“No creo que no estemos jugando bien. Si los once están metidos atrás, es imposible poder jugar. Las cosas las estamos haciendo bien. Para salir campeón de un Mundial hay que ganar”.

La frase la disparó Angel Di María, apenas finalizado el partido ante Irán, los 90 minutos desprolijos del seleccionado y el triunfo agónico por una genialidad de Leo Messi.

Y no se quedó atrás: “Pienso que la Selección no jugó mal. Creó situaciones como pudo. Es normal cuando un equipo se mete atrás”.

Pero no se vaya, falta lo mejor: “Se vio claramente que estaban los once adentro del área. Es imposible jugar de esa manera. Si Leo no le pegaba de ahí, terminaba cero a cero”.

Toda una declaración propia del relato. Jugamos bien, ellos se metieron atrás (¿Estará prohibido?), se defendieron con los once (¿No será reglamentario?), se refugiaron en el área y bla, bla, bla…

Las frases del volante Angel Di María habría que tomarlas como las que se dicen de modo habtual, pero que no reflejan el pensamiento interno del seleccionado ni de su conductor natural, el entrenador.

En definitiva, son declaraciones que tienen la intención de preservar el orden interno, de mantener la armonía grupal, de cuidar a la tropa y no cargar demasiado las tintas sobre lo que se hizo mal. Al cabo, una autocrítica realizada a minutos de la finalización del partido puede generar malos entendidos, alguna frase inoportuna y tal vez la sensación de que se responsabiliza a algún sector del equipo o a algún jugador en particular. Si decía “Nos faltó ser profundos, o concretar las jugadas de gol”, se podría inferir que falló el ataque. O los atacantes. Y si declaraba: “Nos faltó fútbol”, entonces muchos hubieran interpretado que el problema estuvo en la mitad de la cancha, en la gestación de juego.

Di María intentó mantener la paz interior. Con un exabrupto incomprensible hacia un periodista; tal vez con una postura demasiado defensiva, pero uno podía entender que el mensaje era hacia adentro. “Jugamos bien”, le dijo a la gente. “Todos jugamos bien”. Y si jugamos mal, todos jugamos mal, aunque eso es más difícil de sostener porque Romero tuvo un buen partido, Marcos Rojo también y Leo lo ganó con su genialidad. Por eso mejor decir “Jugamos bien” que marcar alguna autocrítica que repercuta en alguien.

Alejandro Sabella fue muy claro: “Me voy tan preocupado como ustedes” Y no hizo falta agregar nada más. Conciso, preciso y contundente.

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Hernán O’Donnell

En realidad, ya se empezaban a jugar los 5 minutos adicionados. Habían transcurrido los 90 reglamentarios, y la Argentina había padecido, hasta entonces, el partido. Porque durante todo ese tiempo no pudo encontrar los espacios, no halló soluciones futbolísticas y sus ataques se transformaron en lentos avances, con movimiento lateralizado de pelota, pero sin profundidad ni cambio de ritmo para romper el cerco que le proponía Irán: una telaraña defensiva con abroquelamiento de sus 10 jugadores de campo en zona defensiva y el convencimiento de todos para correr, luchar y morder en todos lados.

Y además, tuvo tres situaciones claras en el segundo tiempo, que nacieron de la inteligencia y hablidad de Dejagah, una de las figuras del partido, que fueron bien conjuradas por Sergio Romero, LA figura estelar de la tarde.

El equipo de Sabella no supo encontrar los caminos del gol. O no pudo. La resistencia iraní fue constante, y a la Argentina le faltaron recursos, imaginación y potencia ofensiva para llegar al gol. Iban 90 minutos y parecía que la tarde se consumiría en uno de los partidos más frustrantes de la Argentina en los mundiales…

Hasta Leo Messi entendió lo que pasaba cuando se enfrentó a la prensa: “No podíamos encontrar los espacios para hacer daño a la defensa; y si nos ponemos a analizar el juego, no estamos demostrando lo que podemos dar. Somos los primeros en saber que no estamos consiguiendo lo que buscamos”.

