte futbolística.

Esto parece no suceder en el equipo argentino. Y con los resultados negativos que se registraron en este Mundial, todo lo concerniente a eso de la famosa mesa chica, tomó una dimensión inimaginable. Potenciada por los narcisistas de las redes. Y por el clima bélico imperante en nuestra sociedad, en las calles y en el mundo virtual.

Así estamos. Desangrandonós. Y aprovechando cualquier comentario, opinión, o análisis, para descargar un insulto, una agresión, una “bardeada”. Para pelearnos, el deporte nacional.

Amo el fútbol y esto va más allá de cualquier resultado que pase en la cancha. Hasta hoy, no me desvivía ningún resultado en el Mundial, pero ahora que veo tanta agresión, tanto “cipayismo” por otra selección, cualquiera sea, tanta agresión, tanto DT suelto, tantos deseo de derrota…Ahora, más que nunca deseo que puedan arreglar todos los problemas que existan en el grupo, que puedan encontrarse, firmar la paz, pactar una tregua, darse la mano y darse este tiempo, quizás otro no hay…darse la oportunidad de salir a la cancha el martes, buscar la victoria y seguir en el Mundial. Lo deseo más que nunca.

 

Hernán O’Donnell

Brasil tuvo orden, progreso y y fe hasta el final

Cuando el árbitro holandés Bjorn Kuipers sancionó el penal a favor de Brasil, parecía que, al fin, iban a encontrar el camino del triunfo cuando corrían ya 77′ de juego. Pero intervino el VAR, revisaron la jugada y el juez entendió que Neymar Jr. había exagerado y cambió el fallo: tiro libre para Costa Rica. Entonces recorrió el escenario una sensación de que Kaylor Navas sería el héroe de la tarde.

Porque hasta ese momento, el partido tenía un desarrollo lineal como un monólogo de stand up: Brasil al ataque, con la movilidad de sus delanteros, las combinaciones de Neymar, Willian, Gabriel Jesús, Paulinho…fue mucho más profundo en el segundo tiempo y volcó el juego hacia el área de Costa Rica, que se sostenía en la brillante actuación de Navas. Luego ingresaron Douglas Costa y Roberto Firmino, para darle más potencia al ataque. Y se sumaron situaciones.

Cuando todo parecía acabar en el empate, y quedaba ya muy poco por jugar, a los 90′ apareció Phillipe Coutinho para vencer a Navas, abrir el marcador y desatar la locura que culminó con la caída espectacular del DT Tité.

Brasil respiraba al final. Encontraba justo el premio que había buscado. Parecía que se complicaba, pero no. E incluso tuvo, ya a los 90’+6′, fuera del tiempo establecido, la alegría del gol de Neymar Jr. que selló el 2-0.

Tuvo orden, progreso y buscó con insistencia la victoria. Brasil empezó a jugar la Copa del Mundo.

 

Hernán O’Donnell

 

Argentina se ahogó en sus propias lágrimas

Un mal planteo inicial no podía tener un buen final; un comienzo mal imaginado no podía tener un resultado positivo. Los errores de Argentina comenzaron antes de iniciarse el partido ante Croacia. El DT, con muchas dudas, confusiones y sin poder llegar de modo claro al equipo, planteó un engendro de mezcla de defensores con laterales, volantes con extremos y mediocampistas con atacantes.

Inexplicable no poner de titulares a tres jugadores desequiilibrantes, de jerarquía, de peso ofensivo. Samapoli optó, una vez más, por no incluir en el conjunto titular a Pavón, Dybala e Higuaín, quienes se intuye que están capacitados para ser jugadores de inicio. Mezcló en una línea de tres a zagueros como Otamendi, con laterales como Tagliafico; Salvio, de características de ataque, obligado a hacer la banda. Y Mascherano sólo en la mitad, porque Enzo Pérez nunca encontró su lugar en la cancha. Con tantos problemas en la defensa, donde se le hacía fácil a Croacia desbordar por los costados, poco juego en el mitad, para Messi era imposible organizar el equipo.

A los pocos minutos avisó Perisic, con un remate cruzado que Caballero logró desviar; después lo tuvo Enzo Pérez tras una mala salida de la defensa croata. Y poco más, en una primera parte jugada con mucha intensidad, pierna fuerte y roces constantes, donde el duelo Mandzukic-Otamendi se llevó todos los boletos como pelea estelar.

