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Casper Ruud es el nuevo nombre para celebrar los 20 años de Tenis en Buenos Aires

Un nombre nuevo, lleno de futuro, con un tenis atractivo, variado, sólido. Y con una semana impecable, jalonada de buenos triunfos hasta llegar a la victoria final en una tarde contundente. Casper Ruud gritó su primer título ATP en el Argentina Open que se juega, con distintos nombres y patrocinios, desde 2001, hace ya 20 años en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, la catedral de este deporte en nuestra ciudad.

El noruego hizo un camino prolijo y sensato. Se llevó cada partido que le tocó jugar y tras vencer al local Juan Ignacio Lóndero en semifinales, se presentó con todas las luces ante un disminuido Pedro Sousa, quien había llegado con cierta fortuna a la final por haber ingresado como “perdedor afortunado” tras la deserción del chileno Cristian Garín, ganador del Córdoba Open, y también se vio favorecido por la lesión de Diego Schwartzman, quien no pudo jugar la semifinal.

Pero estos antecedentes poco le importaron a Ruud, quien salió con determinación a jugar su partido y alcanzó la primera manga con un juego compacto, fuerte, basado en un buen saque, el aprovechamiento de su servicio, y forzar a su rival a moverse cuando le costaba hacerlo.

Casper hizo valer su derecha y no resignó casi puntos, hasta llegar a un 6-1 que presagiaba un final temprano del último partido del torneo.

En el comienzo del segundo set, Ruud quebró el saque de su rival, se adelantó con su servicio 2 a 0 y la situación permitía avizorar un cierre rápido del encuentro.

Sin embargo, Sousa reaccionó. Empujado por el público, el portugués sintió que debía hacer un esfuerzo, que el dolor en el sóleo, molesto y traicionero, debía olvidarse por un momento y tratar de ofrecer lo máximo. “No creo que vuelva a jugar una final, tardé 30 años en llegar a la primera, así que no creo juegue otra a los 60…”, bromeó en la conferencia de prensa posterior al juego. Y se soltó. Empezó a arriesgar, a soltar el brazo, a pegarle fuerte a la bocha. Y ganó su saque para achicar a 2-1.

Y mantuvo su servicio en los games siguientes para llegar a un decoroso 5-4 abajo, con el saque de Ruud.

Fue el final. Si bien Pedro Sousa tuvo varios puntos y el apoyo de la gente para pelear, el final se avecinaba.

Ruud no se desesperó. Aún con el 15-30 en contra sabía que todo dependía de él. Y sumó los puntos necesarios para llevarse el juego y cerrar el partido con un claro 6-1 y 6-4.

La tarde caliente y calurosa de Buenos Aires llegaba a su fin. Los 20 años del Torneo, la presencia cálida de Gabriela Sabatini, intocable para el público, las palabras de Martín Jaite, alma mater del certamen, la premiación…

La emoción de los años vividos, la alegría de compartir días y noches de tenis con viejos y nuevos amigos, las tardes de calor matizadas con bromas y chimentos, las ofertas de los stands, el desfile de los que quieren hacerse ver más que mirar…

Otro año ha pasado, otra edición se ha cerrado. Y como el mundo no para de girar, para celebrar los 20 años del Torneo de Buenos Aires, la sangre nueva de Casper Ruud simboliza el futuro que no para de venir.


Hernán O’Donnell

Buenos Aires celebra 20 años a puro tenis

Es una edición más que especial la de este Argentina Open 2020. Porque se celebran 20 años consecutivos del mejor tenis en nuestro país y en nuestra ciudad. Desde aquel inolvidable torneo de 2001 con el triunfo del brasileño Gustavo Kuerten en la final ante el misionero José Acassuso por 6-1 y 6-3, hasta esta nueva temporada pasaron dos décadas, mucha agua corrió bajo el puente y una enorme cantidad de cracks con la raqueta iluminaron las canchas del Buenos Aires Lawn Tennis Club.

Aquellas figuras estelares de la legión, Guillermo Coria, David Nalbandián, Gastón Gaudio, “Chucho” Acassuso, Agustín Calleri, Juan Ignacio Chela, Mariano Puerta, Guillermo Cañas, Juan Mónaco, hasta un jóven Del Potro jugó el torneo. Amén de las figuras internacionales, con los españoles a la cabeza, como Rafael Nadal, Carlos Moya, David Ferrer, Juan Carlos Ferrero, Nicolás Almagro. O el italiano Fabio Fognini, o los franceses Gael Monfils, o Tsonga o Gilles Simon…nombres y más nombres.