“Es difícil jugar contra un equipo que se encierra atrás”, agregó sin buscar poémicas, porque Leo es el primero en saber que la obligación es poder doblegar defensas extremas, en definitiva, cada uno juega como quiere.

Y frotó la lámpara. Dijo, “ok, vamos a ganar el partido que ya se cumplió la hora”. Y se volcó a la derecha, recibió la pelota, enganchó hacia adentro y sacó el zurdazo chanfleado, para convertir un golazo, llevarse los 3 puntos, sellar la clasificación y demostrar porqué él es el principal argumento de Argentina.

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Hernán O’Donnell

Ahora, que las críticas y las burlas despiadadas, arrecian. Ahora, que la goleada ante Holanda duele, y la derrota sin atenuantes frente a Chile, lastima.

Ahora, que aparecen las voces críticas. Que se llenan la boca con frases como “fin de ciclo” o el irónico “el rey abdicó”…

Ahora, que muchos festejan la (mala) suerte de España…

Ahora es el momento de decirle ¡gracias!, de felicitar y sacarse el sombrero ante un equipo que mostró una cara muy limpia, que jugó un fútbol agradable, vistoso, ofensivo. Que siempre tuvo un respeto inmenso por el juego, el adversario y el espectador. Que tuvo un ciclo (para aquellos que celebran su fin) que fue bri-llan-te. Espectacular y demoledor. En el juego y en el resultado. España coronó su propuesta renovadora con la EURO 2008, la Copa del Mundo FIFA-Sudáfrica 2010 y la EURO 2012. Casi nada…

España se va muy pronto de la Copa del Mundo FIFA-Brasil 2014, es cierto. Pero el dato no es que se va en 6 días de competencia, como muchos morbosos quisieron destacar. Se podría haber quedado unos días más, tal vez pasar de ronda, o llegar a cuartos de final…para el caso, lo mismo da. Cuando hubiera quedado eliminado el conjunto español, las voces condenatorias se habrían alzado de la misma forma: “Fin de ciclo”.

Y lo que queremos destacar, ¡ahora!, es que España deja un legado impresionante, valioso, admirable. Le dió una nueva vuelta de tuerca a la forma de jugar y, sobre todo, de encarar la competencia de alto nivel. Sin apelar a golpes bajos, sin el “cuchillo entre los dientes” (que vale, si es leal, como propuesta de juego), sin declarar cada partido como “una guerra”…España entendió que se podía jugar de otra forma, más libre, más suelto, con una propuesta superadora de ataque. Y ganó. Recuerden que ganó la Eurocopa, el Mundial y otra vez la Euro. Un record para quienes miden todo con la vara del resultado.

Como los árboles, que mueren de pie, España se va de la Copa del Mundo con el mismo estilo que consiguió grandes campeonatos. Que el equipo se desgastó, es cierto. Que los jugadores ya no son los mismos, es verdad. Que le faltó potencia ofensiva, también. Podríamos decir que tuvo errores en defensa y algunas individualidades tuvieron una muy baja actuación. Que el equipo fue la sombra de lo que fue alguna vez. Pero esa “alguna vez” no fue un ratito. Ni una ráfaga de verano. Fue toda una época de gloria, de triunfos y de un modo de entender el fútbol y el deporte que hoy es un legado que han tomado muchas selecciones, y por eso nos obliga a darles las gracias a España. Porque ese éxito, no se lo quita nadie.

Hernán O’Donnell

Apareció con todas sus luces. Con su fútbol agresivo, metódico, prolijo y sacrificado. Un equipo compacto, que cubre todos los espacios, que hace del esfuerzo una religión, y que mantiene un estilo ofensivo desde hace varios años.

Alemania derrotó 4 a 0 a Portugal, pero lo que dejó fua una señal muy clara: es un candidato firme en esta Copa del Mundo FIFA-Brasil 2014. Se hablaba de ellos antes de empezar y ahora nadie duda que es un equipo de grandes aspiraciones.