A los 52′, un grosero error de Caballero, en definitiva producto de una intención mal interpretada de “cuidar” la pelota, y en ese afán arriesgarla aún en lugares muy peligrosos, le permitió a Rebic encontrar el pase del arquero que iba dirigido a Mercado y con un tremendo remate abrió el marcador. No era lo más indicado para un desarrollo hasta ese momento equilibrado, pero a partir de allí se desató una catástrofe en la selección argentina y Croacia terminó por completar un partido de muy alto vuelo.

Aparecieron los cambios de Sampaoli cuando todo estaba muy complicado. Primero Higuaín adentro, después Pavón y por último Dybala. tres futbolistas que debieron estar desde el comienzo, entraban como salvadores de un naufragio que empezaba a desatarse en el barco argentino.

Mientras Argentina se hundía, Croacia se elevaba a límites que no habría imaginado antes del encuentro.

Se acomodó en el campo a partir de la solidez de sus zagueros, Lovren y Vida, de partido parejo y destacado; se armó con la inteligencia de sus dos hombres generadores de fútbol, que la rompen cada domingo en equipos de la talla de Real Madrid y Barcelona y en Nizhni Novgorod dieron una clase magistral de fútbol: Modric y Rakitic. A partir de la descomunal tarea de los dos volantes de Croacia, los europeos aramaron una goleada que hundió a la Argentina en un papelón.

Claro que la tarea de Rebic y Perisic por los costados fue muy importante, y ni que hablar el desgaste  de Mandzukic en la lucha por todo el frente de ataque. Pero lo de los volantes, fue colosal.

Y lo coronaron con dos golazos. Luka Modric amagó dos veces ante Otamendi y en la tercera metió un estupendo remate para marcar el 2 a 0 a los 80′; y Rakitic primero avisó con un tiro libre en el travesaño y a los 90’+1 se fue de contra, remató fuerte, la pudo desviar Caballero, el rebote le quedó al compañero que volvió a ceder a Rakitic y con un tiro suave cerró el marcador: 3 a 0.

Una pena lo de Argentina. Se deshilachó en dos presentaciones que la expusieron como una selección débil, sin funcionamiento, sin orden, sin rebeldía individual y con resultados decepcionantes. Aún quedan posibilidades. Aún y a pesar de esta decepción. Pero la imagen que queda es preocupante. La Argentina había tenido un tropiezo en su primera presentación y en la segunda se hundió en la caída. El barco quedó averiado y depende de la responsabilidad, la humildad, y el sacrificio de todos para poder formar un equipo de una buena vez por todas y sacarlo a flote.

 

Hernán O’Donnell

Sampaoli busca salir del laberinto

Argentina se metió solita en el laberinto que le propuso Islandia. Porque si bien los europeos le tejieron una hermosa telaraña y resucitaron el viejo “catenaccio” inspirado en las redes de pescadores, la albiceleste no supo evitar enredarse en esa madeja de piernas y voluntades corredoras. Islandia le abrió la puerta a una casa llena de túneles y pasadizos, y ahí se perdió Argentina.

No sólo se metió en un laberinto durante el partido; quedó enredado en un mar de dudas e incógnitas de cara al futuro del torneo.

Porque la mano del entrenador, necesaria por cierto, empezó a reflejarse en cada práctica, en cada entrenamiento. Sampaoli parece volcarse a su esquema favorito. A él, no nos engañemos, le gusta jugar con línea de tres defensores. Pero los jugadores lo convencieron de comenzar con la clásica línea de cuatro.

A Sampaoli le gusta jugar con un 5 de creación. De manejo y buen pase. Sergio Busquets sería el ideal. Pero arrancó con ¡doble cinco! y de características más volcadas al quite y a la recuperación que al primer pase de gestación de maniobra.

El técnico siempre manifestó que en ataque hay que desordenarse, hay que romper moldes para doblegar a la defensa adversaria. Poco tuvo el equipo esa rebeldía necesaria.

Ahora decidió patear el tablero. Dar un golpe en la mesa y promover variantes. Se habla de línea de tres, con Mercado, Otamendi y Tagliafico (Fazio sería importante para la marca de Mandzukic), un solo volante central (Mascherano) y las dudas que empiezan desde los volantes: ¿Jugará Enzo Pérez? Acuña parece casi seguro y Christian Pavón, seguro.

Habrá que terminar de pulir detalles, aceitar bien la máquina y adaptarse bien rápido a este sistema. El tiempo apremia y la salida del laberinto tiene una puerta muy dura, pesada y complicada, que se llama Croacia. El DT y los jugadores tienen que encontrar la llave que la abra y le permita a la Argentina salir de este enredo y empezar a caminar el Mundial por un sendero recto y despejado.

 

Hernán O’Donnell