Hoy es el momento de disfrutar. De vivir una semana que empieza aperfilar a los finalistas, a los mejores, pero que todavía tiene mucho para ofrecer. Una semana que llega a la etapa decisiva tras varios enfrentamientos destacados.

Es la semana del noruego Casper Ruud. Un jugador que llegó en silencio a Buenos Aires, desconocido por el gran público, con antecedentes en Futures y Challengers, pero con pocos años en el circuito profesional. Y sin embargo, mostró aplomo, buen tenis y se metió en el fin de semana final. Una de las gratas revelaciones de esta edición.

También es la semana de Juan Ignacio Lóndero, que ya empieza a ganarse un lugar entre los favoritos del público argentino. Le ganó a Horansky, al serbio Djere, a Guido Pella en la calurosa tarde del viernes 14 de febrero y llegó a las semifinales. Una alegría para el “Topo” que se mete a de a poco en el corazón de la gente.

Es la semana de Pablo Cuevas, quien hizo un interesante camino. Venció al italiano Lorenzo Sonego por un doble 6-4, luego al español Albert Ramos Viñolas y jugó un gran partido ante Diego Schwartzman, en el que incluso tuvo un match point en el tie break del segundo set.

Son los días de Diego Schwartzman, el máximo preclasificado, que llegó al torneo con la enorme carga emocional de ser el candidato, de tener la “obligación” de llegar a la final. Y ganarla. Esa exigencia tan nuestra, que no cambia con los años ni todas las palabras dichas. Ese exitismo tan argentino que conocemos casi desde que empezamos a meternos en el mundo del deporte y del que nos cuesta tanto salir…

El “Peque” luchó contra esa presión y la calidad lógica de los oponentes, toda la resistencia que los rivales hacen cuando entran a la cancha.

Pero es la semana nuestra de tenis. La semana para vivir, para gozar, para disfrutar. Para pasar las horas en el mítico escenario de los bosques de Palermo y ubicarse en el court central, “Guillermo Vilas”, para gozar del deporte, soñar con las hazañas, vivir la épica y conocer a las nuevas estrellas que surgen sin interrupciones.


Hernán O’Donnell

Un explosivo Rafael Nadal se adueñó de Roma

Cuando juega así, parece imposible. Sobre todo, en tierra batida. Luce vigoroso, intenso, rápido y certero. Así se mostró en el primer set, cuando cada game duraba pocos minutos y se llevó por delante a Novak Djokovic por 6-0, contundente, sin atenuantes.

Rafael lo superó en muchos aspectos. En lo físico, el más notorio, porque le imponía un ritmo, una velocidad e intensidad que Nole no podía equilibrar. Se quedaba más en el fondo, respondía con menos fuerza y no encontraba los ángulos adecuados. Era muy superior lo de Nadal en esa primera manga.

En el segundo set se recuperó Djokovic y levantó el pie del acelerador Nadal. Cuando estaban igualados 3-3 tuvo tres oportunidades de quiebre Rafel que le hubieran encaminado a la victoria. Pero el serbio supo reponerse y tras colocarse 5-4 pudo quebrar y llevarse el segundo parcial por 6-4.

Y todo quedó abierto para el tercer set. Pero estaba claro que Djokovic venía de un desgaste muy grande. Que los partidos de la semana ya le pasaban factura. Y se notaba. El viernes jugó un partido muy duro ante Juan Martín Del Potro, que estuvo cerca de perder. Levantó dos match points en contra y resurgió. El sábado debió pelear una semifinal muy difícil ante el “Peque” Schwartzman.

Nadal quebró de entrada, defendió su saque y se puso 2-0 en el tercer set. Estuvo cerca en el tercer juego, pero Nole pudo sostenerlo y cerró con 2-1 para el español, que ya no se detuvo.

Se puso 3-1, lo quebró en el quinto juego y se abrió otra vez el partido para Nadal, que lucía intratable como en el primer set.

Fue cuestión de unos minutos más. Rafael estaba como en sus mejores jornadas, amo y señor de la tierra batida, impecable, sólido. La consecuencia fue un 6-1 en el set definitorio. Y la gloria otra vez que lo bañaba, que lo envolvía en aplausos, en otra tarde de triunfo y de levantar un trofeo.