Su actuación fue estupenda. Desde Thomas Müeller, autor de 3 goles y figura descomunal del partido, hasta Neuer y su siempre sobria figura.

Desde el arquero se ve un equipo compacto. Hummels hizo un gol y redondeó una correcta tarea en la zaga junto a Mertesacker. Otzil fue intermitente, pero tiene jerarquía para crecer en su juego. También fue bueno el desempeño de Kroos. Pero el mejor acompañante de Mueller fue Goetze. Supo entender el juego, abrió espacios en la defensa y aportó mucha movilidad. Alemania, sin un 9 definido de área, se las arregló para llegar con claridad a posiciones de gol y marcó 4 tantos.

Un equipo que sueña y tiene con que. Que impacta, que seduce. Los siempre candidatos alemanes, ya dijeron presente en la Copa del Mundo.

Hernán O’Donnell

La gran paradoja de este partido es que la Argentina jugó mejor en el segundo tiempo con la táctica que menos convence al entrenador, y tuvo un montón de dudas y dificultades en la primera parte, cuando jugó con el esquema táctico que prefiere Alejandro Sabella.

La Argentina comenzó con el sistema de 5 defensores ( dos laterales de proyección y tres centrales), 3 volantes y 2 delanteros (Messi y Agüero). Tuvo la fortuna de que en su primera llegada, la inexplicable distracción del bosnio Kolasinac introdujera la pelota en el fondo de su arco. Inentendible los del defensor, pues siempre tuvo la mirada hacia donde venía el centro de Messi, sin embargo perdió de vista la pelota, en una distracción difícil de explicar. Apenas 2 minutos y la Argentina ya ganaba por 1 a 0.

Sin embargo, ese gol tempranero lejos estuvo de darle tranquilidad al equipo. Con el correr de los minutos, se desdibujó la selección de Sabella, perdió posesión del balón y sus llegadas fueron esporádicas. El conjunto europeo logró acomodarse en el campo y tuvo dos situaciones muy claras para empatar, las dos bien conjuradas por Romero.

No funcionaba el equipo ni aparecían las individualidades. Inlcuos, parecía un conjunto atado por los nervios y con ciertas reminiscencias al “miedo escénico” tantas veces mencionado por Jorge Valdano.

El remedio estaba en el banco de suplentes y en la correcta lectura del juego que realizó el entrenador argentino. Leyó que el partido requería de otro esquema y de otros intérpretes: adentro Gonzalo Higuaín y Fernando Gago; afuera Hugo Campagnaro y Maxi Rodríguez. Así, el equipo volvía a jugar con línea de cuatro, dos volantes de contención y los cuatro fantásticos arriba: Agüero, Messi, Di María e Higuaín. Fue el aporte del “Pipita” quien revitalizó al equipo. Una buena combinación con Messi le permitió a Leo coronar una jugada magistral y llegar al 2 a 0.

Después, volvieron las dudas. Hubo varias oportunidades a partir de la fuerza de los delanteros. Pero el equipo, en su conjunto, no mostró solidez. Perdió el balón y Bosnia fue en ataque. Apretó a la Argentina contra su área y a falta de cinco minutos llegó el descuento por medio de Ibisevic.

Con más sufrimiento que goce, la Argentina ganó en el debut y le dio inicio a su sueño de llegar bien alto. Pero deberá corregir algunas cuestiones, definir su táctica, encontrar el juego y que la constelación de estrellas que integra su plantel entre en escena, sin los “nervios” que muchas veces esto provoca.

Hernán O’Donnell

Se han jugado algunos partidos, todavía se vive la primera rueda de la fase de grupos, pero ya se vislumbran las estrellas que iluminarán el firmamento del mundo.

Entre protestas sociales, una fiesta de apertura descolorida, un buen himno de la Copa y algunas sorpresas, aparecieron las figuras estelares.

Neymar el primero. Polémicas al márgen, el delantero del Barcelona convirtió dos tantos (el primero un golazo, el segundo de penal) y se perfila para hacer una buena Copa del Mundo.

