La noche de Argentina en Vitória terminó con una gran tristeza, porque se le escapó la clasificación luego de un primer tiempo favorable, donde el resultado lo acompañaba y pocos podían imaginar el desenlace que se produciría en el complemento cuando las luces se apagaron y Paraguay sacó provecho de lo que fue a buscar.
El equipo que dirige Pablo Aimar salió a jugar con decisión ante Paraguay, a la búsqueda de la clasificación a los cuartos de final de la Copa del Mundo Sub 17 de la FIFA-Brasil 2019. Con la conducción de Matías Palacios, la movilidad de Zeballos y el pivoteo permanente de Medina y Fernández, Argentina controló el juego en los 15′ iniciales.
Después, creció Paraguay. Con el ritmo de Duarte, la habilidad de Torres, y la frescura de Ovelar, el equipo guaraní se impuso en el juego y tuvo su momento con llegadas a través de un juego directo y veloz.
En ese lapso, los duendes del fútbol le sonrieron a la Argentina; porque en el mejor momento de Paraguay, desbordó Lomónaco por derecha, llegó el centro pasado, y Zeballos ganó muy bien la posición para marcar el 1 a 0 a los 26′ de juego.
Argentina se tranquilizó, se paró bien en el terreno y ya pudo controlar mejor los intentos de Paraguay, mientras que en cada arranque de Palacios, parecía que la cifra podía aumentarse.
Y así sucedió, pues cuando se llegaba al final de la primera etapa, un corner, rechazo, un pelotazo cruzado para Matías Godoy, quien apareció libre por derecha y con un tiro cruzado puso el 2 a 0 a los 42′ del primer tiempo. Dentro de cierta paridad, Argentina sacaba una ventaja importante.
En el complemento, el partido se hizo cuesta arriba. De a poco, Paraguay empezó a volcar las acciones contra el arco de Rocco Ríos Novo. Duarte se movió por todo el frente de ataque, se soltaron los laterales, adelantó las líneas y puso el juego en campo argentino.
Matías Segovia entró por Ovelar para darle más frescura al ataque; Argentina trataba de esperar con orden, pero se apretaba muy atrás y empezó a sufrir situaciones. Un tiro libre que pegó en el palo izquierdo de Ríos Novo, una llegada de Duarte, un cabezazo cercano hasta que a los 58′ una desinteligencia en la defensa argentina derivó en el rebote en Cano que fue contra su propia valla y no pudo impedir que la pelota entre, antes de despejarla. 2-1 para Argentina, pero ya el resultado se mostraba muy estrecho.
Y Paraguay fue; tomó confianza, y buscó un poco más. Ayala entró por Ignacio Fernández, Sforza por Cano, con la intención de sumar gente a la mitad de la cancha y pelear allí el partido. Argentina proponía un partido más cerrado, aún el marcador le era favorable.
Paraguay llegó al empate con un remate de Torres a los 73′ y sintió que alcanzaba el objetivo. Lo que parecía un partido perdido, ahora estaba equilibrado: 2 a 2. Podía ser para cualquiera, pero había que jugar esos minutos que quedaban y los guaraníes habían empardado. Si nada pasaba, iban a los penales.
Argentina reaccionó y fue a la búsqueda del desequilibrio. Atacó por los costados, ingresó Velasco para tener más desborde y velocidad, y volcó el juego hacia el arco guaraní. Sforza sacó un excelente remate, que el arquero González desvió al corner.
Y de un contragolpe Paraguay se llevó el premio mayor. Jugada rápida desde el fondo, pelotazo largo para Duarte, la Argentina que estaba jugada en ataque, y el centrodelantero guaraní que se la lleva entre los centrales, cuando entra al área amaga a ir por adentro y engancha hacia afuera para quedar sólo ante el arquero y vencerlo con un remate fuerte y alto pegado al palo derecho. A los 86′ Paraguay daba vuelta el resultado, para pasar a ganar 2-3.
Los minutos finales se fueron entre nervios, alguna discusión y un par de centros que no pudieron ser conectados a favor de nuestra selección.
Los chicos se quedaron con la bronca, la amargura y la desazón de haber perdido algo que tuvieron muy cerca. Durante casi una hora, la clasificación les sonreía. Pero el fútbol tiene estas cosas, y en la media hora final Paraguay revirtió el resultado.
Les queda el sinsabor de la derrota, la tristeza de la eliminación y la ilusión frustrada, pero también la enseñanza y la experiencia que deja cada partido, cada torneo, cada noche que siempre puede ser cambiante e impredecible en este hermoso y bendito fútbol.
Hernán O’Donnell