Pasan los años y Rafael Nadal continúa en la cima, gana y escribe una historia increíble, maravillosa, digna de comentar y espléndida para vivir.


Hernán O’Donnell

Fognini ya no quiere detener su carrera

El público argentino lo conoció con cierta profundidad en el final de Enero y principio de Febrero de 2014, cuando se jugó la serie de Copa Davis ante Italia en Mar del Plata. Allí, el jóven rebelde que ya había empezado a forjar una carrera importante se presentó ante el gran público del país, les contó de su vida, de su afición por el fútbol y desplegó un tenis notable, que lo llevó a ganar la serie al equipo italiano.

Después llegó la gira sudamericana y se llevó el Abierto de Viña del Mar al ganarle a Leo Mayer por 6-2 y 6-4 el 9 de febrero de 2014. Una semana más tarde David Ferrer le ganó la final en Buenos Aires por 6-4 y 6-3. Nacía una nueva estrella en el mundo del tenis. En 2015 continuaría con el crecimiento y lograría tres victorias ante Rafael Nadal. En 2016 llegarían más éxitos y el matrimonio con Flavia Panetta; el año siguiente sería el de la explosión de la conducta: la gira por Estados Unidos lo encontraría irascible, nervioso. Primero una multa, luego la expulsión del torneo de Cincinatti y más tarde una suspensión.

Aprendió la lección. Luego del final tumultuoso de 2017, encontraría la paz y la recuperación en 2018, con 3 títulos más del ATP en su haber.

Y ayer conquistó Montecarlo, uno de los torneos más codiciados en tierra batida. Tuvo una semana fantástica y la supo coronar.

Desde la primera ronda frente a Rubliov, luego el triunfo ante Gilles Simon por retiro, el gran paso adelante ante Zverev por 7-6 y 6-1.

En cuartos de final le ganó a Coric, y en semifinales obtuvo la gran victoria del torneo. 6-4 y 6-2 a Rafael Nadal, en una actuación sobresaliente, superadora. Venció sin atenuantes al español, que había tenido una buena semana y sucumbió sin poder dar batalla.

La final ante Lajovic lo encontró en su mejor nivel. Con las luces encendidas, su repertorio variado y el carisma que despierta en su juego. 6-3 y 6-4 fue el resultado final para abrazar su primer Masters 1000 y celebrar una semana estupenda.

Fabio Fognini, ese viejo conocido del público argentino dio otro paso adelante en su carrera. Y tras un tiempo tormentoso, quiere que el camino ya no se detenga.



Hernán O’Donnell

Un italiano suelto en Buenos Aires

La sonrisa lo decía todo. Marco Cecchinato venía de levantar el trofeo correspondiente al Argentina Open 2019 y no dejaba de expresar su alegría. “Sabía que hacía mucho tiempo que no ganaba un italiano en Argentina, estoy muy feliz”, dijo en la rueda de prensa.

“Hoy sabía que me esperaba un partido muy duro, con toda la gente que apoyaba a Diego, pero me concentré, me enfoqué bien en mi juego y pude hacerlo bien. Estuve concentrado, saqué bien y fui agresivo”, señaló.

“Después del torneo de Río de Janeiro voy a ir a casa, porque la gira fue muy larga y tengo que descansar. Creo que la semana fue muy buena, aunque al principio no juegué tan bien, recién pude alcanzar un buen nivel en la semifinal.; el año es largo, así que hay que esperar y ver como se desarrolla. Ahora estoy bien de la cabeza, con la mentalidad fuerte, y pienso que puedo ir a ganar en cada torneo”, agregó.

“Me siento capacitado para jugar en cualquier superficie. Además siento que puedo ganar aunque a veces juegue mal, y eso es bueno. el tenis italiano está en un buen nivel”, amplió.

Aljaz Bedene, de Eslovenia, fue su verdugo en Río de Janeiro, al ganarle 7-5 y 7-6 en primera ronda.

El cansancio, el agotamiento y la gira dura le habían pasado un precio. Había dejado todo en Buenos Aires, ahora es el tiempo de descansar y pensar en un año a pleno.



Hernán O’Donnell

Marco Cecchinato, un jugador para todas las superficies

Para aquellos que sólo lo recuerdan por haber hecho semifinales de Roland Garros en la última edición. Para aquellos que pensaban que sólo era una semana fantástica en un torneo de ensueño. Marco Cecchinato cambió su mente, se adaptó al sistema y tras esa formidable actuación se metió en la discusión importante y comenzó a cosechar buenos resultados en distintas superficies: césped, cemento, indoor, y por supuesto en tierra batida.