Lo secunda Oscar, volante hábil y veloz, que supo ponerse el equipo al hombro cuando Croacia sorprendía al mundo y parecía que Sao Paulo se poblaba de nubarrones tormentosos. El hombre del Chelsea sacó patente de rebelde y encabezó la remonatada brasileña.

Después apareció Robben. Figura descollante de la Holanda, ahora, favorita para muchos. Un equipo que jugó a todo ritmo, en el increíble triunfo (con goleada incluída al campeón España). El volante del Bayern Munich fue la figura más preponderante de ese partido.

Van Persie también se destacó y logró meterse en ese lote de hombres a seguir. Puede que este sea el mundial de Holanda, depende de estas figuras y del equipo.

Y sumemos a James Rodríguez de Colombia, a Joel Campbell, de Costa Rica, que sorprendió a Uruguay con una actuación formidable, llena de fútbol…

Falta ver a los alemanes, franceses, portugueses…y a Leo, claro. Que el Mundial ha comenzado hace muy poquito, pero algunas estrellas ya brillan en su firmamento.

Hernán O’Donnell 

Arrancó el Mundial. Y ya tiene sus controversias, sus fantasmas y sus jugadas polémicas. Brasil ganó en medio de las protestas sociales, una ceremonia breve y deslucida y un partido fue mucho más duro de lo que unos cuantos se imaginaban. hace rato que Croacia es un equipo importante de Europa. Desde que se dividió la vieja Yugoslavia, Croacia se convirtió en un conjunto duro de la FIFA. Lo mencionábamos en la serie de presentación de los equipos. Una nación que llegó al tercer lugar en su primera Copa del Mundo FIFA-Francia 1998. A partir de allí, siempre hubo de ser un rival muy complicado.

Brasil lo comprobó en carne propia. Sufrió los embates de un equipo que no lo respetó. Croacia salió a atacarlo desde el inicio, y enseguida se encontró con la ventaja en el marcador por el gol en contra de Marcelo.

A pesar de la ausencia de Mandzukic por suspensión, el equipo visitante se las arregló para generar peligro. Dudaban los defensores braileños, y le costaba acomodarse al equipo. Recién pudo empezar a afirmarse cuando Oscar tomó la manija y Neymar se empezó a mover por todo el frente de ataque. Llegó al empate a través de un excelente remate cruzado de Neymar, cuando ya había elaborado varias situaciones propicias para convertir.

Después llegó el segundo tiempo. El tiempo de la polémica. Nishimura, el árbitro japonés que saltó a la fama en un segundo fatídico, vio penal en una jugada en la que el delantero Fred se dejó caer en el área. Uno de esos tantos penales que se “inventan” en el fútbol argentino y mundial, y vemos con frecuencia. Nada distinto a lo que sucede en nuestros torneos, donde algún equipo (el beneficiado de turno) se encuentra con estos “regalos” pero la prensa no se rasga las vestiduras ni desata críticas tan ácidas y severas.

Neymar lo transformó en gol y le dio la ventaja a Brasil. Pero no pudo controlar el partido. Croacia, al ritmo de Modric y Rakitic (de gran partido) empujó a Brasil contra su arco. Contó con varias chances de gol. Una, mal anulada por supuesta infracción al arquero Julio César. Otra, interrumpida con mucho esfuerzo por el arquero brasileño. Croacia iba y merecía más.

Pero llegó una contra, también controvertida pues nos pareció falta de Ramires a Rakitic, que el juez no advirtió. Se la llevó Oscar y definió muy bien: 3 a 1 y partido definido.

Brasil ganó, entre fantasmas, dudas, errores arbitrales y alguna ráfaga de Neymar y Oscar que le dan una luz de esperanza.

Hernán O’Donnell

El partido en La Plata dejó muchas sensaciones, varios apuntes futbolísticos y una enorme sonrisa de esperanza para la multitud que se acercó hasta el Estadio Unico para despedir a la selección nacional.

La victoria ante Eslovenia por 2 a 0 mostró varias cosas: un equipo con algunas variantes en lo táctico y jugadores que quieren ganarse un lugar en la formación inicial.

Ricky Alvarez marcó el primer tanto a los 11 minutos. En realidad, fue un golazo. Un remate seco, fuerte, recto, que entró con mucha precisión. Su actuación, casi como delantero, fue interesante.

La actuación de Enzo Pérez también es para destacar. Mostró versatilidad para ocupar distintas posiciones, varió su lugar en la cancha y siempre estuvo a disposición para dar una mano en la recuperación. Fue un motor constante que nos e guardó a nada a la hora de correr y jugar. Un futbolista que puede ocupar distintoslugares en la mitad de la cancha, en los extremos del ataque y hasta vale recordar que alguna vez Sergio Batista, cuando era técnico de la selección, lo puso de centrodelantero: Sucedió el 25 de mayo de 2011, en Resistencia, Chaco, en un amistoso ante Paraguay.Luego habrá que detenerse en la disposición táctica. Aquí tenemos que hablar de lo que busca el Sr. Sabella. Un equipo distinto fue el que arrancó ante Eslovenia. Con Javier Mascherano de segundo central (posición que sólo pudo mantener 11 minutos, pues tras la lesión de Lucas Biglia volvió al mediocampo), y una línea de 5 con Pérez y Rojo bien abiertos en las bandas. En el segundo tiempo se acentuó esta propuesta. Qued{o b ien marcada la línea de 5, tres volantes y dos delanteros (aunque para Sabella era un 5-3-1-1).

Al cabo, el equipo se sintió cómodo en ese esquema. Con Romero. Pérez, Campagnaro, Fernández, Basanta y Rojo. Mammana (juvenil de River que hizo su debut en esta colaboración con la selección), Gago y Di María. Messi. Aguero. Ese fue el último equipo.

Y aquí habrá que decir la enorme influencia del ingreso de 3 cracks: Messi, Di María y Aguero. El equipo tomó un vuelo motivador. Creció mucho en el juego. Potenció su carga ofensiva. Y Leo corrió como hacía tiempo no se lo veía. Mostró ganas, hambre y temple. En media hora, fue un Leo tremendo, que amenaza con ser El Rey del Mundial. Marcó un lindo gol y generó todos los aplausos.

La actuación en La Plata dejó este y muchos temas más. Pero lo más importante, el punto a evaluar, el aspecto más llamativo de este partido es que Alejandro Sabella se decidió y jugó con su esquema favorito: 5-3-2. Lo hizo casi desde principio a fin. Mantuvo su convicción y plasmó en el terreno de juego lo que a él más le gusta. El ensayó salió muy bien. Habrá que estar atentos, pues este puede ser el esquema táctico definitivo. Por lo menos, para jugar los cruces elimnatorios desde octavos de final.

La tarde de La Plata, soleada, fría y esperanzadora, dejó muy firme que Alejandro Sabella tomó una decisión.

Hernán O’Donnell

Segunda presentación de la Selección Colombia en Buenos Aires, otra vez en el Estadio de San Lorenzo de Almagro, conocido como “Nuevo Gasómetro”, con un poco menos de público que el sábado último, y con algunos cambios con respecto al equipo que igualó ante Senegal en 2 goles.

Ante Jordania, José Pekerman dispuso alinear otra formación y otra disposición táctica. Surgieron jugadores como Ospina, Balanta, James Rodríguez, Guarín…Y un esquema diferente: 3 zagueros (Zapata, Yepes, Balanta), cuatro volantes en línea, James e Ibarbo desdoblándose entre la línea media y la ofensiva , y Teo bien de punta.

A los 6 minutos avisó con un cabezazo de Yepes. Luego, una buena maniobra de James Rodríguez. Los conceptos eran los mismos: buen trato de balón, manejo prolijo y búsqueda de los espacios a partir de la triangulación en los pases.

A los 41 llegó la apertura del marcador: una insólita mano de un defensor de Jordania le permitió contar a Colombia con un penal, que James Rodríguez transformó en gol tras detener su marcha, engañar al arquero y colocar el remate bajo y cruzado, a la izquierda del portero. 1 a 0 y cierre del primer tiempo.