“Cambié mi mentalidad y ahora voy siempre a ganar, en cualquier lado”, afirmó cuando ya la tarde le reglaba la primera gran alegría de 2019.

Tuvo una semana buena, de menor a mayor, que consolidó con una final impecable, intratable, indomable ante un Diego Schwartzman que sucumbió por 6-1 y 6-2, y se llevó el título del Argentina Open 2019.

Fue demoledor de principio a fin. El italiano dominó todos los aspectos del juego, fue sólido desde el inicio, tuvo un revés formidable y un servicio muy eficaz. Luego del 1-1 inicial empezó a imponer condiciones, tras el 2-1 quebró e inició una larga serie de juegos ganados, para llevarse la manga por 6 a 1 y enseguida ponerse 2-0.

Poco pudo hacer Schwartzman, quien se lució tenso, tal vez por la presión de la localía y no encontró variantes en el juego. El “Peque” no pudo meterse en el partido, arrastraba un cansancio lógico y se vio desbordado por un jugador que se mostró concentrado y confiado desde el primer punto.

Lo de Cecchinato fue formidable. No se amedrentó con la hinchada (“Me parece normal que el público aliente a su jugador, a mi no me molesta y me concentro en el juego”; declaró), mantuvo la serenidad y cada vez que el “Peque” amagaba con una reacción volvía a tener el mando del juego.

En el segundo set no se desesperó. Llegó el 1-2 del peque, el 2-3 que Schwartzman quiso aprovechar para ver si se arrimaba y mantuvo su servicio, el italiano, para alcanzar el 4-2. El quiebre del séptimo game fue decisivo. Cuando fueron a sentarse en el descanso del 5-2 el silencio y la resignación habían envuelto al Buenos Aires Lawn Tennis Club.

El final lo encontró con un grito de desahogo, el desplome habitual a modo de festejo sobre el polvo de ladrillo del court central y un aplauso respetuoso de toda la gente.

Se había llevado el premio mayor a base de un juego creciente, sólido, firme y variado. Marco Cecchinato encontró la fórmula, y en Buenos Aires le anunció al mundo que habrá que tenerlo muy en cuenta.



Hernán O’Donnell

La última función de David Ferrer en Buenos Aires

Corrió, luchó y se entregó como siempre. Dejó jirones de tenis, de fuerza y de esfuerzo, además de talento y brillo. Fue el mismo David ferrer de siempre, el que conoció y reconoció el público argentino, al que adoptó como uno de sus favoritos.

A fuerza de esforzarse, de lucir siempre un espíritu de lucha tan proclive al paladar argentino para cualquier deporte, a fuerza de mostrarse siempre humilde, dispuesto y amable en el trato, se ganó ese lugar de privilegio, donde en cada partido era el preferido de la gente y lo alentaban con fervor y devoción en apoyo a su búsqueda del triunfo.

David Ferrer con su transparencia conquistó el cariño del público argentino. Y se ganó los aplausos, desde el primero de sus partidos hasta el último, que sucedió hace un momento. Fue otra demostración de entereza, entrega y amor propio, tan requeridos y valorados en la competencia deportiva. Enfrente, Albert Ramos Viñolas, un español que creció al influjo de su ídolo.

Y David que dejó otra actuación llena de grandeza. Se impuso en el primer set por 6-4. Y empezó a encaminar el partido.

En la segunda manga se adelantó 4-2 y con el servicio a su favor. Pero no pudo aprovechar esa ventaja, y Ramos Viñolas lo emparejó en 4, hasta llegar al 6 iguales y la definición en el tie break, donde Ferrer dispuso de dos match points. Faltó precisión, y Ramos Viñolas se lo llevó para forzar el tercer set.

Ahí la ventaja se estiró muy rápido para Albert. Enseguida se puso 5-0. Entonces llegó lo mejor del partido. El empuje, la fuerza, la verguenza deportiva mezclada con ráfagas de talento lo llevaron a ganar 3 juegos consecutivos y colocarse en un expectante 3-5, que era más un premio a su jerarquía que las posibilidades reales de torcer la historia. Y no alcanzó, Ramos Viñolas ganó 6-3 el tercero y marcó la última función de Ferrer en nuestras pistas.

“Os echaré de menos”. dijo apenas terminó el partido, mientras recibía premios y homenajes de la organización.

“Ganar tres torneos seguidos es hermoso, pero mucho más es el cariño del público argentino. Estoy seguro que alguien ganará tres torneos, o más, aquí, pues hay grandes tenistas. Pero si tengo que elegir un día, elijo este, pues los trofeos son muy lindos, pero son eso: trofeos. En cambio, el cariño de la gente es incomparable”, señaló.

Se fue envuelto en aplausos, en un atardecer casi otoñal para esta parte del año, con una brisa fresca, el sol que se perdía entre sus últimos rayos y la calidez de un público que lo despidió con el afecto de quien se ha ganado su corazón, a base de esfuerzo, brillo y humildad.



Hernán O’Donnell

El año comenzó lleno de tenis

Es el deporte que inicia la temporada. Si bien hay varios que tienen su continuidad entre el cierre de un año y el inicio de otro, como los deportes de Estados Unidos, sea el football americano o el hockey sobre hielo, o las competencias europeas con sus mágicas ligas, para quienes toman el año calendario como el principio y final de cada temporada, el tenis es el deporte que abre cada nuevo ciclo: comienza su circuito sobre el inicio del año nuevo (en verdad, en los días finales del año viejo) y concluye en noviembre, tiempo de vacaciones y comienzo de pretemporada entre sus finales y diciembre.

Este año, como siempre, Oceanía nos abre la puerta. En Australia y Nueva Zelanda se viven las primeras emociones.

Se volvió a tutear con la victoria Kei Nishikori. El japonés que sorprendió al mundo cuando se llevó el ATP de Delray Beach 2008 tras vences en una dura batalla a James Blake, alcanzó el éxito en Brisbane tras mucho tiempo de no alcanzarlo. Había logrado su último torneo en febrero de 2016 y en ese lapso llegó a 9 finales, todas sin lograr el trofeo mayor. Pero tuvo su premio a la constancia y perseverancia, y le ganó a Daniil Medvedev por 6-4, 3-6 y 6-2.

En la India, Kevin Anderson le ganó a Ivo Karlovic por 7-6(4), 6-7(2) y 7-6(5), en un largo y extenuante partido. 

Mientras, por estas horas se juegan los atrayentes torneos de Sydney y Auckland, a la espera del Australian Open, el primer Grand Slam del año.

Y en la Argentina se aguardan dos torneos con mucha expectativa. El Córdoba Open, del 2 al 10 de febrero en el Estadio Mario Alberto Kempes, donde se pondrá en marcha una nueva plaza tenística y el Argentina Open, del 9 al 17 de febrero en el Buenos Aires Lawn Tennis Club en su 19º año consecutivo, un ya más que tradicional certámen en el calor del verano de Buenos Aires.

Ya están confirmados Dominic Thiem, Fabio Fognini, Diego Schwartzman, Marco Cecchinato, Pablo Carreño Busta, Leonardo Mayer, Guido Pella entre muchas figuras.

Tenis del bueno. En todo el mundo y en casa también.



Hernán O’Donnell

El tenis le abre una posibilidad a los soñadores

El Challenger de Buenos Aires, un evento oficial del circuito internacional de la ATP, perteneciente al Challenger Tour, comienza ya, en estas horas en el Racket Club de Palermo, y le abre una hermosa posibilidad a los sufridos y a los soñadores del tenis.

Es el único de su categoría que se disputa en nuestro país esta temporada, y esta cuarta edición, que cambia de sede, de Saavedra a Palermo, ya se puso en marcha.

Los principales protagonistas, jugadores, dirigentes, sponsors y organizadores estuvieron muy bien representados. Por el lado de los protagonistas, un jugador de los más destacados del mundo, de una temporada excepcional, se escuchó su voz, como representante de aquellos que van a transpirar los courts. Diego Schwartzman señaló: ““Acá gané mi primer Challenger, fue hace unos seis años y me trae buenos recuerdos. Este lugar es increíble” y sobre su futuro, respondió: “Mi objetivo es terminar mejor que  el año anterior. Estoy muy contento con el año que tuve. Llegué a estar cerca del top ten, aunque ese no era el objetivo de principio de año y lo sabía. El objetivo era estar entre los 20 primeros. Tengo mucho por mejorar porque algunos torneos no los jugué de la mejor manera. Cada vez es más difícil subir en el ránking en estos puestos. Por eso se convierte en un desafío, y a nosotros ( a mi y mi equipo) nos gustan los desafíos”.