Ya en el complemento, Colombia buscó con los mismos argumentos. A los 53 minutos un remate fuerte de Zúñiga se estrelló en el travesaño. Colombia insistía y mantenía el control del juego, que no era demasiado intenso ni derrochaba lujos. Se sucedieron los cambios en el equipo de José. Bacca tuvo una oportunidad; Valdés se hizo patrón de la defensa. Aguilar equilibró el mediocampo. Llegó el penal de Cuadrado, tras otra mano de un hombre de Jordania y el partido quedaba 2 a 0 a los 81 minutos. Y Freddy Guarín cerr{o la cuenta con un golazo a los 88 minutos. 3 a 0 para cerrar la noche del Nuevo Gasómetro.

Colombia cerró con una sonrisa su preparación en Buenos Aires. Un empate y una victoria. Ahora, a Brasil. Llega la hora de la verdad.

Hernán O’Donnell

“Tuvimos dos desajustes defensivos en el primer tiempo, uno fue el cierre de Campagnaro y el otro de Demichelis, que además le generó la lesión. Ante rivales de mayor jerarquía, podemos sufrir”. El propio Alejandro Sabella reconoció, en la conferencia de prensa posterior al partido frente a Trinidad y Tobago, que el equipo aún padece los desacoples habituales y que estos pueden pagarse caros en una Copa del Mundo. La Argentina mostró su realidad, ante un adversario pequeño, que mostró una gran dosis de entusiasmo y que presentó varios jóvenes con futuro, pero que no tiene una mínima exigencia internacional. Y esa reailidad nacional ya no se puede esconder. Ni el propio entrenador la puede eludir.

Argentina fue un equipo ofensivo. Eso está claro. La propuesta fue la habitual. Pero careció de puntería y de claridad para la puntada final. En el primer tiempo generó muchas situaciones, la mayoría desperdiciadas por no estar finos a la hora de concretar. Y esto puede también traer alguna preocupación, pues costó vulnerar a una defensa que no es de las más sólidas del mundo.

Y en defensa, los desajustes ya conocidos. Un equipo que se brinda, pero que mostró algunas dudas en el retroceso, sobre todo los volantes, pues sólo Mascherano llega a auxiliar a los defensores. El resto se pierde en posiciones de ataque, más allá de la voluntad de Gago por colaborar, pero es innegable que el volante de Boca tiene mayor participación en las jugadas de ataque que en la disposición defensiva. Entonces, los defensores solos y el aporte de Mascherano, son escasos para contener los ataques o contraataques de los rivales.

En el primer tiempo, además, se sumó una duda de Romero en una salida, que despertó los murmullos del Monumental.

Es un tema a resolver, y no hay demasiado tiempo para cambiar o corregir cosas. Ojalá se logre el equilibrio, pero el equipo, en su anteúltima presentación previa a la Copa del Mundo, mostró debilidades defensivas que se pueden pagar muy caras con rivales de jerarquía como los que van a haber en el Mundial.

Hay dudas con los arqueros, los zagueros pueden afirmarse en Fernández, Demichelis, Garay y Basanta, y el rendimiento de Rojo, ante la máxima cita, es toda una incógnita.

Es probable que, una vez superada la primera fase, Sabella se incline por jugar con una línea de cinco defensores, tres volantes y dos delanteros. Un esquema menos audaz, más cauteloso, pero más equilibrado de acuerdo a su gusto futbolístico.

La Argentina convirtió en el filo del primer tiempo y eso le dio tranquilidad. Arrancó más serena la segunda etapa y amplió su ventaja a 3 goles, al aprovechar que el visitante salió a buscar un poco más el partido y ofreció espacios apetecibles para la contra.

Pero esto queda en la anécdota. La realidad es que Argentina mostró dos caras, las ya conocidas, y veremos cual es la que logra imponer cuando llegue la Copa del Mundo.

Hernán O’Donnell