El cuadro principal contará con jugadores del calibre, la experiencia y la trayectoria del uruguayo Pablo Cuevas, el español Pablo Andújar, el brasileño Thomaz Bellucci, y los argentinos Guido Andreozzi, Facundo Bagnis y Carlos Berlocq. 

Un plantel de figuras destacadas que convocan a los amantes del tenis a darse una vuelta por Palermo, disfrutar del juego y revivir las mágicas jornadas de un mes como noviembre, tradicional en torneos y encuentros de tenis en esa zona amable y colorida de Buenos Aires.

 

Hernán O’Donnell  

Dolgopolov se adueñó de Buenos Aires

Y habría que decir de la Argentina toda. Porque el ucraniano Alexandr Dolgopolov fue el dueño del torneo de la ATP que Buenos Aires organiza, sin interrupciones, cada febrero desde 2001. Y ya es más que el abierto de la Ciudad. Desde hace un par de temporadas se lo denomina Argentina Open, con reminiscencias de lo que fue un glorioso e histórico Abierto de la República, que durante muchísimos años engalanó el tenis vernáculo.

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El ucraniano no falló. Ya había tenido una semana brillante, donde mostró una solidez y un juego muy efectivo. Arrancó con Tipsarevic, en un encuentro de primera ronda muy atractivo. Ganó con autoridad por 6-3 y 6-3. Después dio cuenta del uruguayo Pablo Cuevas por 6-3 y 7-6. En cuartos fue el turno de Melzer, quien no pudo aguantarle el ritmo en un viernes caluroso y muy húmedo: 7-5 y 6-4.

Ya era el candidato de la gente, porque si bien el torneo estaba armado en derredor de David Ferrer y Kei Nishikori, estas figuras no alcanzaron la dimensión de dominantes de la escena. Ferrer se fue en el debut y el japonés arrancó bien y comenzó a apagarse a  medida que pasaba las rondas, hasta ser sometido por el dominio del ucraniano en la gran final.

Dolgopolov crecía en cada encuentro y tuvo una semifinal muy buena ante Carreño, que terminó con un 7-5 y 6-2. Y llegó a la final entonado y con buen ritmo.

Ni el calor, ni la pesada humedad, ni la figura respetable del número 5 del mundo inhibieron al europeo. Salió decidido, jugó cada tiro a “matar” y fue muy certero en cada golpe: un servicio brillante, con un movimiento cortito, fuerte y preciso, acompañado de “winners” y “drops” bien ejecutados.

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El primer set fue parejo, aunque Dolgopolov siempre lució más sólido. Ganó sus servicios con más amplitud de lo que el japonés pudo hacer con los suyos; además se hizo rápido del tie break ya que sacó para 1-0, y tras la igualdad de Nishikori, quebró para 2-1. Mantuvo sus dos servicios: 4-1. Nishikori ganó los suyos siguientes: 4-3 para Dolgopolov, quien ganó los dos siguientes servicios (6-3), y tras el saque de Nishikori (6-4), otro quiebre del ucraniano selló el 7-4 del desempate.

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Pareció que en el segundo set, el asiático se metía en el partido. Ganó su saque, se puso 1-0 y apretó a al ucraniano en el segundo game. Pero era la tarde de Dolgopolov, y más cuando tenía su servicio. Igualó en 1, luego Nisihikori mantuvo, 2-1. Igualó Dolgopolov en 2, se adelantó el japonés y el ucraniano igualó en 3. No encontraba soluciones Kei. Intentó ser más agresivo en la defensa, responder el saque de su oponente más adentro de la cancha y atacar, pero no funcionó. Y Dolgolpolov aprovechó su chance: quebró en el séptimo para llegar a un 4-3 promisorio. Sacó con potencia y precisión, 5-3. Nishikori mantuvo su servicio: 5-4. Arrancó el ucraniano con alguna duda y un 0-15 que pronto remedó: fue 6-4 y partido.

Se lo llevó quien lo fue a buscar. Alexandr Dolgopolov mostró su garra desde el primer partido, creció en cada encuentro de la semana y fue el dueño de la tarde del Domingo 19 de Febrero de 2017. Un campeón justo y merecido.

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Hernán O’Donnell